Hace pocas jornadas se conmemoró, como ocurre cada año, el Día de la Seguridad Vial, fecha que nos motiva a evaluar la forma de conducir de los mendocinos y en qué nivel estamos frente al flagelo de los incidentes de tránsito, especialmente aquellos que terminan con personas muertas en el lugar o en días posteriores.
En este capítulo, lamentablemente, la situación no mejora pese a los esfuerzos de las autoridades a través de un mayor control, el agravamiento de las penas a infractores de las leyes viales y la difusión de las normas del manejo defensivo que divulgan los especialistas y las escuelas, éstas para concientizar a los alumnos.
Pese a los recaudos, hay en la actualidad más fallecidos y una mayor tasa de mortalidad por accidentes.
Las conclusiones surgen de datos proporcionados por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV).
De acuerdo a cifras de ese organismo estatal, el año pasado fue a contramano de lo ocurrido a nivel nacional, al crecer 21% el número de víctimas fatales entre 2016 -275 caídos- y 2017 -333-. Y la tasa de mortalidad creció 20% (de 14,4% hace dos años a 17,3% el año pasado).
Otro detalle que nos compete localmente es que entre nosotros la mayoría de los fallecidos fueron conductores de automóviles o camionetas (44% de los decesos en 2017); mientras que sólo 25% correspondió a motociclistas).
Más allá de las cifras y su comparación con otros años, los percances de tránsito graves y muy graves no se detienen. El director de Seguridad Vial de Mendoza, comisario Oscar Hómola, hombre experimentado en la materia, consignó que hasta el 28 de mayo (es decir hace más de tres semanas) habían perdido la vida 33 personas que se desplazaban en moto (28 conductores y cinco acompañantes) y 32 en automóviles (19 a cargo del volante y 13 acompañantes). Al lamentable cuadro hay que añadir 12 peatones y 7 ciclistas, y de esa manera llegar a los 84 fallecidos, al culminar el quinto mes del año. Para completar el descorazonador panorama, en las últimas semanas, los caídos por colisiones y vuelcos no han dejado de contabilizarse. Y sólo hablamos de percances fatales, porque episodios graves en nuestras rutas y calles hay muchos más, con una secuela de heridos que causan zozobra en los hogares y ponen en alerta máxima al de por sí saturado sistema de salud pública.
Prioridad urgente entonces para descomprimir este trágico y desalentador cuadro de situación es insistir en practicar la conducción con criterios defensivos, previendo lo que puede hacer el otro y, más que nada, manejar a velocidades moderadas porque no tenemos caminos seguros y no los tendremos en el corto plazo.
Un dato a destacar es que en varios procedimientos realizados en diferente lugares de la provincia, los agentes de tránsito interrumpieron la circulación de vehículos que guiaban personas bajo la influencia del consumo de marihuana, o de ese estupefaciente con el de alcohol (policonsumo).Las autoridades competentes toman cartas en el asunto, pero deberán ser más rigurosas en el futuro y reprimir esas conductas con severidad.
Como se ve, el Estado no puede bajar la guardia ni por un instante en esta materia de supervisar la conducción de automotores y los particulares, pero a estos últimos les seguirá correspondiendo un papel protagónico en esta materia: cuidar su vida y la del prójimo, asumiendo el manejo defensivo de cara a las normas viales.
