Si no puedes con tu enemigo… únete a él. Es una frase hecha que no se suele poner en práctica pero… siempre es una opción. Cuando hay niños pequeños en una casa, cada vez que agarran una birome, un marcador o un lápiz de color, sus progenitores se colocan en posición de pre-alerta, atentos a lo que la criatura va a hacer con ese arma destroza paredes y muebles. Si en lugar de eso, logramos canalizar sus deseos de impregnar con la tinta cualquier superficie a su paso, quizás podamos convertirlos en un punto a nuestro favor, y conseguir muebles muy originales, únicos y, sobre todo, muy personales.
Eso es lo que hizo, por ejemplo, la estadounidense Pamela Bell, que en lugar de tapizar sus sofás y sillones de estilo con alguna tela de moda, lo que hizo fue usar una tela blanca y dejársela a sus hijos y sus amigos para que hiciesen con ella lo que les pareciera. El resultado… supongo que es cuestión de gustos.
Un sillón de dos cuerpos de estilo pintado por niños es algo insólito, casi tanto como uno contemporáneo, como este de Ikea, que han pintado los hijos de la novelista Corine Gantz y que también ha quedado muy divertido. Lo mejor es que puede ir cambiando con el tiempo. Es una obra de arte en continuo crecimiento.
Y estos otros muebles no han sido pintados en realidad por niños, pero podrían haberlo sido perfectamente. Llenar los armarios o las mesas de garabatos es una forma de que encajen en ambientes transgresores y rompedores. El armario y la pareja de mesitas de luz se inspiran en el resultado de la expresividad infantil.