Desde los 4 años, la uspallatina Gabriela Antolín disfrutaba de visitar a su tía en el barrio Ujemvi para salir al patio y ver a los aviones pasar por sobre su cabeza. Apenas sentía el sonido de estos pájaros metálicos salía corriendo y posaba su mirada en el aire para volver a entrar sólo cuando se habían perdido en el horizonte. Tanta era su pasión que cuando cumplió los 5 su mamá le regaló un avión de juguete y a los 8 su papá la llevó a ver el despegue del avión de la película "Siete años en el Tíbet", en esa misma localidad.
Así que cuando terminó el secundario ya tenía claro que enfrentaría todas las adversidades para cumplir el sueño de volar aviones. Y así lo hizo.
A sus 30 años, es una de las pocas pilotos comerciales mujeres de Mendoza y, además, una de las grandes impulsoras de la reapertura del Campo de Vuelo de Uspallata el pasado domingo (ver aparte). Junto a ella, que se hará cargo del lugar, trabajaron para concretar este postergado proyecto miembros del Aeroclub San Martín, Municipalidad de Las Heras, Vialidad Provincial y Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).
Un arduo despegar
A pesar de tener claro su objetivo, a la uspallatina se le hizo difícil conseguir su título de piloto privado primero y comercial después. "Empecé a volar a los 18 años porque mi idea era entrar a la Fuerza Aérea pero no pude porque tengo miopía", relató, sin dejar de aclarar que en aviación civil sí permiten usar corrección con lentes.
En el Aeroclub Mendoza (La Puntilla) hizo sus primeras 40 horas de vuelo y se recibió de piloto privado. Allí empezó el camino más difícil. "Tenés que volar 200 horas para ser piloto comercial, y cada hora de vuelo cuesta unos $ 6.000", señaló. Gabriela remarcó que si una persona tiene el dinero lo puede lograr en 2 años, pero que en su caso se tardó varios más. "Me fui a Tierra del Fuego a juntar horas, y también viajé mucho a Villa Mercedes, donde la hora costaba la mitad", recordó. Mientras tanto trabajó de moza, niñera y en un call center para reunir el dinero. En el medio, fue mamá por lo que tuvo que "frenar" un tiempo. "En 2016 me hice socia del Aeroclub San Martín, terminé de hacer las horas que me faltaban y rendí como piloto comercial", contó.
Destino Uspallata
De joven, Gabriela nunca aspiró a trabajar en una línea aérea, pero sí pensó que trabajaría en Alaska donde, por el clima, se manejan mucho por aire. Pero después de tener a su bebé abandonó la idea y abogó por la reapertura de aeroclub de Uspallata.
"Desde hacía rato venía peleando para que limpiaran la pista y la pusieran en uso. Cuando rendí en el Aeroclub San Martín presenté la propuesta", narró la joven. Desde entonces se pusieron a trabajar en conjunto. "El aeroclub se encargó de legalizar todo, presentamos nota en la Municipalidad de Las Heras y ellos nos dieron el terreno en comodato por dos años", indicó.
Así pusieron en condiciones la pista (de tierra) y colocaron un cartel para inaugurarla, ya que la pista aparece habilitada como pública en los registros de ANAC. "La idea sería más adelante poner un hangar para que un avión pernocte y hasta asfaltarla", adelantó. Al ser un Lugar Apto Denunciado (LAD) allí puede aterrizar cualquier avión de entre seis y ocho pasajeros. Su tarea como encargada es mantenerla en condiciones y evitar que crezca vegetación.
Múltiples usos
Además de la posibilidad de tener un lugar de vuelo cerca de su hogar, Gabriela destacó el potencial de la pista en diferentes rubros.
"Está tan cerca del Aconcagua que podría explotarse a nivel turístico", dijo la piloto. También mencionó la posibilidad de recibir vuelos sanitarios. Otra alternativa que se abre es poder brindar a los pilotos entrenamiento de montaña que, tal como aclaró la experta, es muy distinto al del llano.
Una pista que puede tener diversos usos
Con una pista de 2.000 metros de largo por 25 de ancho, en un terreno de 2.000 metros sobre el nivel del mar o 6.000 pies (como se denomina a la altura en el mundo de la aviación), se inauguró el pasado domingo el Campo de Vuelo Uspallata.
Se trata de un anhelo de la comunidad uspallatina, sectores turísticos y de los amantes de la aviación que se hizo realidad tras varios intentos. Allí funcionó hasta 1969 el aeroclub de la localidad pero desde entonces no registró movimiento, salvo cuando vino el actor Brad Pitt a rodar en la zona el film "Siete años en el Tíbet". Si bien en 2013 se anunció su puesta en marcha, nunca se concretó. Para habilitar el lugar trabajaron el aeroclub San Martín, Municipalidad de Las Heras, Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), Vialidad Provincial y Natalia Antolín, la piloto a cargo del lugar.
Cayetano Castro, presidente del Aeroclub San Martín, recordó que la pista estuvo inactiva por más de 20 años por lo que siempre tuvieron en la mira su reinauguración. "Nos motivó la pasión por el vuelo y la importancia de tener una pista en la montaña", aseguró. "Detrás de esto hubo un montón de papelerío que tuvimos que hacer, pero valió la pena porque es muy beneficioso para todos", manifestó Castro.
Por su parte, Gabriel Mostaccio, subdirector de Producción y Desarrollo de Las Heras, dijo que desde el inicio del primer mandato del intendente Daniel Orozco empezaron a evaluar la reactivación de la pista para tener en la zona un lugar para vuelos de emergencia.
Accidentada inauguración
Durante la esperada apertura del Campo de Vuelo de Uspallata, realizada el domingo pasado, se produjo un accidente que opacó por unas horas la tarde de celebración.
Cerca de las 16.30 se registró la caída de la aeronave Aircraft Parts & Development A9 cuyo piloto resultó ileso. Al respecto, Cayetano Castro, presidente del Aeroclub San Martín, explicó que el incidente podría haber sucedido en cualquier otro lado. "Los entendidos en la materia vemos que hubo un error de pilotaje pero nada más", detalló.
