Moreno se fue, los daños quedan

El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, ha renunciado y se irá como agregado económico a la Embajada argentina en Italia. La partida del funcionario más polémico que tuvo este gobierno, resulta una circunstancia oportuna para analizar su act

Moreno se fue,  los daños quedan

No existe la menor duda de que la gestión de Moreno ha sido un fracaso total y que los daños infligidos a las instituciones, a la economía del país y a la vida de familias y personas son inconmensurables, pagados por los ciudadanos. En una sociedad que juzgara seriamente esta pérdida de bienestar, consecuencia de las ideas anacrónicas y primitivas aplicadas, el funcionario renunciante no iría "premiado" a Roma.

Guillermo Moreno llegó al gobierno en 2005 de la mano de Néstor Kirchner como secretario de Comunicaciones, mientras Roberto Lavagna era ministro de Economía. Tras la salida de éste, en noviembre de ese año, pasó a ocupar la Secretaria de Comercio Interior, pero ése era su cargo formal. En la práctica Moreno fue el verdadero ministro de Economía y, en no pocas ocasiones, de Relaciones Exteriores, con sus grotescas misiones comerciales a exóticos e insignificantes destinos económicos.

El listado de acciones políticas fracasadas en ocho años podría exceder este espacio. Mencionemos algunas con la esperanza de que los funcionarios del gobierno saquen alguna conclusión para no repetirla.

La primera de ellas es la política de fijación y control de precios para combatir la inflación, razón de su llegada a la Secretaria de Comercio. Usó a lo largo del tiempo todos los métodos que le pasaron por la cabeza: desde los acuerdos de precios con distintos sectores como los supermercados a las autorizaciones de aumentos; el congelamiento de precios; las amenazas a las empresas y a los empresarios personalmente y la coacción permanente. Frente al fracaso no tuvo mejor idea (en realidad es lo único que siempre se les ocurre a los autoritarios), a comienzos de 2007, que intervenir y descabezar al Indec.
 
La destrucción del prestigioso organismo estadístico ha sido un daño institucional de consecuencias económicas irreparables de tal magnitud que es de esperar que el funcionario causante en algún momento deba responder ante la Justicia.

La manipulación y falsificación de los índices de precios implicó sobredimensionar el crecimiento del PBI y que el país haya debido pagar más de lo correspondiente por los bonos ajustables por ese indicador. Ha dejado al país sin estadísticas confiables, navegando a ciegas en la economía y ha destruido el gran prestigio que la Argentina tenía en esta materia.

La intervención en el mercado de carnes prohibiendo las exportaciones y fijando precios, bajo el lema de "cuidar la mesa de los argentinos", no sólo llevó a la mayor liquidación de vientres de la historia sino también a que los argentinos estemos pagando la carne a precios internacionales. Igual o peor fue la intervención el mercado de trigo, con la consecuencia de siembras reducidas, cosechas magras y el pan a precio inalcanzable. No hace falta mencionar las ridículas campañas de carne, pescado, ropa para todos y las humillantes colas de la gente ante camiones de propaganda del gobierno.

La lista puede seguir con las multas y amenazas a las consultoras privadas por dar datos reales de inflación que desmentían sus manipulaciones. Es de esperar que sus "funciones diplomáticas" no impidan que la Justicia siga avanzando en el procesamiento por esta causa.

Estas acciones y decenas más, se hicieron prácticamente todas de modo "informal", sin papeles, con órdenes verbales.

Pero, más allá de todo, lo verdaderamente importante es que Moreno no actuó por cuenta propia sino que fue el brazo ejecutor, el soldado obediente, de las ideas económicas y políticas del matrimonio Kirchner.

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