El biatleta noruego Ole Einar Bjoerndalen se convirtió en el atleta con más medallas en la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno, con 13 metales, después de ganar el oro con su país en el relevo mixto del biatlón. Bjoerndalen desempata así con su compatriota Bjoern Daehlie, considerado el mejor fondista de la historia.
Ambos llevaban 12 medallas, desde que el propio Bjoerndalen ganara la prueba de sprint el pasado 8 de febrero, también en Rusia.
“Está bien, esto representa mucho para mí. Lo valoro mucho y voy a disfrutarlo. Antes que nada estoy contento por mi equipo. Esta noche todos han dado el máximo. Respecto a mí, poder volver tras años de malos resultados y estar en forma, está realmente bien”, afirmó el plusmarquista, que dijo no saber si los de Sochi son los Juegos “más memorables” de su carrera.
El veterano biatleta, que está viviendo en principio sus últimos momentos en la alta competición, inscribe así su nombre con letras doradas entre los más grandes del deporte olímpico. Sólo nombres míticos como el nadador estadounidense Michael Phelps (22) o los gimnastas soviéticos Larisa Latynina (18) y Nikolai Andrianov (15) tienen más medallas olímpicas que él, pero todos ellos en Juegos de verano.
La historia de Bjoerndalen es la de un deportista que ha hecho pasar a su deporte, el biatlón, a otra dimensión. Como Eddy Merckx en el ciclismo, Bjoerndalen es el “Caníbal”, el que devora trofeos y siempre consigue imponer su ley.
En la Copa del Mundo acumula 94 victorias desde la primera, conseguida ya en la lejana temporada 1995-1996. Son 19 sus títulos mundiales y seis sus grandes globos de cristal.
El rey del biatlón está viviendo en Sochi sus últimos Juegos Olímpicos y uno de sus últimos momentos importantes en la competición, ya que anunció que la de 2013-2014 será su última temporada.
La clave de su éxito es su extrema profesionalidad, su seriedad y sobriedad, que han cimentado las claves de una carrera larga y marcada por la regularidad. Fue capaz de imponerse unas enormes cargas de trabajo en los entrenamientos, con un ritmo de 900 a 1.000 horas por año, eso ya desde que tenía 15 años de edad.
“Sin duda, su marcha dejará un vacío inmenso. Es el hombre que ha hecho todo por el biatlón en Noruega. Gracias a él, hoy tenemos las estructuras que tenemos. Es una leyenda y nos quedaremos tristes”, reconoce uno de sus teóricos sucesores, Emil Hegle Svendsen.
El “Patriarca del Biatlón” Bjoerndalen fue el primero en contar con un entrenador de tiro personal o con un preparador mental. Signos todos ellos de su obsesión por la planificación y por el trabajo duro.
Entre sus grandes rivales se encontró el francés Raphael Poirée, con el que mantuvo una rivalidad muy mediática, que contribuyó a relanzar mediáticamente este deporte. “En el circuito, él se protege mucho, no consigue llegar a compartir mucho desde el plano humano. Pero fuera de las carreras, es un buen muchacho, hemos hecho muchas tonterías”, recuerda con una sonrisa Poirée.
De 1997 a 2007, Bjoerndalen y Poirée compitieron entre sí por ser los mejores, un objetivo que el noruego siguió persiguiendo ya sin la oposición del francés.
El futuro de Bjoerndalen podría estar a corto o medio plazo en el COI, donde se aprecia especialmente su humildad y su espíritu deportivo, lo que le convertiría en un representante de excepción para el biatlón y los deportes de invierno.