Si hubiera una competencia olímpica en pos del país más valiente del mundo, la medalla de oro bien pudiera ir a Moldavia. Blandengues políticos de Europa y Estados Unidos deberían venir aquí para someterse a trasplantes de columna vertebral.
Piensen en Moldavia como “la siguiente Ucrania”, ya que Rusia pudiera estar por darle un mordisco a este pequeño país, acunado por Ucrania y Rumania y del cual se dice con frecuencia que es el país más pobre de Europa. Rusia ya ha intimidado despiadadamente a Moldavia por intentar sumarse a la Unión Europea, imponiendo sanciones, como un bloqueo a las cruciales exportaciones de vino moldavo.
Rusia incluso hasta amenazó con cortar el suministro de gas natural del que dependen los moldavos. “Esperemos que ustedes no se congelen”, advirtió un oficial ruso en público a los moldavos.
Sin embargo, el valiente gobierno moldavo rehúsa un retroceso, determinado a sumarse a la Unión Europea y forjar vínculos con Occidente. “Para nosotros no existe más alternativa que ir en pos de la integración europea”, me dijo el primer ministro Iurie Leanca, ex diplomático, en perfecto inglés, en su oficina aquí en la capital, Chisinau. “¡Nosotros somos europeos!”. Nadie debería poner eso en duda”.
El amor de Moldavia por Occidente no es correspondido. Washington a duras penas lo nota. Ningún presidente en funciones ha visitado alguna vez el país. El viaje del vicepresidente estadounidense Joe Biden a Ucrania habría sido un momento perfecto para darse una vuelta por ahí y demostrar apoyo, pero no ocurrió. Después de todo, Moldavia tiene menos de cuatro millones de habitantes y ninguna importancia estratégica.
Con pocos gestos modestos, el presidente Barack Obama pudiera recompensar la determinación de Moldavia. En vez de hacerlo, en vista del olvido estadounidense, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pudiera anexar formalmente una parte de Moldavia, Transnistria, en las próximas semanas.
Transnistria es un enclave de habla rusa dentro de Moldavia, armado por Moscú y protegido por tropas rusas. Transnistria alega que se separó y estableció un país independiente. Además, en un inquietante presagio, su gobierno (que es controlado por Moscú) apeló este mes para que Rusia la anexara.
Así que Rusia pudiera tragarse pronto tanto a Transnistria como un trozo del sur de Ucrania, incluida Odesa, para tener acceso a ella.
Transnistria sigue siendo un estado policial, así que me colé por la frontera como turista, y el área transmite una sensación exactamente igual a la que transmitía la vieja Unión Soviética.
De hecho Transnistria debería comercializarse como un museo al aire libre del dominio soviético, con todo y estatuas de Lenin, tropas rusas en los caminos y una dependencia de inteligencia aún llamada KGB. El departamento de propaganda trabaja a marcha forzada, con incontables vallas publicitarias celebrando el patriotismo y triunfos rusos del pasado.
“¡Usted debe sentirse orgulloso de su país!” declaraba uno de los carteles.
Monumentos militares de Transnistria -con todo y un tanque o transporte blindado de personal- elogian el heroísmo de personas locales y denuncian a aquellos muertos “por fascistas” al pelear con el ejército moldavo a comienzos de los ’90. Una gigantesca serie de afiches celebraban a héroes rusos y locales, elogiando también “a esos grandes hombres que contribuyeron a nuestra cultura”.
Los complejos departamentales de Transnistria están dilapidados y son idénticos; además, pese a grandes subsidios rusos, la economía es un caos. Con todo, un vasto y moderno complejo deportivo es el orgullo de la región. La atmósfera era tal que yo esperaba encontrarme casualmente al viejo líder soviético de los años ’70, Leonid Brezhnev.
“Para la gente de este lugar, Putin es un héroe”, me dijo una joven mujer.
Es cierto que el gobierno moldavo a veces actuó con mano dura en el pasado o fue amenazador para rusohablantes y, justamente como los moldavos tenían derecho a dejar la Unión Soviética, la población de Transnistria debería tener el derecho a separarse de Moldavia. Sin embargo, eso debería ocurrir cuando las tropas rusas se hayan marchado y la gente tenga el derecho a hablar libremente.
Moldavia, donde se habla rumano, es rural, relajada y verde, pero la economía se vino abajo después de la caída de Unión Soviética y quizá un millón de personas huyó del país para encontrar trabajo.
En algunas comunidades moldavas es difícil encontrar mujeres jóvenes porque muchas se marchan en busca de empleos en el extranjero. Con base en observadores y oficiales de Naciones Unidas, estas mujeres fueron engañadas, violadas y convertidas en víctimas de tráfico humano a manos de la delincuencia organizada en burdeles a lo largo de Europa Occidental.
Si bien el gobierno ha intentado formar una economía de mercado a favor de Occidente en años recientes, y el mercado está repuntando, aún es frágil. Muchos temen que Putin ahora dirija su “guerra enmascarada” de infiltradores y provocadores para convertir a Moldavia en la próxima Ucrania.
Pudiera ser muy tarde para disuadir a Putin en Moldavia, pero, sin consideración a lo que ocurra, deberíamos apoyar al determinado gobierno de Moldavia.
Estados Unidos puede ayudar con el apoyo de infraestructura para que Moldavia importe gas natural y electricidad de Rumania, dificultándole a Putin que congele a los moldavos hasta someterlos. Nosotros podemos darle un empujón a la Unión Europea para que acepte de buena gana el deseo de Moldavia de unirse.
Y si Obama pudiera visitar este valiente país durante unas pocas horas, la gente lo vitorearía como nunca ha sido vitoreado; y él vería un ejemplo de determinación de medalla de oro del que todos podemos aprender.