Tras la muerte accidental de un niño de siete años, vecinos del barrio Paulo VI incendiaron y saquearon la casa del dueño del carro metálico que aplastó al pequeño.
La Policía tuvo que movilizar más de cincuenta efectivos para controlar la situación -hubo una batahola con piedras y cartuchos de fogueo- y poner a salvo a la familia del dueño del carro.
Los vecinos, exaltados, le explicaron a la Policía que ya le habían advertido al hombre que el carro que dejaba en la vereda podía ser peligroso.
Cerca de las 10 de ayer, el niño Leandro Benjamín Gómez, de 7 años, domiciliado en la manzana K, casa 25 del barrio Paulo VI de Godoy Cruz, se encontraba jugando en la esquina de Rawson y Vélez Sársfield (que separa ese barrio de Los Peregrinos), donde había estacionado un carro metálico de dos metros de largo por dos de ancho.
Accidentalmente, el carro se dio vuelta y aplastó al menor, lesionándole seriamente la cabeza.
Muerte
La situación fue percibida por algunos vecinos que llamaron a la Policía, al tiempo que la noticia corría también entre los vecinos del barrio Paulo VI.
Una ambulancia del Servicio de Emergencia Coordinado llegó hasta la esquina donde se produjo el accidente y los médicos decidieron trasladar al menor hasta el hospital Central.
Cuando el pequeño llegó al hospital se constató que había muerto como consecuencia de los graves traumatismos que le produjo el carro, sobre todo en la cabeza, lesiones que incluso le provocaron pérdida de masa encefálica.
Al conocerse la trágica noticia, familiares y vecinos del chico, que aún estaban frente a la casa de Gerardo David Amaya Ibáñez (29), el dueño del carro, sacaron la moto del hombre, una Bajaj de 135 centímetros cúbicos, y la incendiaron.
Los cuatro policías que en ese momento estaban en el lugar alcanzaron a sacar a Amaya y a su familia para que no fueran agredidos y los bomberos se encargaron de extinguir las llamas.
Saqueo e incendio
La situación parecía que se había calmado, por lo que personal de Científica pudo realizar las pericias en el lugar donde el pequeño había sido aplastado.
Pero, cuando los uniformados de la comisaria 52 -ubicada muy cerca del lugar, en el barrio La Gloria- se retiraron, la gente volvió a exaltarse y comenzó a saquear la vivienda de Amaya y luego la incendiaron.
Se produjo una verdadera batalla campal: los vecinos tiraban piedras y los policías dispararon balas de goma para dispersarlos.
"Era un grupo de unas 50 personas, por lo que se convocó a personal de Cuerpos Especiales para controlar la situación", explicó el comisario Cristian Carvalho, responsable de la comisaria 52.
Cerca del mediodía de ayer la situación parecía controlada, aunque unos 20 uniformados seguían en la zona a la espera de que el fiscal a cargo decidiera cómo proceder.