Nunca es tarde para viajar. Y a los 97 años, Antonio Quiles lo entiende mejor que nadie. Junto a su nieto, se subió por primera vez a un avión y conoció Francia e Italia, dos destinos que toda su vida anheló conocer.
El español Antonio Quiles se pasaba las horas de su vida sentado en el sillón de su casa y sólo manejaba el control remoto de su televisor para mirar partidos de fútbol, que lo trasladaban a sus tardes de juventud, cuando jugaba en el Elche Ilicitano Club de Fútbol, según contó a El País.
Pero su nieto Lluís Martínez Quiles no soportó que pasara los últimos años de su vida postrado en el living de su casa viviendo del pasado. Por eso, le sacó pasajes y lo invitó a conocer el mundo, un deseo que durante décadas sepultó ya que no podía hacerlo.
“Me gustó sobre todo el viaje en avión, eso fue envidiable. A mí me pareció que se paró. Que digo: ¿Pero cómo es posible que se pare el avión en el aire? Se ve que estaban esperando estacionar otro avión”, relató Antonio acerca de su debut en el aire.
Desde el año pasado, abuelo y nieto compartieron momentos de ensueño en Francia e Italia, los dos países que más deseaba conocer Antonio. Cuando al fin conoció París, con 96 años, subió a la torre Eiffel, recorrió las calles de la cuidad y visitó los lugares más emblemáticos, aquellos que había visto a través del televisor.
Y no le decepcionó: "París es bonito, pero me gustaría más vivir en Italia porque es más distinto: París me pareció de un estilo más español".
A Antonio, lo único que le preocupa en sus viajes es la gastronomía, ya que se reconoce complicado a la hora de probar platos nuevos.
Aunque no siempre encuentra lo que busca, hace un esfuerzo por conocer lo más típico del lugar. “En Roma, cuando vi todo eso dije: ‘madre mía’. Había probado la pizza antes y comí, pero no me va a mí. A la moza le pregunté: ‘¿Pero qué hay de sopa?’ Me dijo que había una sopa de cebolla”, recordó Antonio entre risas.
El abuelo también aclaró que no es él quien hace las preguntas cuando viaja con su nieto, sino que es el propio Lluís: "Lo paso muy bien con mi nieto de viaje porque él es el que habla y es el que lo sabe todo. Yo no sé nada".
Viajar despertó una pasión que Antonio desconocía: “Ahora es que me ha dado por hacer libros de mis viajes”.
El abuelo quiere escribir su bitácora de viaje en libretas, pedirle a su vecino que los mecanografíe, reunir las fotos, dar orden a todo ese material, llevarlo a encuadernar y ponerle finalmente un nombre.
Su nieto está fascinado por el espíritu joven que Antonio mantiene, por las cosas simples que tanto lo asombran y por la vuelta de tuerca que le imprime a todo.
"Hay quienes dicen que no debes volver al sitio en el que has sido feliz, pero es que con tu abuelo cambia todo. Hay una reinterpretación", aseguró el joven.