Desde mañana podrá visitarse en Galería Killka, de Bodegas Salentein, una exposición de las artistas Marita Lavoisier, María Marta Cortés y Masako Kano. Las primeras dos son artistas mendocinas. La pregunta es de quién se trata la última. Kano presentará la historia de cada mujer, sus miradas y gestos, ya que “en sus retratos, el valor del tiempo en sí mismo y la mirada sobre el hacer femenino, ocupan un lugar central”, según la curadora Anabel Simionato.
Masako Kano es poeta y fotógrafa. Nació en Japón, realizó una maestría en Letras, en Nueva York, y allí trabó relación con el poeta Richard Brautigan, miembro de la célebre generación beat. Uno de los más conflictivos de ese movimiento nacido a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Masako tuvo relación personal con Brautigan y la experiencia fue por demás intensa. Como viajera de varias latitudes, la artista en 1988 se instaló en Londres. Allí descubrió su pasión por la fotografía contemporánea y estudió su historia. Hasta que en el borde del siglo XX la vida la colocó en Argentina. En el 2000 aterrizó en nuestras pampas para acompañar a su marido inglés. Rápidamente se hizo el amor insular, acaso por la diversidad cultural y artística de una Buenos Aires que tanto la atrae.
Y quizá para reforzar su argentinidad hoy es parte de la Asociación de Amigos de Villa Ocampo, la organización que custodia la histórica casa de Victoria Ocampo, en San Isidro. Fue allí donde se reunieron los escritores, artistas e intelectuales más prestigiosos del siglo XX. El sitio pertenece hoy a la UNESCO aunque la casa está abierta para visitas, en la cual se desarrollan una interesante programación cultural.
-Participaste de un libro del grupo Visión Argentina. ¿Cómo fue tu experiencia?
-Era un grupo diverso de mujeres de Rusia, China, Italia, Egipto, Turquía, Estados Unidos, Canadá, Australia, Francia, Inglaterra, Lituania, España, Holanda, Dinamarca, Suecia, Alemania y Japón. Hemos vivido en Buenos Aires por diferentes razones. Muchas dejaron sus carreras para vivir aquí con sus familias. Otras porque los cambios de lugares de los trabajos de sus maridos las trajeron. Y está el caso de quienes antes de mudarse a Buenos Aires trabajaron como jefas en empresas o bancos, o dejaron sus profesiones como abogadas, periodistas y psicoanalistas. Todas tenemos ganas de hacer algo creativo y de recaudar fondos para la gente que necesita ayuda.
Afortunadamente también participó una artista como la australiana Janno McLaughlin y la escritora Ana Kazumi Stahl. El primer libro de Visión Argentina (“Argentina, la mirada de 25 mujeres de 16 países”) fue un proyecto con la perspectiva de mirar el país, intentando capturar aquel momento especial que resuena tan vívidamente en cada una de nosotras, en nuestros ojos de extranjeras. En el segundo libro (“Mujeres argentinas”) nuestro motivo fue retratar la diversidad de la experiencia femenina argentina y más que nada destacar las vidas de mujeres de Argentina que nos han cautivado por su tenacidad y convicciones.
-¿Qué pensás del resultado final del libro?
-Fue una experiencia muy solidaria. Ambos trabajos me acercaron a la situación de las mujeres argentinas. Pude conversar y conocer a señoras en diferentes situaciones, que trabajan solas o en grupo, con la convicción de cambiar el mundo por uno mejor. Esto me dio un fuerte optimismo humanitario sobre el futuro de Argentina.
-¿Cuál es tu perspectiva luego de casi 15 años en el país? ¿En qué aspectos se destaca este país en relación a otros en los cuales has vivido?
-Argentina es un país joven y de un tamaño muy grande, con un sentido salvaje de naturaleza. Después de tantos años todavía me seduce con sus bellezas de paisajes diferentes. Como fotógrafa tengo la suerte de tener una luz honesta y fuerte, si lo comparo con haber vivido 12 años en Londres. Me encanta la Cordillera de los Andes. También es un país fuerte en inmigrantes de origen europeo. Nunca me aburro en Buenos Aires. He encontrado escenarios humanos conmovedores. Soy muy social. Me encanta conocer gente. Y la diversidad de acá me enriquece para entender la vida filosóficamente.
-¿Cómo es tu familia aquí?
-Tengo un marido inglés. Y rápidamente conocimos las comunidades de origen escocés, inglés e irlandés. Mi hija estudia en colegio bilingüe, bastante similar al sistema educativo privado de Inglaterra. Ella aprendía el arte según Turner y Picasso, pero nada de los artistas argentinos, y menos de arte precolombino. Ahora lo estamos reparando.
-¿Cómo surgió la necesidad personal de trabajar aquí?
-Mi amigo Guillermo Bierregaard, del Museo Casa de Japón, que vivió allá 36 años, me dijo que después 6 años, tenía que pensar qué hacer con la experiencia de vivir en otro país. El realizó este sorprendente proyecto y fundó un museo. Sin tanta ambición yo quería dedicarme a la cultura en este país, porque tuve suerte de conocer personas que me enseñaron diferentes perspectivas sobre arte.
-Tu labor de mecenazgo con músicos jóvenes es admirable.
-Gracias a Néstor Tedesco, que es docente y celista de la Orquesta Estable del Teatro Colón. El me presentó a las orquestas juveniles e infantiles de Buenos Aires y así me convirtieron en una de las madrinas. Los ayudé a conectarlos con una fundación holandesa que da becas a jóvenes talentosos. Y pudimos recaudar 10 pasajes a Berlín, para un intercambio con jóvenes músicos alemanes. Lo de Néstor es impresionante: se fue a estudiar música a Nueva York con beca Fullbright, conoció a Yo Yo Ma y pudo seguir su carrera como concertista. Pero volvió a la Argentina con la clara convicción de dedicarse a enseñar música a los chicos con menos recursos.
-¿Y de qué modo entra a tu vida Victoria Ocampo?
-Ese fue otro fuerte impacto. Cuando conocí a la fundadora de editorial Sur, Victoria Ocampo. Ella donó su casa a la Unesco para mantener su casa como el lugar de reunión de ideas y cultura, con expresiones en libertad. Por esta razón fui involucrada en la Comisión Directiva de Villa Ocampo.
-Tu última muestra de fotos fue "Mujeres Argentinas II". Allí otra vez participás con un grupo de mujeres extranjeras. ¿Cuánto de tu mirada de extranjera y oriental se percibe en tus trabajos?
-Esa fue una exposición para celebrar el Día de la Mujer. Expuse con dos fotógrafas argentinas, Paula Taller y Lucila Heinberg. En este proyecto yo empecé a entrevistar mujeres argentinas y a fotografiarlas, con un punto de vista de artista. Mi método de acercarme a la persona es siempre el mismo, tipo Diane Arbus. Cuando me encuentro con las personas dejo mi cámara, nos sentamos a tomar té o mate, hablamos sobre temas de mujeres. Y ellas esperan reírse con mis chistes, con los errores en mi castellano. Cuando las escucho hasta me cuentan sus historias de relaciones amorosas.
Al momento de las tomas, me concentro en capturar un momento. Y en el caso de una mujer me gusta la tranquilidad de ser una misma, en lo interior. Creo que la magia de los retratos no es el manejo de la técnica, sino el momento en que la persona detrás de cámara y la persona frente a ella comparten el espacio. Este espacio es vacío o silencioso. Para mí, significa un rayo de luz. Creo que es la misma sensación que tengo cuando escribo un poema mío en caligrafía, ya que la concentración y disciplina produce un momento de vacío y silencio antes de poner mi pincel con tinta sobre papel.
-¿Cuál es la situación hoy de Villa Ocampo, respecto al proyecto que buscaba que quedara en manos del gobierno?
-No va a suceder, ya que siempre está en manos de Unesco. Villa Ocampo no sólo está declarada como patrimonio cultural de Unesco, sino que es también patrimonio nacional. La nueva directora de Unesco en Montevideo, Lidia Brito, es científica y está muy entusiasmada en hacer eventos culturales y presentar a Victoria Ocampo como la figura importante que fue, con ideas avanzadas para su época.
-¿Cuáles poetas argentinos son de tu preferencia y por qué razones?
-Me gusta mucho la poesía de Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik. De poetas contemporáneos, Ana Griot y Fabián Casas. Y estoy leyendo los poemas de Laura Wittnar, y sentí mucho de la vida de la ciudad de Buenos Aires con bellas imágenes y estilo fragmentario.
Hecho a mano
Por primera vez juntas en una exposición, Marita Lavoisier y María Marta Cortés -madre e hija- presentan parte de su trabajo realizado en materiales y tintes naturales que reflejan la obra de miles de mujeres latinoamericanas que desarrollan su arte textil en silencio: “Con todo respeto nos acercamos a ese conocimiento milenario y entramos a formar parte de esa inmensa trama con un pequeño hilo que es el nuestro”, dice la artista Marita Lavoisier.
En Killka, el público visitante verá en exposición paisajes andinos y personajes que le rinden homenaje al habitante originario realizados en fieltro, además de una serie de 24 rostros intervenidos con piedras, metales e hilos de seda en obras trabajadas conjuntamente que buscan romper con la expresión subjetiva individual. La muestra, declarada de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de Mendoza, continúa abierta hasta el 30 de noviembre en el espacio de Tunuyán, Ruta 89 s/n. Km 14.