El barrio Mosconi I, de El Trapiche, es un conglomerado urbano atravesado por 2 episodios desgraciados: el destructivo sismo del 26 de enero de 1985 y la privatización de YPF, en el comienzo de los '90.
El fuerte temblor dejó a muchos mendocinos sin techo y el gobierno de entonces, que encabezaba Santiago Felipe Llaver, dispuso la construcción de diversos barrios para paliar el grave deterioro sufrido en la estructura habitacional del Gran Mendoza, uno de los cuales fue este que lleva el nombre del pionero en la industria nacional del petróleo.
El traspaso a manos privadas de la petrolera estatal encontró a muchos empleados enfrentando el duro golpe de perder su trabajo, cuando, en general, ya habían superado los 50 años de edad.
El movimiento telúrico obligó a la formación de cooperativas de vivienda, y de la mano de operatorias del Banco Hipotecario Nacional (BHN) dio comienzo la ejecución de hogares para núcleos familiares en apuros por las circunstancias narradas.
Ese fue el origen del barrio Mosconi I, de 98 unidades, en el oeste del distrito Trapiche (Godoy Cruz), emprendimiento habitacional que mandó ejecutar la Cooperativa de Vivienda para el Personal de YPF General Mosconi, bajo la presidencia de Humberto J. Vargas (ex empleado del yacimiento Barrancas) y el vice, Juan Carlos Giménez (65, hombre de mantenimiento de la refinería de Luján de Cuyo). El otro conjunto habitacional de la entidad, el Mosconi II, se hizo en Carrodilla.
El barrio lo ejecutó rápido la empresa Nazar y Cía, y la entrega principal de llaves y carpetas se produjo el 27 de mayo de 1988, en un acto que contó con la presencia del gobernador Llaver y del entonces intendente godoicruceño, Carlos de la Rosa.
Antes de que se levantaran casas, el sector estaba ocupado por una viña, probablemente de la firma Trapiche. El lugar se encuentra casi pegado al canal Jarillal y en la vecindad se levantaron barrios mayores y muy prestigiosos, como el Fuchs y Trapiche.
El apuro por dar soluciones a los mendocinos damnificados por el temblor determinó que los adjudicatarios recibieran las unidades, de 49 m2 cubiertos, sin pisos y con cielorrasos pendientes de terminación, así como algunos servicios faltantes. "No nos importaba porque lo que realmente queríamos era ocupar los domicilios, que para muchos era el primero como propietarios", evocó Giménez.
El director técnico de la construcción fue el ingeniero Esteban Tourres, contratado por la cooperativa Mosconi. "El barrio se hizo entre mayo de 1987 y julio de 1988. Yo tenía 29 años. En esa época no existía la densidad urbana que existe hoy y en ese momento estábamos construyendo muy a las afueras de la ciudad. Fue una grata experiencia porque no hacía mucho que me había recibido de ingeniero civil en la Universidad Nacional de San Juan y tomé mi tarea con mucha responsabilidad y dedicación", recordó el profesional.
La ex docente Beatriz Elisabeth Barison, casada con un funcionario de la Divisional YPF, Carlos Bejarano (fallecido en 2001, tras trabajar 44 años en la repartición), sostuvo que las incomodidades propias del comienzo fueron sorteadas con entusiasmo y camaradería".
Aproximadamente el 70% de los adjudicatarios eran hombres o mujeres de la petrolera estatal, y el resto se repartió entre gente integrante de otros gremios.
A los 3 años, aproximadamente, ya se había conseguido instalar las prestaciones que faltaban: gas (que lo puso la Compañía Eléctrica Tomás Godoy Cruz) y cloacas, mientras que la urbanización final corrió por cuenta de la firma Emilio Cugnini y Cia. La pavimentación de las calles completó la infraestructura y fue solventada por los vecinos.
Momento difícil
Con todos los servicios instalados y una plaza para la población infantil, los jefes de hogar y sus cónyuges iniciaban una etapa de consolidación de sus vidas y las de sus hijos, y la meta era progresar como comunidad. Sin embargo, hacia 1991/'92 el presidente de ese momento, Carlos Saúl Menem, puso a YPF en el ámbito privado y la vendió a capitales españoles en 1999. Un gran número de agentes de la estatal pasó a emprendimientos privados, algunos se fundieron, otros se convirtieron en desocupados y pocos pudieron progresar.
"Fue un momento muy triste, el avance de la barriada se frenó y muchos de nosotros, en la flor de nuestras existencias, nos quedamos en la calle", señaló el ítalo-argentino Rosario Guardabasso (73), quien trabajaba en mantenimiento civil de la refinería.
A él el "retiro voluntario" lo alcanzó a los 53 años, con 3 jovencitos en la secundaria y en una edad que no era sencillo volver a tomar un empleo. Con todo, el popular "Saro" pudo salir adelante, pero otros compañeros quedaron muy mal, y no faltaron los que se separaron y hasta algunos se quitaron la vida por la depresión sufrida.
Pero, y como sostuvo Elisabeth, "la vida continuó" y el hábitat se fue mejorando y hoy es un lugar agradable para vivir. Está a 5 cuadras de un hipermercado de origen norteamericano, a 8 del complejo Palmares, a 4 del Corredor del Oeste y 6 del Parque Benegas.
Dispone de una bien cuidada plaza y hay centros educativos en las inmediaciones, como las escuelas Reyes Católicos (B° Fuchs) y Cerro Aconcagua (B° Obras Sanitarias).
Las comunicaciones por colectivo para quienes no tienen vehículo o no lo quieran usar permanentemente, están muy bien abastecidas; por el Mosconi pasan varias líneas de la compañía Autotransportes El Trapiche, que trasladan a los usuarios en pocos minutos al Centro mendocino y a otros lugares.
Aunque consolidada, la barriada está tramitando volver a tener unión vecinal. En sus orígenes la entidad funcionó y consiguió muchos adelantos, al mando de Armando Berón, también de YPF (yacimiento Barrancas), quien murió hace 8 años.
La bienvenida del intendente
La revista "Nuestra Realidad", de la cooperativa Mosconi, cubrió la inauguración del barrio, cuando el lugar no estaba aún urbanizado y por supuesto, no había un solo árbol. El entonces mandatario Llaver habló en el acto y al dirigirse a la concurrencia, les dijo a los matrimonios que recibían sus llaves que esperaba que "de ahora en más sean muy felices", mientras que el jefe comunal De la Rosa los acogió con estas palabras: "Les damos un afectuoso recibimiento con el corazón dispuesto a las familias que llegan a la vieja tierra de San Vicente, y que sientan felicidad al integrar una comunidad solidaria".
En esa jornada de inauguración se realizó una gran cena, con 800 comensales, en el Club YPF.