Marvel no nació como Marvel, sino como Timely Comics (1939), editorial fundada por Martin Goodman. A los 18 años, el protagonista de esta historia, Stanley Martin Liebe, más conocido como Stan Lee, ya era Editor en Jefe, cargo que mantuvo hasta 1972.
En 1951 la empresa se llamó Atlas, para quedarse con el definitivo Marvel en 1961, ya bajo la tutela exclusiva de Lee, quien falleció ayer en Los Ángeles. Tenía 95 años.
"Hoy hacemos una pausa y reflexionamos con gran tristeza sobre el fallecimiento de Stan Lee", publicaron ayer Marvel y Disney (que compró la editorial en 2009) en Twitter.
Y ciertamente, no menos que una pausa y una reflexión suscita esta noticia, porque el excéntrico escritor fue un genio y a la vez un precursor: veía cosas que otros no, ya desde muy joven. Por ejemplo, Goodman -su jefe de entonces- no creyó que la idea de un "Spider-man" fuera buena. "Esto no va a funcionar: la gente le tiene miedo a las arañas", le comentó entonces. Lee sólo rió, y siguió con el proyecto, dueño de una visión "arácnida" para las historias. Y los negocios.
Como todo hombre fuerte de una editorial, Lee tuvo también sus detractores. La mayoría, escritores y dibujantes que tuvieron que partir de aquella casa. Más de uno guarda para sí la verdadera historia del nacimiento de los personajes (internas para nada románticas) y aseguran que al editor estrella de la gran M lo movía más la ambición que el arte.
Un ejemplo: She Hulk fue la última gran creación que Stan Lee hizo para Marvel ("Savage She-Hulk #1", febrero de 1980). Creó al personaje junto con el artista John Buscema urgido por la idea de que, con el éxito de la serie televisiva, más tarde más temprano, vendría una versión femenina del héroe (a la manera de la Mujer Biónica). Y, por supuesto, él no se iba a perder los derechos de esa versión...
Su manual de estilo
Pero más allá de su amor por los flashes y el dinero (quién no), el excéntrico escritor fue además un visionario de la historieta. Empezó guionando al chauvinista de Capitán América (aunque no lo "inventó") para después ponerse al frente de la edad de plata del comic norteamericano y crear a los otros musculosos más famosos del mundo, que con un toque de humanidad y gracia le coparon la parada a DC.
Hizo de Marvel una “fábrica de ideas”, a partir de reglas muy simples (se pueden deducir fácilmente de sus entrevistas; y de su trabajo, claro):
Los superhéroes tenían que tener uno o más puntos débiles.
La gente debía identificarse con ellos. El secreto del negocio del comic, es que el público se quede con ganas de más, ni bien lea el globito "to be continued" ("continuará"). Tanto así como para pagar por otra entrega.
El humor no podía faltar. La mejor manera de tomarse en serio a los cómics, es no tomárselos en serio.
Nunca quedó muy claro hasta qué punto las historias eran ideas de él y hasta qué punto eran autoría de los dibujantes; porque su método para hacer personajes y tiras era bastante polémico y efectivo.
A saber: a) Imaginaba un personaje (si es que no existía, claro). b) Escribía un resumen del héroe y de la primera historia. c) Se lo pasaba al dibujante para que éste tuviera libertad total (algo que puede leerse también: para que se las arreglara como pudiera). d) Recibía el trabajo con un acabado fino, pero con los globos vacíos; y Stan los terminaba.
Pero más allá de esto, está claro que Stan Lee era un genio (¿o acaso no lo repetimos todas las mañanas?), porque fue líder de un equipo que cambió para siempre la manera de hacer historietas, y con eso, la forma que tenían los lectores de consumirlas.
Siempre aspiró a más.
Él quería llegar a ser algún día como Burroughs o Conan Doyle (sus escritores favoritos). Por eso en un principio buscó un seudónimo... para no manchar su verdadero nombre con historias de tebeos. Él reservaba para sí un futuro lustroso en las letras y no en las tintas. La vida te da sorpresas...
Pero está claro que Lee, más allá de las morisquetas, de su aspecto campechano, de su ego tamaño La Roca o La Mole, era una persona culta.
En sus creaciones (Spider-Man, X-Men, Iron Man, Thor, el Doctor Strange, Daredevil, Los Cuatro Fantásticos, el increíble Hulk, los Vengadores y Pantera Negra, por nombrar algunos) hay síntesis de clásicos, hay mitología (salió a "buscar" un dios nórdico como Thor, cuando necesitó un superhéroe más fuerte que Hulk, por ejemplo), hay sentido común y fantasía.
Su frase de cabecera era que la gente quiere vivir historias que trasciendan las vidas comunes, las rutinas. La clave del éxito de "Stan, The man" no fue hacer viñetas, sino fabricar fantasía.