Luis Abrego - labrego @losandes.com.ar
Pese a la crítica situación heredada, el panorama provincial de estos días es módico en extremo por su recurrencia y medianía. Según cierta visión gremial, extendida en algunos ámbitos, incluso en los medios, Francisco Pérez y el PJ en pleno fueron tan políticamente inconscientes que permitieron, en 2015, el pago de los salarios públicos con retrasos y escalonamientos para minar sus propias chances en un año furtivamente electoral.
De la misma manera, ahora creen que Alfredo Cornejo es tan indolente y suicida como para que en su primera paritaria, y tras su triunfo en las urnas, se anime a licuar su legitimación retaceando aumentos que, según cierto sindicalismo puede, pero no quiere pagar.
La lógica de mera consigna respecto del “ajuste”, o el pretendido rol “combativo” al que desde hace meses sumó la palabra “resistencia”, parece haber imbuido el discurso gremial, aun a costa de perjudicar a sus propios representados.
Así sucedió con las ráfagas de paros que impulsó el SUTE y que repercutió en los bonos de sueldo de maestros afiliados y no afiliados que, en sintonía con la rebeldía de sus dirigentes, vieron menguados sus ingresos en un contexto de inflación y alza de tarifas.
Al punto que fueron los propios representados los que esta semana decidieron poner racionalidad a esa burocracia que, con fueros gremiales, vota paros en cadena que a ellos generalmente no les impactan. Los plenarios del SUTE de hace unos días fueron contundentes: “Protestemos sin hacer paro para no seguir sufriendo descuentos” fue el clamor desesperado de los maestros.
Los hasta ahora rechazos encaminados tanto de ATE como de Ampros, podrían acarrear novedades esta semana si es que sus dirigentes no repiten la torpe estrategia del SUTE que terminó forzando un aumento por decreto al desechar sucesivamente las ofertas que el Gobierno hizo en el correspondiente ámbito paritario. En definitiva, nada de originalidad para la negociación, incluso pese a la advertencia del propio gobernador respecto de que la que hará en los próximos días, la tercera, será la última oferta tanto para el sector Salud como la Administración Central.
Está claro que la conducción del Estado es mucho más compleja que la discusión salarial con sus empleados. Salir de la concepción de la administración pública como mera pagadora de sueldos, para pasar a la de proveedora de servicios para el conjunto de la comunidad, es un desafío que Cornejo prometió en campaña y que es de esperar que cumpla para beneficio de todos los mendocinos, no sólo de sus imprescindibles servidores públicos.
Tal vez por eso, el Poder Ejecutivo buscó esta semana proponer nuevos ejes para la visualización de lo público. Parafraseando, demostrar que también “otro Estado es posible”.
No sólo el de la prebenda y el acomodo; el Estado bobo pagador de sobreprecios y juicios a largo plazo; el de estructuras sobrepobladas e ineficientes, sino otro más cercano al que aspira la mayoría de los ciudadanos que lo sostienen con sus impuestos: un Estado que invierta lo necesario y donde haga falta, para proteger especialmente a los más necesitados pero que cuide los recursos, que sea eficiente para dar respuestas rápidas y soluciones adecuadas, que mejoren la calidad de vida de los mendocinos.
En ese sentido, esta semana el Gobierno festejó la decisión de la Suprema Corte de ampliar la atención de los juzgados penales también al horario vespertino. La medida incluye a las Cámaras y propone avances en la oralidad de los procesos (otra promesa de campaña) y que vino a limar las asperezas generadas tras el duro encontronazo (por las detenciones y prisiones preventivas) con la Suprema Corte a fines del año pasado.
Con el mismo énfasis, Cornejo anunció concursos para empleados públicos y un nuevo sistema para compra y provisión de combustible de los móviles policiales que permitiría ahorrar (según cifras oficiales) 3 millones de pesos a través de un convenio con YPF gracias a una rebaja del 4% y la eliminación de los consumos exorbitantes de cerca de 40 móviles que gastaban, cada uno, ¡1.500 litros de nafta por mes!
Sin embargo, está claro que, para Cornejo, tanto la discusión gremial como las pequeñas batallas hacia el Estado que pretende, son sólo síntomas de la administración de la miseria que le tocó en suerte y que el sentido común impone. Nadie puede jactarse de ser un buen gobernador si sólo -apenas- paga sueldos. Sabe que necesita dar un salto cualitativo. En todo caso, como buen controlador, al gobernador le preocupan aquellas variables sobre las que él no puede incidir. Especialmente, las macroeconómicas y las decisiones políticas que son resorte de la Nación.
A tal punto que esta semana planteó al propio Presidente, Mauricio Macri, la concreción de un plan nacional de obra pública sin grandilocuencia, infraestructura social básica para sostener el empleo, movilizar el efecto multiplicador de la construcción y dar respuestas en el territorio ante el impacto de la transición del cambio de modelo económico que corrija las asimetrías que dejó el kirchnerismo.
Es que Cornejo entiende que los tiempos se acortan para empezar a dar respuestas. De hecho, en la entrevista que hoy publica Los Andes ya se autodefine como un gobernador "de transición", entre el despilfarro y el orden, que todos auguramos comience a recuperarse en Mendoza.
La Provincia espera por estos días que se liberen fondos nacionales para hacer frente a obras de agua, cloacas y viviendas que sólo en este último rubro implican cerca de 70 millones de pesos.
Asimismo, esta semana el ministro Enrique Vaquié llevará a la Nación el pedido para avanzar con tres grandes obras de gas para Malargüe, la zona Este y el Valle de Uco. En el Ejecutivo estiman que la sintonía entre la Casa Rosada y Cornejo permitirá, vía este tipo de emprendimientos, salir de las limitaciones que propone la sequía de fondos en las arcas provinciales.
En ese sentido, consideran que las chances de plasmar ese orden para las cuentas públicas estarán dadas por una refinanciación exitosa de las deuda, cuyos vencimientos están concentrados este año y en 2017. Pero las señales no son buenas: ya la deuda verificada con los proveedores asciende a 2.600 millones de pesos.
En general, los gobernadores de Cambiemos comparten una preocupación sobre el “carácter social” del nuevo ciclo político en el país y es lo que le transmitieron al presidente Macri el lunes pasado. Asimismo, se atribuyen algún mérito en los anuncios que ayer hizo el mandatario para favorecer a los sectores más vulnerables como jubilados, monotributistas y benificiarios de planes sociales.
De todas formas, ayer en Casa de Gobierno celebraban una de las medidas de Macri, la devolución del IVA, pero tomaban nota que eso implicará menores ingresos para las provincias. La posible salida del default el próximo viernes 22 implica otro motivo de optimismo para Cornejo.
Allí se cifran las esperanzas para que además, con la disminución de la emisión, haya menos inflación, como ha prometido el Gobierno nacional en el segundo semestre. “Aún a riesgo de recesión” se sinceran en el entorno del gobernador.
En todo caso, los nubarrones pueden provenir sólo de la mano de la política, razonan. La reaparición de Cristina Fernández -especula el cornejismo- “no hace más que hacer referencia a la herencia recibida, al de dónde venimos, a la basura debajo de la alfombra...”. Aseguran que el propio PJ será el dique de contención del cristinismo. “En esa línea no sólo están los gobernadores peronistas sino también los cinco intendentes que tiene en Mendoza. Ellos son socios estratégicos de la gobernabilidad”, se atajan.
Si en cambio, el plan económico fallara, “no será el kirchnerismo el beneficiario de los errores de Macri sino otras figuras como Massa o Urtubey”, tejen los radicales con igual dosis de esperanza que de convicción.