Mucho menos plástico, una aspiración

Nuestro día a día está envuelto en plástico: bolsas, botellas, envoltorios,... pero crece la conciencia de ir prescindiendo de ese elemento.

Mucho menos plástico, una aspiración
Mucho menos plástico, una aspiración

Estamos en el mes consagrado al medio ambiente, cuya jornada de conmemoración  fue el pasado 5 de junio, según lo propuesto por  la (ONU) con el fin de sensibilizar a la población mundial sobre tal problemática.

Uno de los aspectos -son múltiples las razones de la contaminación- en el que queremos seguir insistiendo es el uso y abuso de los plásticos.

Contra ello  gana atención y anima a ambientalistas, periodistas, legisladores y políticos el concepto de mercociudades, una asociación conformada por urbes del Mercosur y la Unasur, que entre sus objetivos tiene uno referido a la reducción del uso del plástico.

Una de las imágenes de esta campaña, es una hermosa secuencia denominada “Atardecer en plástico”, de la fotógrafa ecológica inglesa Débora Maw, en la que se ve el sol ocultándose en el horizonte y en primer plano una planta autóctona envuelta casi totalmente por un plástico transparente para envolver objetos. El problema es que cada vez se usan más estos elementos por su costo reducido, su resistencia al deterioro y su impermeabilidad, no obstante que muchos de ellos no son susceptibles de reciclaje y de ese modo contribuyen en forma directa a la contaminación.

Y aunque estamos lejos de  desprendernos de estos objetos, deberíamos empezar a hacer algo por modificar nuestros hábitos. El valor social en estas decisiones es primordial.

La Unión Europea (UE) llegó a un acuerdo en enero pasado para prohibir a partir de 2021 algunos artículos de plástico como cubiertos, platos, pajitas, botellas, tapones, envases, toallitas, compresas, etc.. Según cálculos de la UE los platos y cubiertos de plásticos suponen casi el 70% de los residuos plásticos que contaminan las aguas y las playas.

Claro que a veces, es complicado desprenderse de estos utensilios por no tener nada para reemplazarnos. Alguien en un hospital tiene que tomar agua y compra un envase no reciclable con el líquido y lo hace en un vasito descartable.

De todos modos, en nuestro medio se están promoviendo acciones que se sintetizan por la aplicación de las tres erres ecológicas: reducir, reutilizar y reciclar.

Inclusive, habría que retomar la iniciativa de la diputada, Analía Jaime, quien presentó un proyecto de ley para crear el Programa Provincial de Reducción Progresiva de Plásticos de Uso Único. Un aporte que puede ser ampliado y enriquecido.

La realidad mendocina, lamentablemente, es muy rica en imágenes como la captada por la fotógrafa Maw, esa donde se señala que canales, acequias, los costados de algunas rutas, espacios abiertos y muchos lugares más están agobiados por la basura.

Según cifras que maneja la Dirección de Protección Ambiental, dependiente de la Secretaría de Ambiente, del total de desechos que cada ciudadano mendocino genera por año, 13% es plástico y el mismo porcentaje se da en el ámbito nacional.

La creación del programa de referencia, si se materializa, va a servir mucho en el plan de reducción del plástico de uso único (elementos descartables).

Habrá que ver qué posibilidades tienen los sectores de la industria gastronómica de acompañar la idea, ya que el momento económico no es fácil pero el tema amerita todo esfuerzo posible.

También hay que plantear que puede hacer el ciudadano común para integrarse a este modo de vida y adoptar soluciones a su alcance, como usar bolsas de tela en las compras diarias; elegir botellas de vidrio o recicladas para el agua; tratar de prescindir de los alimentos envasados con este material y hasta llevar su propia taza o vaso a la cafetería. Son pasos  pequeños, pero suman.

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