A contramano del pulso global, las monedas de Latinoamérica sufren producto de las turbulencias política de sus respectivos países.
Ayer, tanto el peso chileno como el colombiano se desplomaron hasta sus mínimos históricos, mientras la tensión social gana las calles en Santiago y Bogotá.
En Brasil, aunque el escenario político y social es distinto, el real volvió a caer, lo que forzó a su Banco Central a intervenir en el mercado de cambios por tercera rueda consecutiva. Sudamérica tiene ahora tres de las monedas emergentes con peor desempeño.
En lo que va de 2019, el peso argentino perdió más de 37%, el chileno 15% y el real de Brasil, bajó un 9%.
En medio de su peor revuelta social desde la llegada de la democracia en 1990, en Chile el peso se depreció 11% en el último mes. Al cierre de ayer, el tipo de cambio del país trasandino se ubicaba en el máximo histórico de $ 819, lo que implica un salto de $ 19.
Con esto, el peso chileno fue la moneda que más cayó en el mundo, mientras que las protestas ya sumaron 41 días, sin miras de apaciguarse en el corto plazo. "El peso está muy presionado por la incertidumbre de los inversores que se refugian en el dólar ante los temores de que las manifestaciones sigan creciendo y tengan consecuencias desastrosas para la economía", dijo un operador de una corredora de bolsa en Santiago a la agencia Reuters.
En tanto, el peso colombiano parece seguirle los pasos, luego de que las protestas sociales pusieran en jaque al gobierno de Iván Duque Márquez la semana pasada. Así, la divisa de ese país perdió 0,9% y terminó a $ 3505 unidades. En Uruguay, la moneda también está presionada.
Es por el rally del dólar en los países vecinos, lo que llevó al peso a caer por sexto día consecutivo y tocar su nivel más bajo histórico. Ahora, los analistas del mercado internacional se animan a comparar las manifestaciones en los distintos países del continente con la Primavera Árabe, de 2010.
Es que el efecto del estallido social ya golpea directamente los activos de cada una de estas naciones.