El esperado final de "Argentina, tierra de amor y venganza" dejó mucho para analizar. Con un último capítulo cargado de tensión, amor, amistad y la sensación de injusticia por la falta de castigo para los villanos, la telenovela de El Trece cerró su primera temporada con un desenlace abierto y la promesa de continuar en el futuro.
La noche arrancó con Lucía (Delfina Chaves) rescatando a Bruno (Albert Baró), Raquel (China Suárez) y a toda la banda de ser asesinados por Torcuato (Benjamín Vicuña), Trauman (Fernán Mirás) y Alicia (Mercedes Funes).
Antes de ser llevados por la Policía, los hermanos Ferreyra decidieron quitarse la vida arriba de un móvil policial. "No me puedo ir preso, no puedo. Esta vez no hay salida, son demasiadas pruebas en mi contra, demasiadas. Este es el fin, Alicia. Pero no me van a ver tras las rejas, no señor. Siempre traigo esto conmigo, por si me agarraban. Por si las cosas salían mal. No voy a ir preso, no puedo ir a la cárcel, es rendirme", dijo el personaje interpretado por el chileno, mientras sacaba un frasco de su bolsillo.
Él se lo tomó y Alicia en un intento desesperado por absorber el veneno le dió un beso en la boca. Cuando los oficiales subieron al patrullero los encontraron abrazados y con los ojos cerrados y aparentemente muertos.
Así lo confirmó el personaje de Mirás, que pasó por el lugar esposado directo a cumplir su condena, aunque no por mucho tiempo.
Luego llegó un salto temporal de seis meses. En un triunfo del amor, las parejas protagónicas tiene el final que se merecen. Primero, Aldo y Raquel tuvieron una boda judía. Y después, Lucía y Bruno fueron los que dieron el "sí" en una ceremonia cristiana.
Con el relato en off del personaje interpretado por Delfi Chaves, se conoció el destino de cada uno de los sobrevivientes de la historia, llegando a un aparente final.
Pero la sorpresa más grande estaba guardada para los últimos minutos del episodio. La historia volvió a dar un salto en tiempo, pero esta vez de 20 años.
Ubicados en Buenos Aires de 1962, dos jóvenes sentados en la barra de un bar sostienen una fotografía de la banda. "Iban por abajo, se metían en todos lados. Buenos Aires está lleno de túneles que se hicieron para el contrabando. Lo que te digo es cierto. Mirá, este tipo es el que mató a mi viejo, y esta polaca que ves acá es la que se cargó a todos los burdeles. Dicen que le voló las pelotas a un fiolo", dijo uno de los muchachos.
Entonces, reapareció Samuel Trauman, que esta vez estaba atendiendo el bar, y del otro lado de la barra, lanzó: "Vos sabés que desde hace diez años una vez por mes escucho un pelotudo que cuenta esas historias... Son mentira. Siempre cuentan esas cosas. ¿Conocés la del chino que se metió en el culo un cepillo de dientes? No, porque es mentira. Pero siempre la cuentan igual. ¿A vos te parece? No existieron los túneles, no existió la banda. ¿Una banda de mujeres, en esa época? Por favor… ¿Unas putas que destruyen a los fiolos? ¿Desde cuándo?".
En la misma escena se la vió a Raquel, que quedó paralizada al reencontrarse y volver a cruzar miradas con el cafisho. En tanto, la cámara se quedó con el muchacho que le estaba mostrando la foto a su amigo mientras subía a un taxi. "Estaba ahí", comentó nervioso, nervioso, a una mujer que está sentada al lado, en referencia a la Polaca. "Calma, paciencia. La venganza lleva su tiempo", le respondió una inconfundible voz: Alicia Ferreyra. Y con la cara de la villana como plano final, apareció la mejor promesa para los fanáticos: "Continuará".