San Rafael: mujeres dan de comer a más de 90 chicos

Atienden el lugar que mantienen con la colaboración de los vecinos, que les donan alimentos. Llegan niños de El Molino y Pobre Diablo, dos extensas barriadas carecientes de la ciudad.

San Rafael: mujeres dan de comer a más de 90 chicos

“Veía chicos que no hablaban de hambre; por eso, quería poner un comedor”, expresó Alejandra Espinosa, quien junto a otras dos mujeres, Hilda Rodríguez y Raquel Mercado llevan adelante el comedor “Carita feliz”, en el barrio El Molino, de San Rafael.

Comenzaron en las últimas vacaciones de invierno a servir la merienda a unos 30 niños del barrio y de zonas aledañas, y a la semana ya eran 90 los pequeños que asistían. Ahora también asisten mujeres embarazadas y abuelos.

Primero lo hicieron con lo poco que tenían cada una, así compraron una bolsa de harina, otra de azúcar y varios paquetes de yerba, y luego se difundió su tarea y la gente empezó a ayudarles con donaciones.

Todos los días a las 17, los chicos se acercan a tomar la merienda. "Les servimos chocolate o mate cocido, a los que no les gusta les damos té, con pan casero que hacemos nosotras con dulce, queso o picadillo", contaron las mujeres. "A veces les hago pastafrola, tortas fritas o tipo tortillas con dulce de leche, que a ellos les encanta", contó Hilda a Los Andes.

El comedor funciona en la casa de Hilda, quien ofreció su hogar para concretar el deseo que tenían en forma común con Alejandra. “A las cuatro de la tarde ya hay chiquitos esperando en el alambrado del frente a que esté lista la leche. Son chicos buenos, no faltan el respeto, incluso me ven preparando la comida y ofrecen ayudarme”, agregó.

“No son sólo chicos del barrio -por El Molino-, tenemos diez niñitos de la calle Tulio Angriman al fondo que caminan un montón para venir”, señalaron.

“Pero no sólo los ayudamos con la merienda y un plato de comida, a veces les hacen falta frazadas, colchones y en estos días de lluvia nylon para los techos y buscamos la manera de que podamos darles una mano entre todos”, dijo Alejandra.

Es que, como afirma Hilda, para Alejandra no se trata sólo de darles de comer. “Ella ve otras cosas que les hacen falta”, explica.

Así, entre las tres mujeres buscan conseguir ropa o calzado para los chicos que tienen entre 2 y 14 años. “Los veo que vienen con sólo una remerita con este frío terrible, o que no tienen medias, ‘a pata’, a veces con las zapatillas sin cordones, hasta chicos que las traen atadas con alambre”, contaron.

“Hay muchas necesidades, por eso que tengan una taza de leche calentita al día o un plato de comida es importante, aunque no podemos darles todos los días”, afirmaron, al tiempo que contaban que les dan la cena tres veces a la semana, por ahora los lunes, miércoles y viernes, y que por el frío la están retirando en envases herméticos o en ollas a partir de las 19.

Mientras ellas preparan la cena -en esta ocasión guiso de fideos, con verduras y carne molida- Gisel (10), la hija de Alejandra, les ayuda a poner la mesa. Todas viven las mismas necesidades que sus vecinos, pero aseguran que “entre todos podemos hacer que los niños no pasen hambre o frío”.

La olla al fuego comienza a inundar la habitación de aroma a comida. Golpean la puerta, son algunos de los pequeños que comienzan a llegar, calladitos, a merendar, como Iván (7) que se encarga de bendecir la mesa antes de comenzar, o Angie (10), que enseguida se acerca a colaborar colocando los vasos.

Hilda es jubilada y regresó a San Rafael hace un año tras vivir durante décadas en Buenos Aires. Si bien su jubilación no le alcanza, agradece tener su casita para poder recibir a los niños y darles la merienda o la cena. Mientras que Alejandra, no puede con su genio solidario y busca, llama o va a donde haga falta para conseguir materiales, ropa o alimentos para sus vecinos, y Raquel, que tiene tres hijos con discapacidad, está siempre  ayudando a servir y atenta a todo lo que haga falta. Las tres forman un equipo imparable.

“Hemos pedido a la Municipalidad, a los frigoríficos y a un montón de gente para que esta ayuda sea más regular. Hoy tenemos una bolsa de harina, otra de azúcar, leche y algunas otras cosas, pero para la cena sólo lo del día”, manifestaron. Aun así, apelan a la generosidad de la gente, que les dona verduras y carne molida casi en forma permanente.

El comedor se encuentra en el callejón Libertador en el barrio El Molino. Necesitan carne, verduras, ropa, calzado, frazadas, así que quienes quieran colaborar pueden comunicarse al 260-154050700.

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