Último partido de octavos de final desde Madrid, España. Sudamericanos y viejísimos conocidos se topaban con el único fin de seguir en carrera y con aspiraciones en esta Copa del Mundo FIBA. Los ojos del mundo estaban puestos en el clásico entre Argentina y Brasil pero esta vez en plano basquetbolístico.
La naranja se echó a rodar y podríamos dar miles de objetivos para describir la tensión que había dentro de la duela de juego. Fiereza, rudeza, calentura, nervios y miles de sentimientos encontrados en un cotejo que era promesa de buen básquet.
En la previa destacábamos que mucho tendría que ver para los de Lamas el juego en equipo que nos tiene acostumbrados, en tanto que los de Magnano deberían estar inspirados para apelar a sus grandes individualidades y evitar que Argentina juegue como le gusta y le conviene.
Como a lo largo del torneo, el marco de público fue excepcional. Un 80% de los argentinos coparon cada asiento y alentaron desde muy temprano. El duelo en las tribunas sin dudas era gaucho, pero lo importante estaba en el parquet del Palacio de los Deportes.
Muy estudiadas las defensas entre ambos. Campazzo dejando sin espacios a Huertas que finalizará el primer tiempo sin puntos. Planteado para cortar el eterno pick central de su base y pívots. Prigioni sorprendiendo al anotar 15 puntos en la primera parte, siendo pieza fundamental en el ataque, teniendo en cuenta la gran presión ejercida por los grandes de Brasil a Luis Scola que solo anotara una canasta en los 20 iníciales.
Comenzado el tercer cuarto los verde amárelos sacaron una pequeña luz de ventaja y tomando así las riendas del partido. La efectividad albiceleste cayó notablemente y con Splitter y Barbosa como abanderados el juego comenzó a inclinarse en contra de los hoy vestidos de azul.
La historia parecía no tener vuelta atrás, y así lo fue. Errores infantiles, muchas pérdidas y poca efectividad dieron fin a la ilusión la de Selección Argentina. Victoria justa y trabajada minuto a minuto por los brasileños que muy concentrados en cada segundo dejaron en evidencia el recambio generacional que tiene el básquet nacional.
Si bien era un partido ganable en los papeles, la historia no pesó esta vez y los de blanco son los próximos rivales de Serbia en los cuartos de final de España 2014.