Hoy, a las 19, en la plazoleta Dorrego (sobre la lateral norte del acceso Este) se celebrará una misa en memoria de Majo y Marina.
"Será un acto de recogimiento y silencio", aseguró Paula Menegazzo, y reflexionó: "Seguimos esperando que todos los culpables estén presos. Este caso tiene muchos más involucrados".
La joven, que junto con sus padres participó de todas las audiencias del juicio, reconoció que "tenemos la tranquilidad de que hubo una investigación y un juicio rápido, pero seguimos reclamando para que se busque a los otros culpables. Sabemos que hay rastros de ADN y queremos conocer a los responsables y que sean juzgados. Recién en ese momento podremos estar tranquilas y sólo entonces Majo y mi hermana descansarán en paz".
En el otro extremo del departamento de Godoy Cruz, pero unida por el mismo sentimiento de dolor e impotencia, está Gladys Stefani, quien fue -y es- la cara visible en el reclamo de justicia por su hija.
Estuvo en Montañita desde el primer momento, pudo reconocer el cuerpo de su hija y recién regresó cuando pudo repatriar los restos de las jóvenes. Más tarde estuvo en la primera fila del debate que terminó con la condena de Segundo Alberto Ponce Mina y Eduardo Aurelio de la A. Rodríguez.
Ahora, 365 días después de aquel llamado (a las 3 de la tarde del lunes 22 de febrero de 2016) y en diálogo con Los Andes, aseguró: "El dolor hoy es más grande, sólo comparable con la misma bronca de hace un año. Hay dos condenados y uno que irá a juicio, pero nadie habla.
Fueron pagados o amenazados y la pregunta es la misma: ¿que hay detrás de esta locura? Desde un principio hablé de una banda, porque que estos condenados no pudieron cometer en soledad este tremendo doble crimen. Y hoy sigo esperando una respuesta".
Hace 365 días
Hace un año el silencio le ganó a la espera y el anunciado "inmediato" regreso a Mendoza se perdió en el tiempo.
Así las llamadas no tuvieron respuesta y por eso desde Mendoza se pidió ayuda para encontrar a las dos mendocinas, que en ese momento se daban como desaparecidas.
Sin embargo, la realidad fue distinta y tan cruda como irreparable.
Sólo días después, desde Ecuador, oficialmente se anunció que los dos cuerpos encontrados en el balneario de Montañita pertenecían a María José Coni y Marina Menegazzo.
En ese tiempo los cuerpos fueron reconocidos por los familiares que llegaron al Cantón de Santa Elena y tras el reclamo de justicia, regresaron a Mendoza.
Acá fueron veladas y juntas recibieron cristiana sepultura. Sin embargo, para las familias el duelo, al día de hoy, continúa abierto, pese a que hubo dos detenciones en menos de 48 horas, y en pocos meses ambos acusados -Segundo Ponce Mina y Eduardo A. Rodríguez- en un juicio casi "express" fueron condenados a la pena máxima de aquel país: 40 años de cárcel por homicidio.
"Fue un paso más para que el caso no quedara impune", aseguró entonces Gladys, la mamá de Majo, para agregar: "Seguiremos buscando al resto de los que mataron y abusaron de las chicas. Porque hay más gente involucrada".
Y el reclamo encontró el respaldo jurídico necesario en la fiscal del caso, María Coloma, que había logrado cinco patrones genéticos que deberían ser cotejados con otros tantos sospechosos.
Uno de ellos, José Luis Pérez Castro, fue detenido y desde noviembre está a la espera del juicio (que sería el segundo del caso) previsto para dentro de dos meses.
También se menciona a otros dos sospechosos que serían Agapito Rosales Lainez, vecino de Ponce y al que el ahora condenado le había pedido "prestado" el triciclo para"tirar unos montes", aunque en el juicio quedó demostrado que en esos viajes llevó los cadáveres de las dos chicas.
Y Jordán Párraga, también residente en la zona y que reconoció que intentó vender, entre otros elementos, una cámara fotográfica, una filmadora y un celular que, según Ponce, había encontrado en la playa.
Dice la escritora Isabel Allende: "La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo". Hoy, 365 días después de aquel último llamado, Majo y Marina serán recordadas.
Puente Vincular
Majo y Marina integraban la fundación Puente Vincular, una organización sin fines de lucro que acompaña a personas en situación de calle en el Gran Mendoza. Y lo recuerdan al asegurar que "las chicas, junto a otros voluntarios, todos los domingos por la noche recorrían la Plaza Dorrego y la Terminal de Ómnibus en busca de niños, niñas, mujeres y hombres con estrategias de vida en calle, donde compartían una cena caliente y largos minutos de charla desinteresada en busca de forjar ese vínculo de reconocimiento y confianza mutuo".
Y precisamente aquí, en la Plaza Dorrego, hoy se las recordará.