Por Victoria Navicelli. Contactala aquí.
Quien ha experimentado la práctica del yoga en su cuerpo y en su mente, sabe que el camino que se abre tiene una sola dirección: el ascendente. Esta tradicional disciplina física y mental se originó en la India hace más de cinco mil años, y sigue vigente hoy más que nunca. Hablar de esta tradición puede llevar muchas líneas, pues a medida que se profundiza en la sabiduría oriental vamos empapándonos de un conocimiento ancestral que nos recuerda que “todos somos uno”. Sin ir más lejos, yoga -en sánscrito- significa eso: unión. Curiosamente, en Occidente, hemos logrado fusionar la experiencia yóguica con la cultura local. Es así como desde Mendoza, la tierra rodeada de viñedos, surgió el proyecto “Yoga por los caminos del vino”. Una propuesta de Alejandra Navarría (periodista, emprendedora, profesora de yoga integral y hatha vinyasa yoga), para conectar con el ser interior y amplificar nuestra conexión con lo divino.
¿Cómo llegaste al mundo del yoga?
Simplemente, como una alumna que tomaba las clases. Quise aprender un poco más, entonces, hice el profesorado pero sin ánimos de dar clases, porque el yoga siempre me gustó desde la práctica. Cuando hice el profesorado, al final del curso, teníamos que dar clases.
Un grupo de mujeres vinculadas al mundo del vino, fue el puntapié para dar clases de yoga en bodegas. La práctica del profesorado fue el trampolín para crear “Yoga por los caminos del vino”. Luego, lo propuse a los miembros de las instituciones relacionados al sector y lo aprobaron. Entonces, el proyecto comenzó a tomar forma.
¿Qué fue lo que te atrajo de esta disciplina?
Toda la vida hice deporte. Soy socia de un club muy conocido y desde chica el club fue mi segunda casa. Después de un tiempo sin hacer actividad física, una amiga me propuso tomar una clase de yoga. Al principio probé Ashtanga Yoga, luego Yoga Integral. Siempre me gustó mucho la expresión corporal. Durante quince años bailé en el ballet de danza jazz del club, corría, y también hacía natación. Yoga cumplió muchas expectativas, no solo trabajar el cuerpo, sino conocer la herencia espiritual. Esto fue lo que terminó por atraparme.
¿En qué consiste “Yoga por los caminos del vino”?
Comenzó en octubre de 2018 y es una experiencia de bienestar, donde se integra el universo del yoga y el universo del vino. Por un lado, ofrecemos una práctica de yoga para tomar contacto con el silencio y la quietud y, por otro, invitamos a las personas a disfrutar de un momento gastronómica que ofrecen las bodegas.
Es un espacio que busca conectar cuerpo, mente y alma para que la mente esté en el presente. Es una práctica de yoga en un escenario vitivinícola y una propuesta itinerante que recorre las bodegas.
Esto es un emprendimiento puro, cuál es tu experiencia con la idea de emprender, autogestión
Sí, soy yo quien lo creó y lo gestiona. Mi familia colabora en los eventos, pero es todo a pulmón. También, contamos con un equipo personas, aquellas que son necesarias en cada puesto de trabajo y para cada evento.
¿Qué desafíos tiene el proyecto para el futuro próximo?
En julio de 2020 abrimos la posibilidad de dar clases de yoga durante días y horarios fijos, en diferentes bodegas de Mendoza, tales como Terraza, Santa Julia, Susana Balbo Wines. Sin dudas, el gran paso fue instalarnos de manera permanente en las bodegas.
Para el futuro próximo, queremos ampliar nuestra oferta a otros escenarios vitivinícolas y realizar retiros de yoga. Además, queremos salir al exterior. Tanto en Perú como en México tenemos espacios para realizar retiros en los que fusionar los paisajes con esta práctica milenaria. El yoga es eso, generar conciencia y vivir los espacios. Sembrar la semilla de los valores que esta filosofía predica.
¿Qué aporta esta disciplina al momento actual?
Aporta tranquilidad, autoconocimiento, te prepara para aceptar la realidad tal como se presenta y, de alguna manera, te aporta calma para la mente y el manejo de las emociones. Preparar la mente para la meditación es uno de los dones más interesantes, sobre todo durante la pandemia.
¿Qué práctica de yoga es la que realizás?
En general es Yoga Integral. Si bien, hemos tenido profesores de diferentes ramas del yoga, siempre trabajamos con la equidad. Es decir, más allá del estilo, las clases son abiertas a todo público, por lo tanto, se pretende que todo quien asista disfrute del momento y pueda hacer la práctica en su totalidad.
¿Qué pensás de las nuevas propuestas de yoga que se alejan un poco de la tradicional?
Cuando comenzamos con la propuesta de “Yoga por los caminos del vino” sabíamos que estábamos rompiendo paradigmas y que muchos nos iban a preguntar ¿qué tiene que ver el yoga con el vino? Cuando explicamos que la práctica del yoga puede hacerse en cualquier lugar y si es al aire libre, en un escenario vitivinícola, mucho mejor; no había nada para discutir.
Sé que hay práctica en las que el yoga se lo asocia con otras cosas. Siguiendo los yoga sutras -de Patanjali-, uno puede practicar yoga y abstraer los sentidos. Entonces, la práctica del yoga se puede hacer en cualquier lugar y en cualquier momento en la medida que estés centrado en el aquí y ahora. Si en la rutina se pone en juego elementos o herramientas que acompañan la práctica, quizás tengan que ver con salir de lo tradicional… No lo juzgo. Me parece que es un camino que se vive hacia adentro. Sí es importante que quienes propongan este tipo de práctica sean responsables, haya seriedad en quien imparte y seguridad en lo que rodea la práctica.
Tu asana favorita
El Saludo a la Luna o Chandra Namaskar.
¿Por qué recomendarías hacer yoga?
Porque es un camino del cual no se vuelve. Es un viaje hacia el interior que te revela que sos una parte de un todo, y que muchas respuestas están adentro. Permite conocerte más y ser consciente de tus actos y movimientos. Además, ayuda a controlar los pensamientos y mantiene el cuerpo ágil y fuerte. Aporta salud a todos nuestros cuerpos y lo hace de manera integral.-
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