El paradisíaco Monasterio del Cristo Orante está a solo 78 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, enclavado entre frondosos bosques e imponentes montañas. Un sendero entre flores y árboles conduce al lugar.
Los curas ahora detenidos fundaron el monasterio en 1996. Desde su creación, el lugar fue ganando popularidad entre fieles y turistas que quedaban maravillados con la arquitectura del edificio y el entorno natural.
Los religiosos fundadores practicaban un moderado apostolado que consiste en recibir a los fieles para la Santa Misa, oír confesiones, organizar retiros espirituales y charlas, y dirigir espiritualmente a quienes lo soliciten, explica el sitio de Turismo de Mendoza.
Una vez al año, los monjes bajaban a la Ciudad de Mendoza para predicar en charlas multitudinarias: en muchos casos reunían a miles de fieles.
La arquitectura de la edificación es de estilo bizantino y cuenta con varios frescos pintados a mano. El altar está compuesto por una piedra de un solo bloque, se puede recorrer el vía crucis que asciende por los cerros y además se pueden adquirir productos artesanales hechos por los monjes.
En internet los comentarios sobre este lugar son elogiosos. "El Monasterio tiene una iglesia pequeña y muy moderna. Cuenta con instalaciones adecuadas para el turismo y para llevarse alguna delicia como chocolates y vinos de la zona y otros souvenires y de paso colabora con los monjes. Un consejo, solo disfrute la paz del lugar", escribió una mendocina que visitó el lugar en abril.
"Me sentí en la edad media. Los rezos me trasladaron a un época gótica, me encantó la visita, voy a volver....", comentó entusiasmado otro visitante. "Pese a ser una atracción turística llama la atención el silencio del lugar. Tuvimos la suerte de conocer a uno de los monjes y charlar con él lo que sin duda justificó la visita", detalló una turista de Buenos Aires que estuvo allí en 2015.