Un mundo trazado con calma

El arte es, para él, un bien de familia. Hijo del gran muralista Luis Quesada y padre del joven artista visual Ramiro Quesada Pons, este arquitecto inquieto sigue concibiendo la creación como un desafío y una sorpresa. En esta entrevista, cuenta cómo conj

Un mundo trazado con calma
Un mundo trazado con calma

La obra de Ramiro refleja colores, vida, figuras con dimensiones grandes y pequeñas, formas que buscan desestructurar la mirada y llenarla de luz.

Ahora, mientras nos acercamos a una obra suya, vemos a un hombrecito en medio de la inmensidad de un cuadro.

Ese individuo se abisma, está solo en la inmensidad del color.
Ramiro Quesada nos cuenta que el personaje en medio del cuadro busca, precisamente, generar eso: despertar el interés del observador, que se acerca cada vez más , enfocando la mirada, hasta asomarse sobre el plano. Inquieta, es cierto, desde la curiosidad que cada individuo tiene guardada.

Ramiro Quesada es dibujante, pintor y arquitecto, con un mundo interior realmente diverso. Quienes aún no lo han descubierto, deben saber que continúa una muestra con su colorida obra en VarArte.

Al igual que su padre, junto a sus amigos, Ramiro ha generado un movimiento artístico en el que se conjugan arte, música, teatro, y sobre todo fraternidad.

Él nos abre la puerta de su casa en Dorrego, con la tranquilidad asumida de su mirada nos permite conocer desde adentro la fábrica de su obra.

Actualmente -cuenta- está trabajando con el colectivo "Caracol Salvaje", un multifacético tren de almas inquietas.

-¿Qué te motivó a trabajar con ellos y a sacar tu obra del taller?

-La inercia, en determinados momentos, y la necesidad de hacer algo urbano. La gente que me conoce se venía acercando y venía viendo lo que hacía. Ellos me motivaron a llevar mi arte a un lugar público, en vez de tenerlo aquí en mi taller. Es una forma más adecuada de transmitir cosas para los demás.

-¿Cómo fue este proceso de hacer arte urbano?

-Pensamos en un espacio público como elemento y lenguaje común. Es así que en un comienzo, junto con Daniel Napoletano, empezamos a pensar cómo podíamos hacerlo realidad. Luego, con otras amigas, creamos Invendible MRA, y nos abocamos al arte público.

-¿Qué buscabas con ello?

-Arriesgarnos y sorprender, pero no lo logramos entonces. Los medios de choque no caían bien, y el arte urbano significaba eso: para nosotros, un desafío; para otros, un choque.

 -Sos, a la vez, hijo y padre de artista ¿Cómo los definirías?

-Mi hijo, Ramiro Quesada Pons, es un capo. Su actitud esteticista es piola, llega por un camino más directo y específico. Tiene el don de la música, además. Y es polifacético. Yo también lo soy: me dedico al arte en la arquitectura, la pintura, el dibujo, la fotografía.

Luis Quesada, mi padre, es acción, es superdotado, tiene una memoria fotográfica increíble, te podría repetir textualmente una página. Y sí, es inteligentísimo.

Creó un taller de Arte Popular Realista, además del taller de murales. Actualmente, una escuela en Bermejo con especialización en Artes lleva su nombre.

Ramiro recuerda que su padre  llevó a cabo un mural junto con Mario Giunta y José Bermúdez,  en la Galería Tonsa,  allá por el 60. "Éramos un buen equipo", así siempre lo concibió Luis.
En el Palacio de Justicia, también quedan registros de otro de sus murales.
 
Y son muchos los que se lamentan de que el mural que realizaron en la heladería de la calle Lavalle ya no exista, debido a  una modificación que hicieron. "Mi padre era socialista. Enseñó en colegios primarios, secundarios y para adultos. Posee una capacidad para comunicarse con la gente alucinante. Te responde con una sola palabra y te mata".

Una vez, el hijo le mencionó a Luis que no le gustaba un presidente. Él le respondió: "El mejor presidente argentino". Fue concreto. Y no permite que se le contamine el bocho.

 Como a muchos plásticos, a Ramiro no le gusta mucho hablar de sí. Pero consiente que tiene una dualidad extrema: es, a la vez, hiperquinético y tranquilo.

Entre sus manos, sostiene  una serie de obras en miniatura, llena de puntitos. Queda claro que se necesita tranquilidad y paciencia para lograr estos objetos finales.

-¿Cómo conjugas arquitectura, arte y música todas ellas representativas en tu vida?

-¿Has escuchado "Say no more", de Charly García? Él le mete tiempo y tiempo.
El asunto es que, para mantenerse en este tiempo, hay que tener voluntad. "Traigo como referencia este disco para comparar la labor que yo hago. Este disco tiene muchas horas de laburo. Salió, porque el tipo estaba ahí, trabajando. Por eso lo traslado a mi arte, algo que lleva tiempo.

El trabajo que Quesada expone actualmente se dividió en dos. Por un lado, realizó hace muy poco una exposición conjuntamente con un video de Alejandra Mascareño, en la Universidad Tecnológica. Ahora, parte de esa obra se traslado al VarArte (Chile 1230, Ciudad).

 Sus pinturas se van conjugando como lo hacen los planos y contra planos en televisión, pero Ramiro Quesada es ya en sí mismo una marca registrada.

Colores, dimensiones, figuras, ideas. Su vida se  refleja en sus telas y en sus trazos que es parte de su obra e impronta personal. Para quien lo puede leer en clave de música y rítmica, como a él le agrada ser leído, se abre un mundo inagotable.

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