Juntos fueron dinamita. Separados, ¿serán pólvora mojada? Los sindicalistas Hugo Moyano y Pablo Micheli acordarán en las próximas horas un encuentro a solas para tratar de salvar la estrategia de "unidad en la acción" que permitió el exitoso paro general del 20 de noviembre y que ahora está en riesgo ante la huelga que impulsa la CTA opositora.
El congreso nacional ceteísta había llamado a parar el 15 de mayo con la idea de coordinar la protesta con la CGT Azopardo y, ante las dudas de Moyano, pasó la fecha para el miércoles 29. Pero el líder camionero no cambió de opinión.
Con su partido político lanzado oficialmente, cree que una medida de fuerza que no garantice un alto acatamiento es un peligro: un paso en falso será pura ganancia para el Gobierno nacional.
Por eso, en el entorno de Moyano repiten, que "son tiempos políticos, no sindicales", mientras que los allegados a Micheli creen que lo mejor que podría hacer el líder cegetista para fortalecer su proyecto político es precisamente no ceder ni un milímetro en el terreno gremial.
Después de todo, los bancarios están al borde de un plan de lucha y los sindicatos estatales alineados con la CGT Azopardo y la CTA disidente harán el próximo viernes un paro nacional con movilización. ¿Podrá Moyano mantener a su central obrera como testigo y no como protagonista de tanto malestar?
Micheli asegura que la huelga con movilización a la Plaza de Mayo se hará, sí o sí, el 29, e incluso en la CTA dura ya se habla de que será un "paro social" porque invitarán a sumarse a organizaciones no gubernamentales y organismos de derechos humanos.
Aun así, cuando se reúna con Moyano, Micheli jugará una última carta para convencerlo: si el pope camionero mantiene su desconfianza sobre la contundencia de la protesta antikirchnerista, le ofrecerá levantar el acto callejero, que implica mayores riesgos.
Además del encuentro a solas, ambos se verán las caras el jueves, en el Congreso, durante la sesión especial que pidió el diputado Víctor De Gennaro (Unidad Popular), con el apoyo de 25 legisladores de otras bancadas, para darles tratamiento a más de 50 proyectos que siguen cajoneados, como asignaciones familiares y 82% móvil.
De todas formas, es difícil que Moyano y Micheli compartan algo más en estos tiempos: sus planes políticos son muy distintos. El líder cegetista presentó su Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET) ante un Luna Park colmado de militancia camionera,y pocas propuestas concretas.
Hubo bastantes peronistas disidentes (desde Roberto Lavagna hasta Francisco De Narváez, pasando por Aldo Rico) y ausencias llamativas. Por eso cerca de Moyano hicieron circular las adhesiones de José Manuel de la Sota, Daniel Peralta y Alberto Fernández, por ejemplo.
El que admitió cómo incomodan en el moyanismo algunos potenciales aliados de centroderecha fue Juan Carlos Schmid (dragado y balizamiento), que, en su discurso, atribuyó al "misterio de la práctica política" la existencia de "actores y prácticas opuestas a lo pensamos".
Días después, Facundo Moyano hizo público que él "no votaría a Macri en ninguna circunstancia", pero pareció hablar en nombre de su padre.
Micheli, entretanto, está al borde de aceptar la postulación a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires: el jueves pasado le planteó a la cúpula de la CTA opositora que le gustaría mantener su cargo y también competir por una banca en las elecciones, como parte de la nómina del Frente Amplio Progresista (FAP), pero que, debido a sus problemas de salud, no podrá asumir simultáneamente ambos desafíos.
El debate interno estuvo dividido y Micheli dijo que se tomará diez días para meditarlo. Pero en las filas ceteístas dudan de exponer a su líder detrás de Margarita Stolbizer, del GEN, o secundando a Raúl Alfonsín, del radicalismo bonaerense. Muchos más interrogantes dejaron en el sector de De Gennaro las afirmaciones de Hermes Binner de que podría llegar a aliarse a Macri "si las cosas están complicadas" en el país. Luego el socialista salió a relativizarlo.
Como Moyano, Micheli y sus socios políticos también saben que si no expanden sus aliados podrían perder las elecciones y quedar a merced del aparato K. Ya tuvieron un anticipo: la asamblea ordinaria de ATE Capital, de la que proviene Micheli, terminó el jueves pasado con un ajustado triunfo oficialista y acusaciones de fraude de la oposición interna.