En una entrevista exclusiva con La Nación, justo en la semana que los jugadores del Tomba habían dicho que no hablarían con la prensa, donde cuenta parte de su pasado en Uruguay, sus orígenes y sus aspiraciones, realizó una declaración en la que cuenta entre risas una divertida estrategia para estar entre los convocados de La Celeste en Rusia 2018.
"Yo voy a jugar el Mundial de Qatar 2022. La selección siempre es una ilusión, pero para ir a este debería secuestrar a Cavani, Suárez, Stuani, Rolan y a todas sus familias".
En la nota el uruguayo además contó que estuvo preso por una pelea en uno de los clásicos del fútbol uruguayo y su dura infancia.
Dice que de chico vivió en "Un barrio tranquilo, a pesar de que se puso un poco complicado últimamente. Era muy inquieto. Vivíamos con las puertas abiertas, entrábamos a la casa de los vecinos, las navidades y el año nuevo las vivíamos todos juntos. Estaba en una bandita; todo el día jugábamos a la pelota, a la bolita. No teníamos mucho, pero la pasábamos bien. Había gente más grande y yo, como tenía un carácter especial, directamente me agarraba a las piñas. Aprendí mucho ahí: no ir hacia las cosas malas; en los barrios humildes hay mucha droga. Tenía que seguir otro camino; que dejara la joda y que me dedicara al fútbol. Tengo amigos que no pudieron escapar de esa situación".
Con respecto a lo que vivió en aquella comisaría dice: "se me cayó el mundo encima, porque yo estaba en todos los videos. Hasta bromeaba: 'Voy a llamar a un amigo que está preso, así me deja un lugar'. Estaba entregado. Yo fui el último en declarar. Le conté todo: 'Le pegué a todo lo que se movía', le dije. En el video se veía casi todo, yo no me acordaba lo que hice, porque estaba enceguecido. Hasta me había peleado con los policías en el túnel, porque quería ir a buscar a los de Peñarol. Al final, nos suspendieron a casi todos por tres meses y no podíamos salir del país por seis meses. Tenía que pagar una fianza para jugar la Libertadores, por ejemplo. No podía estar en espectáculos públicos... Después de dos años, se cerró la causa", cuenta García.
Sobre su estancia en Mendoza dice: "Godoy Cruz es mi lugar en el mundo. Estoy en el mejor momento de mi carrera. Me siento pleno, como en mi primera etapa en Nacional. Pero hace un tiempo la pasé mal. El peor momento fue en Brasil: un día estaba acostado, me llaman y me dicen que había tenido un doping. No entendía nada. No quería jugar más al fútbol, no quería entrenar, nada. Quería volver a mi casa. Hubo algo raro. Las otras muestras se mandaron al exterior, la mía se hizo en el país. La suspensión regía solo en Uruguay, en Brasil podía jugar, pero me peleé con los dirigentes, me tenían de rehén por asuntos de impuestos".