Por Prof. Claudio Doratto. Contactalo aquí
Cuando digo en voz alta “plantas carnívoras” vienen a mi mente los recuerdos de viejas películas de terror (en blanco y negro) con dinosaurios y plantas extrañas que se alimentaban de seres humanos. ¿Te pasa lo mismo?
Lo cierto es que hay una buena variedad de plantas que se adaptaron a vivir en condiciones en las que el suelo en el que se encontraban no les aportaba todos los nutrientes. Su evolución se encaminó para desarrollar mecanismos que les permitieran obtener desde otra fuente lo que por sus raíces no conseguían.
Estos mecanismos les sirven para atrapar insectos, arañas, protozoos e incluso pequeñas ranas y roedores; pero nunca seres humanos.
La variedad de adaptaciones “carnívoras” las encontramos en diferentes ambientes, siendo más frecuentes en lugares húmedos como los pantanos, pero también en desérticos y acuáticos.
Distintas plantas, distintas trampas
No todos los caminos evolutivos fueron iguales. Mientras algunas desarrollaban trampas mecánicas, otras elaboraban hermosos jarrones de los cuales es imposible que un insecto pueda salir. Veamos algunas adaptaciones y ejemplos.
Pinzas
Si bien es la adaptación menos común, solo dos especies la tienen. Resulta ser, quizá, la más conocida. Esto se debe a que su atractivo y facilidad de cultivo hace a la “venus atrapamoscas” (Dionaeamuscipula) una de las más comercializadas.
Cada una de las hojas que conforman la trampa tiene en su interior pelos y que, al tocarse, activan el mecanismo de cierre. Esto ocurrirá cuando dos de las ciliasson activadas en simultáneo para así evitar el desgaste innecesario de energía como, por ejemplo, si el movimiento se debe a las gotas de lluvia.
Otra planta con un mecanismo similar es la Aldrovanda vesiculosa. Aquí cambiamos de ambiente porque esta es acuática. Vive en aguas dulce ácidas como estanques o charcas y atrapa principalmente larvas de mosquitos.
Pelos pegajosos
Aquí encontramos otra de las especies de mayor difusión en la jardinería. En este caso las hojas tienen pelos que segregan un fluido viscoso y pegajoso con un aroma similar a la miel para atraer a sus presas.
Cuando un insecto se apoya para comer queda pegado y la hoja se cierra como un tentáculo. Las más conocidas son las Droseras de las cuales hay casi doscientas especies.
Trampas de caída
En este caso tienen forma de jarrón o de copa y pueden tener una tapa para evitar que el agua de lluvia ingrese fácilmente y llene el recipiente.
Sobre los bordes de la trampa segregan sustancias aromáticas a modo de néctar que atrae a los insectos. Una vez posados allí, resbalan y caen al interior. En el fondo de esa “jarra” un líquido los espera como última morada en donde se ahogarán y luego serán digeridos.
Existen otros tipos de trampas y combinaciones de estas. Te invito a investigar y acercarte a este apasionante mundo.
¿Cuáles son los cuidados básicos de este tipo de plantas?
Como la mayoría de las que se comercializan provienen de zonas húmedas, te cuento sobre el cuidado de éstas.
- El sustrato (suelo en el que están) es el mismo de las orquídeas, generalmente con alto contenido de musgo. El riego es cada 3 o 5 días evitando que se seque. Podés colocar la maceta sobre un plato con agua para que la absorba por capilaridad.
- El riego es mejor con agua de lluvia o agua desmineralizada, esto evitará la modificación del pH del sustrato y la incorporación de sales indeseadas.
- Como están adaptadas a crecer en suelos pobres de nutrientes no debes de fertilizarlas.
- No es aconsejable “jugar” con ellas para activar sus mecanismos en falso. Esto genera un gran desgaste de energía por parte de la planta.
- No tienes la necesidad de “alimentarlas”, aunque puedes hacerlo ocasionalmente.
- Necesitan de mucha luz evitando el sol del mediodía.
Espero que la nota haya sido de tu interés, y de aventurarte en su cultivo, puedes disfrutar de ellas por unos 3 o 4 años.
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