En los últimos cinco años, buena parte de los muertos en accidentes de tránsito viajaban en moto. Los motociclistas aportan la mitad de las fatalidades o son víctimas de lesiones invalidantes permanentes debido a colisiones.
En muchos casos, la imprudencia seguramente podrá ser atribuida a los conductores de otros tipos de vehículos, pero el tránsito por nuestras calles y rutas demuestra, a simple vista, los riesgos aceptados por no pocos motoristas, empeñados en sacar ventaja a su movilidad en medio del tránsito pesado.
Más motos en la vía pública, más lesionados en accidentes y lo que es peor, muchos muertos o lesionados con secuelas de discapacidad permanente entre quienes sobreviven a fuertes impactos y no fallecen.
La disposición al riesgo va aparejada a la juventud de los conductores. Casi la mitad de los fallecidos en episodios con motocicletas tenía entre 20 y 35 años.
Causa pena y alarma ver todos los días las noticias de muertes de motociclistas en accidentes que ocurren en las calles de las ciudades mendocinas y en las rutas de la provincia.
Las víctimas son generalmente jóvenes que concurren a sus trabajos, se desempeñan laboralmente con estas máquinas (delivery), se desplazan al cursado de estudios o por razones recreativas. En este último caso, hay un voluminoso parque de usuarios.
Los organismos del Estado, encargados de la seguridad del tránsito y el otorgamiento de licencias de conducción, deberían tener una reacción mayor.
Pero, es indudable que los particulares deben aportar, y mucho, de su parte. Se trata de defender la vida de cientos de personas que anualmente mueren por esta causa en Mendoza.
Se observa la existencia de una inversión pública en ciclovías. Entonces pensamos: ¿no requeriría el tránsito de motocicletas, por su volumen y peligrosidad, el diseño de un sistema de vías seguras para su desplazamiento, tal vez por calles de tránsito reducido, en lugar de mezclarse con el tránsito de las grandes vías?
Pero, claro, en los grandes caminos provinciales (rutas 40, 7 y otras) esta distribución no se podría aplicar y allí lo único válido es apelar a la sensatez de los que conducen estas máquinas.
Son muchas las precauciones que se deben adoptar al disponerse el manejo de estos rodados, pero lamentablemente no se toman; inclusive, en determinados momentos de la conducción se asumen riesgos que no están en el manual del manejo a la defensiva.
Lo dicho sin considerar, por otra parte, las malas o imprudentes maniobras de terceros rodados (autos, colectivos de pasajeros y vehículos de carga), situación en la que siempre llevan la peor parte los conductores de rodados de dos ruedas y sus acompañantes.
Manejar una moto requiere -como reiteradamente ha repetido el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi)- un conocimiento profundo de las leyes de tránsito, un uso responsable del rodado y una actitud de amparo con respecto al resto del tránsito. Lamentablemente esto no ocurre en el país, mucho menos en la provincia.
En lo que va del año (datos válidos hasta el sábado 31 de marzo), han muerto 50 personas en diferentes incidentes de tránsito. Y de ese total, los fallecidos que iban en moto alcanzan a 24.
Sostenemos que se requiere la inmediata puesta en vigencia de una campaña de educación vial que difunda normas de seguridad a cumplir por los conductores de motos y el debido respeto a ellos por parte de los conductores del resto de las unidades que se desplazan por calles y caminos.
Los municipios del Gran Mendoza deberían coordinar políticas comunes de seguridad de los motociclistas. Si no se ponen en vigencia medidas para lograr el tránsito seguro de estos vehículos los accidentes seguirán creciendo en igual o mayor proporción.