Monumento que enorgullece y debe ser protegido

Próximo a cumplir un siglo, el Monumento al Ejército de los Andes es uno de los más importantes en su género en el mundo, desde la perspectiva histórica y artística. El Estado tiene la obligación de asegurar su mantenimiento y protección.

Monumento que enorgullece y debe ser protegido

En días más se celebrarán los 100 años de la inauguración del magnífico Monumento al Ejército de los Andes, levantado en el Cerro de la Gloria para rendir homenaje perpetuo a la gesta libertadora y al héroe que la llevó a cabo, el general José de San Martín.

La idea original de la construcción data de la presidencia de José Figueroa Alcorta cuando se dispuso, mediante la ley nacional conocida como de Conmemoración del Centenario de Mayo , ”levantar en la ciudad de Mendoza un monumento al Ejército de los Andes”.

Uno de los pioneros de esa idea fue el destacado perito Francisco P. Moreno, quien después ayudó a elegir la localización, junto con Luis Lagomaggiore. El episodio que se evocará dentro de muy poco ocurrió el 12 de febrero de 1914. La obra se hizo relativamente rápido, en 2 años, ya que la colocación de la piedra fundamental se concretó el 19 de enero de 1912.

Se trata de un conjunto escultórico notable, trabajo maestro del artista uruguayo Juan Manuel Ferrari, y se lo señala como uno de los mejores del mundo, tanto por su concepción como por su ejecución. Construido en bronce y con la misma piedra que venciera el Gran Capitán, produce honda emoción a quien llega a la zona de emplazamiento incluidos los turistas, aunque tengan menos referencias sobre la razón de ser del monumento y su significado histórico.

También fue un acierto ubicarlo en la cumbre del cerro del Pilar, como se llamaba antiguamente al lugar, de unos 200 metros de altura, y ubicado a las puertas de la ciudad.

“¡Este es mi montículo, ni mandado a hacer!”, señaló el artista oriental cuando pisó por primera vez la pequeña cumbre elegida. Esa elevación es la verdadera base del grupo escultórico, que es presidido por la estatua ecuestre de San Martín, apoyado sobre una saliente rocosa cuadrangular.

A sus lados lo acompañan los Granaderos a Caballo, arriba un cuerpo de caballería y el símbolo de la montaña, el cóndor. Asimismo se aprecia la maestranza de Fray Luis Beltrán y los frisos historiados.

Desde su inauguración a la fecha, la escultura ha sido visitada por infinidad de personas, a partir de los 25.000 habitantes que concurrieron aquél lejano 14 de febrero de hace un siglo, a participar de su presentación en sociedad.

La obra ha sufrido el paso del tiempo y los daños principales fueron la acción de óxidos y hongos, la deposición de las palomas que se posan en su estructura y las inclemencias climáticas.

Modernamente también fue atacada por la incomprensión y la barbarie que significa pintarla con aerosol, estampar grafitis y robarle piezas de bronce de los componentes del conjunto. En 2007 se hizo un importante trabajo de recuperación, que quedó impecable. En la actualidad se lo está interviniendo con vistas a la conmemoración del centenario.

Como se ha reiterado, aunque en menor medida, por algunas sustracciones y atentados menores de quienes no comprenden la trascendencia del trabajo de Ferrari, las autoridades provinciales deberían volver a replantearse el proyecto del arquitecto y restaurador Pedro Canepuccia, quien propuso instalar en el sitio del monumento una custodia de efectivos del Ejército Argentino, a través de personal del Comando de la VIII Brigada de Montaña o del Regimiento 11 Gregorio de Las Heras, de Tupungato.

La idea es repetir la custodia que los hombres del RIM 11 realizan en el Memorial de la Bandera de los Andes. La base de este servicio bien podría ser el destacamento policial ubicado en la subida del cerro, que mejorado en sus instalaciones, podría oficiar de sede de la guardia de la imponente estatua, que solamente debería ser protegida de las inclemencias del tiempo, los agentes químicos y los factores naturales, porque nadie se acercaría con propósitos vandálicos o de robo ante la presencia de los soldados.

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