Los perros parecen casi biológicamente incapacitados para esconder sus emociones: se agitan, resoplan o mueven la cola dándonos una pista de si están contentos, nerviosos o simplemente felices.
Los gatos tienen también un lenguaje corporal sofisticado ya que muestran su estado de ánimo moviendo la cola, erizando su pelaje, o con el movimiento de sus bigotes y orejas. Un ronroneo muestra por lo general (aunque no siempre) que es amigable y está contento.
A pesar de que fueron domesticados hace miles de años, los gatos todavía tienen mala imagen. Su independencia, que es vista por muchos como una ventaja, es considerada por otros como egoísmo e indiferencia. Sus detractores dicen que solo muestra afecto cuando su plato de comida está vacío.
Quienes tienen gatos dicen, por supuesto, que esto no tiene ningún sentido, y que su vínculo con ellos es tan fuerte como lo es una relación con un perro.
Pero ¿por qué persiste esta imagen del gato indiferente? ¿Y cuánto tiene de cierta?
Según informó BBC Mundo, una clave sobre la imagen de los gatos puede venir, en primera instancia, de cómo fueron domesticados. Fue un proceso mucho más gradual en comparación con la domesticación de los perros, y los gatos fueron quienes dirigieron el proceso.
Los primeros gatos domesticados comenzaron a aparecer en poblaciones neolíticas en el Medio Oriente hace cerca de 10.000 años. No dependían de los humanos para sus alimentos, sino que estos los alentaban a buscarlos ellos mismos, y a proteger los cultivos y los almacenes de comida de las ratas y otras pestes.|
Nuestra relación con ellos fue, desde el principio, más distante que con los perros.
El gato que hoy día puedes ver acurrucado en un sofá o encima de la biblioteca comparte muchos de sus instintos con nuestros ancestros predomesticados (el deseo de cazar, de vigilar un territorio, de protegerlo de otros gatos). Están más cerca de lo que eran antes que los perros.
Nuestra domesticación solo los ha alejado en parte de su vida salvaje. "En su mayor parte, son los humanos los que no han entendido bien a la especie", dice Karen Hiestran, veterinaria y administradora de International Cat Care.
"Los perros y los humanos son muy similares y han vivido juntos por mucho tiempo. De alguna manera, hubo una coevolución. Con los gatos, es mucho más reciente. Vienen de un ancestro solitario que no es una especie social".
Entonces, si queremos crear un vínculo fuerte con nuestro gato, ¿qué cosas debemos tomar en cuenta?
Al igual que los perros, los gatos comunican mucho con su cuerpo, más que con el sonido.
"Creo que más difícil para la gente leer su lenguaje corporal, en comparación con los perros", dice la investigadora en comportamiento de gatos Kristyn Vitale.
Un estudio de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, descubrió que los perros aprendieron a imitar la expresión de los bebés, que despierta en los humanos el deseo de protegerlos.
El cambio se tradujo en el desarrollo de un músculo que les permite elevar la parte interna de la ceja (algo que no podían hacer sus ancestros, los lobos).
Este es un truco evolutivo que ha permitido que se refuerce el vínculo entre la gente y los perros.
¿Cuál es la mala noticia para los gatos? No tienen ese músculo. ?