Como todo preso que se precie de tal, Humberto Fraile llega a la entrevista carcelaria cargado de copias de expedientes ajados. Este hombre nacido en Viña del Mar, de 52 años, sabe de encierros (estuvo en Devoto, Olmos, Rawson, la U9 de Neuquén y Boulogne Sur Mer de Mendoza) y sabe tratar con la prensa.
Hace 18 años fue uno de los cabecillas del motín más importante de la historia carcelaria de Mendoza y hoy es uno de los 250 internos del Centro Penal 5 de General Roca, Río Negro, donde cumple condena por diversos atracos de tipo comando.
Viste una camisa blanca de marca reconocida y como ha terminado la secundaria y tiene para sí que sabe expresarse, se presenta correctamente: "Buenos días", dice con su acento chileno intacto, y se sienta en una sala de la cárcel con un custodio que hará las veces de comisario periodístico durante la entrevista.
-Han pasado 18 años de aquel motín, ¿cuál es tu reflexión de aquellos 3 días?
-Que de nada sirvió aquello. Los motines no tienen que servir para algo, lo sé, pero aquel fue tan extraño que en un momento yo pensé que iba a servir para al menos cambiar un poco el sistema penitenciario de Mendoza. Y veo que nada de eso pasó. Murieron cuatro presos después de que terminó; hubo cambios, pero para que nada cambiara. El motín de Mendoza, del que yo no fui el líder sino quien frenó la masacre que se iba a desatar, tuvo una sola finalidad: echar al director de la época, Ernesto Espeche, porque el hombre había frenado algo los negocios que se hacían -y creo que se hacen- dentro de los penales. Negociados de penitenciarios, tráfico de drogas, torturas y demás.
-Pero vos figurabas como uno de los líderes.
-La verdad es que yo intervine para que no ocurriera una masacre. Porque eso querían. Por eso desde la Policía los desafiaban a los presos que tenían rehenes civiles con frases como 'Dale, matá a uno'; eso habría sido suficiente para un desastre. Por otra parte, confieso que usé un poco todo eso con la idea de fugarme; todo preso siempre piensa en fugarse.
-¿Quién armó el motín?
-Lo armó una parte fuerte de los que por la época manejaban el SP (Servicio Penitenciario). De hecho, yo lo dije en el juicio. La tarde del motín era un día en que siempre se hacía la festividad de la Vendimia en la rotonda del penal. Siempre iban autoridades del Gobierno y hasta algunas Reinas. En esa oportunidad no fueron funcionarios, ni Reinas, ni estaban los penitenciarios más viejos: habían llevado a chicos jóvenes y habían cambiado el lugar del festejo. Solo había grupos de folklore -casi todos familiares de presos- y habían dejado todos los pabellones sin llaves. Es ahí cuando salen los presos a tomar los rehenes, que eran todas personas que no tenían nada que ver: chicos con músicos y los agentes jóvenes que llevaban menos de un mes trabajando. A Espeche le habían dado unos días de vacaciones.
-En el juicio dijiste que evitaste que violaran a guardiacárceles.
-Y fue así. Imagínate que eran 500 internos empastillados y hasta alcoholizados y salieron a la luz algunas broncas que siempre hay entre presos y penitenciarios. A un chico (agente) lo salvamos con mi amigo Barloa cuando le iban a meter un palo en el ano; se los sacamos de las manos. Nosotros estábamos preocupados por sobrevivir, por parlamentar con el Gobierno y también porque no violaran o mataran a un guardia.
El motín transcurrió en paralelo con una Fiesta Nacional de la Vendimia que tuvo como figura política central al entonces presidente Fernando de la Rúa, asumido apenas tres meses antes. Y mientras los carros desfilaban a unas pocas cuadras, Fraile con otros dos “voceros no líderes” más, aclara, se reunieron con una comisión de legisladores en el Museo Cornelio Moyano para llegar a una salida “sin muertos”.
Eso se logró. Los muertos de a poco, llegaron con los años.
-Vos sos uno de los pocos líderes que no fue asesinado.
-Yo junto con mi amigo Miguel Barloa; de hecho fuimos los dos que llegamos a juicio porque los otros cuatro fueron asesinados. A Barloa lo quisieron matar en Ezeiza, pero se salvó.
La razón asiste a Fraile. Luego de que el motín terminara sin muertos; los llamados líderes fueron enviados a distintos penales del país por cuestiones de seguridad.
-Al menos sobreviviste…
-Sí, a mí me salvó la prensa. Siempre lo digo. Yo estuve preso en Neuquén después del motín y mi abogado me dijo: "Hacete conocido en la prensa; así va a ser más difícil que te maten". Y tenía razón.
Libre pero poco
Luego de quedar libre en Neuquén, Fraile se instaló en esa ciudad, donde también había sabido ganar la atención de la prensa en su calidad de "preso inteligente consustanciado con los derechos humanos". Junto con un legislador de Libres del Sur, Jesús Escobar, se presentaba como asesor en temas penitenciarios.
Pero al año de haber sido absuelto en Mendoza por el motín, "El Chileno" volvió a las páginas policiales al caer acusado de una serie de atracos resonantes en el Alto Valle. "Esta noticia nos causa mucho dolor. Hicimos todo lo posible para lograr su reinserción", dijo el ex diputado Jesús Escobar al diario La Mañana de Neuquén, para quien Humberto Fraile realizó trabajos como asesor.
Escobar explicó que "trabajó con nosotros hasta más allá de mitad de año. Le conseguimos un plan de empleo, él ya había pagado su deuda con la sociedad e intentamos ayudar en su rehabilitación. No nos arrepentimos del espíritu con el que lo hicimos", agregó el por entonces subsecretario de Derechos Humanos del municipio. "Pero si no hay una política seria de reinserción social, con trabajo digno, pueden pasar estas cosas".
-Volviste a caer rápidamente después de quedar libre.
-Sí, es verdad. Solo tengo para decir que no se me ayudó mucho desde el Estado para que yo no volviera a robar. En este país hay un buen presupuesto para ayudar a los presos a no caer en la reincidencia. ¿Qué se hace con esa plata?
En los registros periodísticos Fraile figura en golpes comando a empresas importantes, financieras, metalúrgicas y joyerías del Alto Valle. Algunos de esos atracos fueron millonarios y la plata nunca fue hallada.
-La verdad es que caíste muy rápido.
-Morí en la mía. En la del pistolero. Por más que conmigo se han cometido injusticias procesales; por ejemplo, soy el único detenido juzgado dos veces por la misma causa. Y muchas veces me perdí de beneficios por no ser informante del sistema penitenciario; informante es buchón. Igual nunca maté ni violé a nadie.
-Todos los presos dicen lo mismo.
-Pero lo mío es verdad. Yo estoy preso pero mis hijos están bien; pudieron estudiar y son gente de bien. Gracias a su madre; hoy, 27 de febrero, es su cumpleaños y aprovecho para saludarla. Puedo decir que lo intenté cuando me puse una pyme de la construcción, pero no es fácil. Además, a todos les conviene el delito, al Estado, a los jueces; el día que no haya delitos toda esa gente va a tener que salir a laburar.
-Siempre decís que la plata de tantos asaltos fue a parar a tus hijos.
-Algo a los abogados pero la mayor parte a mis hijos, que, por pedido mío, se han cambiado el apellido. Y les he pedido que no vengan a verme. Nunca han pisado una cárcel.
La moral
-Siempre aparece la pregunta de índole moral basada en el sentido común: llevás más de la mitad de tu vida adulta preso, ¿hiciste negocio?
-Yo también me lo pregunto. Pero fue una decisión de vida. El de ser pistolero, con todo lo malo que acarrea eso. Igual, nunca me arrodillé ante el sistema. Estoy pagando mi deuda con la sociedad -como dicen-. Me escapé y volví a caer muchas veces. Pero siempre en la mía.
-Nunca los asaltantes cuentan sus golpes…
-Y, es porque no se puede hablar de los robos porque hay muchos que están sin resolución. Últimamente los chorros que trabajan en eso les roban a los narcos. Y hablo de gente que aparentemente es un empresario pero en realidad son narcos. Los chorros que manejan información lo saben; por eso van y les roban o los secuestran. A ellos, a los narcos, les cuesta poner la plata en el banco ahora.
-Si bien en general tenés buena conducta, registrás hechos de mala conducta en la cárcel.
-Los psicólogos de los penales dicen que cuando un preso no se queja es porque ya está resignado. ¿Cómo no te vas a quejar en una cárcel en Argentina donde se violan todos los derechos que están en la Constitución? El día que no me queje, es porque estoy entregado al sistema.
Pregunta
El sonido ambiente de la entrevista está contaminado de los impactos metálicos que las rejas provocan al chocar entre ellas, es el audio que se repite en las cárceles.
Antes de irse con sus papeles, Fraile se detiene y pregunta: “Vos elegiste ser periodista y yo pistolero. Mis hijos tienen una casa; ¿vos le compraste una casa a tus hijos?”
Los muertos después de la sedición
Fraile con otros dos “voceros, no líderes”, aclara, se reunieron con legisladores en el Museo Moyano para llegar a una salida “sin muertos”. Eso se logró. Los muertos, de a poco, llegaron con los años.
Alberto Samborowski fue asesinado en el penal de Rawson el 13 de marzo de 2001. Su familia denunció que el hombre había dicho que lo iban a matar. A Sergio "Lenteja" Frigolé, otro cabecilla "parlamentario", lo asesinaron en el penal de Ezeiza el 14 de enero de 2006, un día antes de que viajara para declarar a Mendoza.
Los homicidios de Diego Ferranti y Gerardo Gómez fueron más obvios: llegaron a Boulogne Sur Mer el domingo 18 de junio de 2006 desde la cárcel de Bouwer de Córdoba porque al día siguiente declaraban acerca de la revuelta: ambos fueron asesinados ese domingo por la noche en la cárcel de Mendoza.
En el juicio oral, que se llevó a cabo en agosto de 2007 Fraile y Miguel Barloa fueron los únicos acusados por la Tercera Cámara del Crimen. Suena raro en un caso tan complejo en el que llegó a haber 21 rehenes y en el que la "sombra" de la connivencia penitenciaria aparecía a cada rato en el debate. Fraile fue absuelto y Barloa condenado a 7 años.