Es inminente la reinauguración del Espacio Contemporáneo de Arte de Mendoza, un espacio necesario para los artistas locales y demasiado postergado, luego de que parte de su cúpula fuera devorada por un incendio en enero de 2017. Y en la inminencia, se presienten homenajes.
Hace unos días se anunció que el edificio ubicado en 9 de Julio y Gutiérrez llevará el nombre de Eliana Molinelli, una mujer que eligió la escultura para expresarse, disciplina en la que fue reconocida nacional e internacionalmente.
A la par de este anuncio, se supo que las salas del espacio serán bautizadas con otros doce nombres de la plástica mendocina. Algunos podrán recibir el homenaje en vida, otros no.
Eliana Molinelli, nacida en 1943, falleció el 13 de junio de 2004. A falta de sus palabras, podrían hablar en este homenaje sus obras. Pero en Los Andes quisimos dialogar también con sus hijas, Natasha y Tania Driban Molinelli, quienes son hoy las custodias del legado.
Es que, además, coincidieron más eventos en traer la memoria de la escultora, quien se dedicó al arduo oficio del hierro. Por una iniciativa del gestor de LegisArte, Rubén Antinori Piticchio, el espacio de arte del flamante edificio anexo a la Legislatura abrió con una muestra individual de Molinelli. Seis piezas, que pueden visitarse mañana desde las 8 de la mañana (es el último día).
Además, también gracias al nexo de Antinori, las hermanas donaron una obra de Molinelli al patrimonio provincial, que se emplazará próximamente en la Peatonal Sarmiento.
Antes de tener esta conversación, Natasha y Tania se abrazaron y se sentaron a la par, conteniéndose mutuamente en el difícil desafío de hablar de su madre: "Nos ha costado mostrar las obras", confiesa Tania. "Durante un tiempo, ni siquiera podíamos entrar al taller, que está en calle Alvear y Colombia de Godoy Cruz. Ahí estaban todas sus cosas. Hasta que un día pudimos y ordenamos las esculturas", dice.
Sobre la donación a la Legislatura, acotó Natasha: "Ya hay mucha obra de mi mamá en lugares públicos, por lo que quisimos seguir con eso".
La pieza cedida es "La Niti", un autorretrato de 1988, donde Eliana, mujer de hierro, está sentada y le faltan los brazos. Natasha sigue: "La idea es emplazarla en la Peatonal, mirando hacia el friso de la Plaza Independencia, que también es de su autoría. Sería el testimonio de la obra de una mujer que mira hacia la cordillera y hacia su propia obra".
Y como si fuera poco, el 22 de septiembre las hermanas recibieron la noticia de que el ECA llevará de ahora en adelante el nombre de su madre. "Después del llamado de Diego Gareca, secretario de Cultura, decidimos donar también una de las obras más emblemáticas de mi madre a ese espacio, 'Manos anónimas'".
La escultura, que ocupará el centro del espacio principal, se trasladó el jueves al edificio. Gareca anunció el hecho en sus redes sociales.
"Manos anónimas", además de ser una pieza magistral, también es una pieza pertinente, pues habla de todos nosotros, mendocinos. Es que la escultura está hecha con las armas del plan de desarme que, desde 2001, acopió escopetas, fusiles, revólveres y rifles. Esta iniciativa contó desde sus orígenes con el auspicio de las Naciones Unidas, y fue encarada, conjuntamente, por Molinelli, el Gobierno de Mendoza y la ONG argentina Espacios para el Progreso Social.
Una memoria inoxidable
"En vida le decían que su trabajo era un trabajo de hombre", dice Tania. "Era la cofia, la soldadura, el acetileno, el autógeno y pffff, prendía todo, saltaban chispas y yo me iba, y todavía sentía a mi mamá golpeando", recuerda. "Es algo muy impresionante dar vida a algo como una chapa", asiente Natasha.
"Mi mamá esculpía las cosas que le dolían en el mundo", define Natasha, y agrega: "También le interesaba recuperar imágenes de su memoria. Eso hacía con los gestos de su madre", como en la escultura "La sonrisa de G. M.". Tania agrega: "Sus esculturas no son complacientes, que es el término que usaba ella. No buscan agradar: te punzan, te movilizan".
“Una obra de ella, ‘Impunidad’, es una mujer crucificada”, trae como ejemplo Natasha.
“Un Cristo mujer de tamaño enorme. Nadie se dio mucha cuenta de que eso en realidad estaba cuestionando al patriarcado, porque Jesús no es Jesús, sino una mujer que se está derritiendo”, explica.
-¿Cuál fue su última obra?
-Natasha: Los últimos trabajos fueron hechos en vidrio de poliéster y estaba indagando en otra cosa, con parabrisas rotos, con hierros, aluminio... Hizo un torso con dos manos incrustadas hacia adentro. Son muy teatrales. De alguna forma, prefiguran su enfermedad.
“La energía, la fuerza y el ímpetu los tuvo hasta el final”, acota Tania, quien es también artista plástica. Quienes ven sus obras reconocen a veces el rostro de Eliana, pero ella asegura que no la ha pintado, al menos conscientemente: “Pero la mano va hacia lo que uno lleva en la sangre”, admite.
Natasha estudió inglés pero tampoco ejerce. Es actriz y directora teatral. Tiene el proyecto de montar una pequeña sala en el taller que era de su madre.
"Casi sin querer, pero nada es al azar, las obras que he hecho son bastante autobiográficas, emocionalmente muy fuertes. Creo que si una escultura de mi madre pudiera hablar, diría cosas como las obras de teatro que yo hago", agrega como si ello realmente sucediera.
Inauguración inminente
La Secretaría de Cultura aún no confirma la fecha de inauguración del espacio, pero ayer colocó el nuevo cartel. La restauración tuvo un presupuesto inicial de $17.5 millones de pesos. Además de los homenajes planeados, el ECA incrementa su patrimonio también con un mural pintado por Florencia Scafati, hija del reconocido dibujante e ilustrador Luis Scafati.
El ECA funciona en el edificio del ex Banco de Mendoza. El 18 de enero de 2017, mientras se realizaba una refacción, un incendio destruyó parte de la centenaria cúpula, además de obras expuestas