Más muertes por incidentes viales en lo que va del año

Rápidamente, con manejo defensivo, podemos bajar los guarismos de muertes o lesiones graves. Por ahora, por lo sucedido en el primer trimestre del año, nos va mal pero cada uno de nosotros puede aportar algo para cambiar esta realidad.

Más muertes por incidentes viales en lo que va del año

Uno de los temas sobre los que más se insiste desde esta columna es en el manejo prudente, responsable y a la defensiva. Esa preocupación tiene que ver con la alta tasa de incidentes de tránsito que registran nuestras calles y rutas, y en el hecho de que muchos de esos episodios terminan con la vida de personas o dejan a otras con graves secuelas físicas, a veces con discapacidades.

Los datos dan sustento a nuestra alarma. En enero y febrero creció 15% la cifra de víctimas fatales en rutas y calles respecto de los mismos meses de 2013. Aunque todavía es prematuro arriesgar los guarismos de marzo, seguramente las estadísticas seguirán marcando una curva ascendente. Estamos utilizando cifras de la Asociación Voluntarios en Red, muy seria en sus mediciones, aunque debemos decir que en ocasiones sus guarismos no coinciden con los oficiales, los que va midiendo la Policía Vial provincial.

Ya sabemos que al comenzar el año los valores de la irresponsabilidad en los caminos se elevaron mucho por la tragedia de la ruta nacional 7, en San Martín, que se llevó 16 vidas por el acto demencial de un conductor que conducía a contramano.

En enero murieron 14 personas, por debajo de las 23 del año anterior. Sin embargo en febrero fueron 33, un número muy superior a los 17 fallecidos del segundo mes de 2013.

Lamentablemente, Mendoza se encuentra entre las provincias que presentan peores estadísticas en este sentido. En 2013 fueron 248 los decesos por esta causa según Voluntarios en Red, cuya estadística toma también en cuenta los heridos. Las estimaciones que

habitualmente se utilizan para calcularlos multiplican por 20 el número de muertes. Así, en lo que va del año serían 1.100 los heridos. De acuerdo a lo registrado por la mencionada ONG, este año, 90% de los accidentes ocurrieron en rutas y zonas rurales, la mayoría de día.

Respecto de enero, se destaca que la mayoría de los fallecidos eran menores de 4 años y mayores de 56. En tanto, las mujeres han sido las más afectadas. Estas circunstancias llevaron a la entidad a presentar un petitorio en la Legislatura, solicitando que se considere a las rutas 7, 40 y 188, en sus tramos correspondientes a la provincia, como “Rutas de riesgo vial”.

Además, los militantes de la institución reiteraron la solicitud de declarar la emergencia vial y de conformar una comisión especial para la evaluación y unificación de criterios para atender esta problemática.

En el documento se sugiere que las faltas graves sean tipificadas como delitos y no como infracciones; la incorporación del trabajo comunitario como posible medida sancionatoria, regular las horas de trabajo de los choferes de transporte de cargas y una política pública de corto y mediano plazos.

Muchos se lamentan cuando por los medios de prensa o por ser testigos directos se enfrentan con la realidad de siniestros viales de graves derivaciones. En ese momento la alarma es generalizada, y todos, o casi todos, sentimos la necesidad de ser más prudentes.

Desafortunadamente, la prevención se olvida pronto y recomienzan las conductas de riesgo. Hay conductores que imprimen alta velocidad a sus vehículos, en ocasiones una velocidad demencial en rutas que no permiten esas aceleraciones, degradan el respeto de las señales de tránsito y van descartando elementales normas de manejo defensivo.

Celebramos la militancia de los voluntarios de la organización que hemos citado, de los Padres y Familias Preventoras y, por qué no, de las áreas oficiales de Seguridad Vial del gobierno provincial y sus operativos. Sin embargo, hace falta más, mucho más, pero ese valor agregado tenemos que ponerlo los conductores que a diario manejamos por calles y rutas.

En especial, pensamos mucho en los jóvenes y les reclamamos que, por sobre todas las cosas, tomen conciencia. No es posible que circunstancias tan normales y que no deberían implicar mayor riesgo, como salir a bailar o divertirse, terminen con vidas en proyecto y arruinen para siempre la de padres, hermanos y otros deudos que quedan con el vacío del ser querido que se pierde en una colisión o un vuelco, que pudo haberse evitado.

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