Muerte y conmoción en un geriátrico: un anciano senil mató a otro inválido

La víctima tenía 85 años y el victimario 77. Ocupaban la misma habitación. El acusado fue enviado a El Sauce y según el peritaje del Cuerpo Médico Forense es inimputable. El local no contaba con habilitación.

Muerte y conmoción en un geriátrico: un anciano senil mató a otro inválido
Muerte y conmoción en un geriátrico: un anciano senil mató a otro inválido

Un anciano que vivía en un geriátrico de Guaymallén fue asesinado en la madrugada de ayer por su compañero de habitación, que padece demencia senil. Como el autor fue considerado inimputable, la causa será archivada. El crimen destapó irregularidades en la habilitación del asilo y ahora la Justicia investiga posibles responsabilidades de los propietarios. Francisco Olivera tenía 85 años y vivía desde hacía seis meses en el geriátrico "Mis Sueños", ubicado sobre el carril Godoy Cruz al 2000.

"Panchito" -como le decían en el asilo- había sufrido tres ACV (accidente cerebro vascular) que lo sentenciaron a pasar el resto de sus días en una cama; su cuerpo estaba invadido por sondas y algunas escaras; apenas si balbuceaba. También tenía un historial en geriátricos, ya que el hogar de Guaymallén no era el primero en el que había sido alojado.

Desde hace unos meses, Panchito compartía su habitación con José Benito Díaz, un hombre ocho años más joven que él y con algunas ventajas físicas; al menos podía mover su cuerpo a placer aunque vivía aquejado por padecimientos neurológicos, según se informó. Según consta en el expediente que lleva adelante el fiscal Juan Ticheli, a las 5.30 de ayer, Díaz golpeó a Olivera en reiteradas oportunidades, sobre todo en el rostro.

"Fue una sucesión de golpes que terminaron con su vida. A simple vista no tenía heridas de otro tipo", comentó un investigador. La hipótesis de los golpes de puño se ve reforzada por el hecho de que Policía Científica no secuestró ningún objeto contundente y que en la habitación no había nada que hubiese podido ser usado como arma homicida.

"No había nada desordenado ni fuera de su lugar", agregó el pesquisa ante una consulta de este diario. La confirmación de la causa de la muerte llegará recién la semana que viene, después de que el Cuerpo Médico Forense termine la necropsia. Inimputable Cuando ocurrió el hecho, los diez abuelos que viven en el asilo estaban a cargo de una asistente geriátrica que escuchó los ruidos que provenían de la habitación ocupada por Olivera y Díaz.

Al entrar, se encontró con un panorama tétrico y conmocionante: Panchito apenas tenía signos vitales mientras que Díaz estaba sentado en su cama, preso de un ataque de llanto. La empleada se comunicó con una ambulancia privada y con las dueñas del lugar, dos hermanas llamadas Cristina y Norma. Sin embargo, como la asistencia médica tardó en llegar, llamó al 911. Los profesionales que concurrieron al geriátrico fueron quienes certificaron el deceso de Olivera.

La mañana de ayer en el asilo comenzó con un anciano trasladado a la morgue y el otro al Forense, donde fue atendido por médicos que diagnosticaron que padece un severo cuadro de demencia senil. Esta enfermedad cerebral -caracterizada por una pérdida progresiva de las funciones cognitivas que provoca una incapacidad para realizar actividades diarias y puede afectar la memoria, el lenguaje, la atención, la pérdida de orientación espacio-temporal y de identidad- llevó a determinar que Díaz es inimputable, lo que provoca que la causa quede a un paso del archivo.

"Lo que la ley establece es que en un caso como este, el autor sea internado para que se lo restablezca", indicó el fiscal Ticheli. Por eso, ayer mismo Díaz pasó a ocupar una cama en el hospital neuropsiquiátrico El Sauce -también de Guaymallén- donde quedó internado por orden de la Justicia.

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