El último tripulante que quedaba vivo del B-29 que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, lo cual aceleró el fin de la Segunda Guerra Mundial y empujó al mundo a la era atómica, falleció en Georgia, EEUU. Theodore VanKirk, también conocido como “Dutch”, falleció el pasado lunes de causas naturales en la casa de retiro donde vivía en Stone Mountain, Georgia, dijo su hijo Tom VanKirk. Tenía 93 años.
VanKirk participó en casi 60 misiones de bombardeo, pero fue una en el Pacífico la que le aseguró un lugar en la historia. Tenía 24 años cuando ofició como navegante del Enola Gay, el B-29 Superfortress que lanzó la primera bomba atómica en tiempos de guerra sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. VanKirk formaba equipo con el piloto Paul Tibbets y el artillero Tom Ferebee en el recién creado Grupo Compuesto 509 de Bombardeo para la Misión Especial 13.
La misión salió a pedir de boca, dijo VanKirk en una entrevista en 2005. Guió al bombardero en medio de la noche, con un retraso de sólo 15 segundos, dijo. Cuando la bomba de 4.082 kilos apodada “Little Boy” (Niño pequeño) caía sobre la ciudad dormida, él y los demás tripulantes esperaban escapar con vida.
No sabían si la bomba iba a explotar y, si lo hacía, si la onda expansiva destruiría el avión. Así que empezaron a contar hasta llegar a los 43 segundos que les informaron demoraría en detonar, y lo que hubo fue silencio.
“Creo que todos en el avión concluyeron que no estallaría. Parecía mucho más tiempo de los 43 segundos”, recordó VanKirk.
Entonces llegó un enorme fogonazo de luz. Y luego una onda de choque, y después otra.
La explosión y sus efectos dejaron 140.000 muertos en Hiroshima. Tres días después, una segunda bomba atómica devastó Nagasaki, donde dejó 80.000 muertos. Seis días más tarde Japón se rindió.
El funeral de VanKirk está programado para el 5 de agosto en su ciudad natal de Northumberland, Pennsylvania.