Era el conferencista genial (sólo pensemos en la charla que dio en el Congreso de la Lengua sobre las malas palabras, en 2004), el escritor de toda la cancha. Murió en Rosario el 19 de julio de 2007 tras una enfermedad paralizante; dejó, aparte del vacío, más de 70 obras por reeditarse y un inédito que aún no sale a la luz.
Aun así, en medio de una causa judicial en torno de los derechos de su obra (entre Franco, su hijo, por un lado, y Gabriela Mahy, su segunda esposa, más Daniel Divinsky, el editor histórico de Fontanarrosa en Ediciones De la Flor, por otro) el sello Planeta lanzó la reedición de cinco de sus obras para inaugurar la "Biblioteca Fontanarrosa", que ya se consigue en las librerías locales.
Así es: las novelas "La gansada" y "El área 18", y los volúmenes de cuentos "La mesa de los galanes", "No sé si he sido claro" y "El mundo ha vivido equivocado", con tapas ilustradas por humoristas gráficos o artistas de la talla de Crist, Caloi, Carlos Alonso, Rep y Nine, ya nos miran desde los escaparates.
Pero eso no es todo: en diciembre, la editorial publicará otros cinco títulos del rosarino: "Uno nunca sabe", "Nada del otro mundo", "Best Seller", "Te digo más" y "El mayor de mis defectos". Eso sin contar los otros cinco títulos que se vienen para el verano.
La Biblioteca Fontanarrosa, pues, quedará finalmente formada por unos setenta libros. Obviamente, las sagas de Boogie el Aceitoso e Inodoro Pereyra, ocuparán un lugar central.
El asunto es que hay material: no sólo para que las nuevas generaciones lo conozcan sino para que esa obra interesantísima siga circulando en las universidades, algo que a él, seguramente, le sacaría una sonrisa.
El tema con el inédito es complejo. Históricamente, Fontanarrosa mantuvo con Ediciones De La Flor (en la cual publicaba desde el '71) un acuerdo de renovación automática, Pero Franco lo dio de baja tres años atrás.
El pleito continúa hoy, entre Daniel Divinsky y el hijo del escritor, en torno a ese libro de relatos que dejó: "Negar todo". Divinsky sostiene que, cuando en la Feria del Libro de Guadalajara se homenajeó al sello que también lanzó a Quino, Fontanarrosa escribió un texto en donde decía que él no publicaría en ninguna otra editorial.
Triste: ahora que el Negro no está, los lazos entrañables entre editor y autor se traban con el papeleo de las audiencias donde esas fidelidades de años entre lápices y mesas de corrección parecen desdibujarse.
Como sea, sus libros tendrán (como dice Sasturain) lectores a patadas.
"Creo que nunca voy a abandonar el tono humorístico, porque es el plus que yo le puedo agregar, y porque me divierte más", decía Fontanarrosa. Quedémonos con ese gesto.