Las nuevas tecnologías están cambiando el mundo y avanzan más rápido que los cambios sociales, jurídicos y hasta nuestra capacidad de asimilarlos. La revolución tecnológica promete transformar el mundo del trabajo por la acelerada incorporación de la inteligencia artificial y la robótica. Muchos empleos van a desaparecer y otros tantos nuevos, que aún ni imaginamos, van a crearse.
Las mujeres, que sufrimos una marcada desigualdad en el mercado laboral (brecha salarial, menor acceso al empleo, mayores tasas de desocupación, subocupación, empleo informal, etc.) podemos ser las más perjudicadas o tal vez podríamos aprovechar esta revolución tecnológica para achicar las brechas existentes.
¿Esta transformación va a ampliar las brechas de género o podemos aprovechar para cerrarlas? Un informe presentado en el Foro Económico Mundial asegura que las mujeres serán reemplazadas en mayor medida que los hombres en sus empleos por la inteligencia artificial.
El informe analizó 1.000 tipos de trabajo, los cuales comprenden el 96% del empleo en EEUU y explica que el 57% de los trabajadores y trabajadoras en riesgo de perder su empleo son mujeres.
Pero por otro lado, los empleos que requieren mayor capacitación y habilidades blandas son los menos susceptibles de ser reemplazados y ahí es en donde las mujeres obtenemos ventaja: somos el 55% del alumnado en universidades, estamos más capacitadas y ocupamos la mayor cantidad de empleos que requieren habilidades blandas.
El pensamiento crítico, la resolución de problemas, la creatividad, la innovación y las relaciones interpersonales serán las habilidades más necesarias y los empleos con estas características los menos factibles de ser reemplazados, ya que se trata de actividades no rutinarias y más complejas para los robots.
Quienes hoy trabajan en robótica son mayormente hombres y son también ellos quienes principalmente se encargan de diseñar los algoritmos de inteligencia artificial (sólo un 13,5% son mujeres según un estudio publicado en la Mit Technology Review).
Las robots y asistentes virtuales creadas hasta hoy reproducen los estereotipos de género: humanoides delgadas que siguen los estándares de belleza femeninos y son "muy serviciales y colaboradoras". La inteligencia artificial también debería reflejar toda la diversidad de las personas usuarias, incluyendo los temas de género.