Cuando Miriam Costanza explica su vínculo con la geometría y la pintura, vuelve a los tiempos de su niñez y a la fábrica de carrocerías de su padre Salvador, un experto en el armado de autos de carrera.
Recuerda entonces el sonido de la soldadora y el impacto de los colores vibrantes, pero sobre todo la forma de las pequeñas y grandes estructuras simétricas en chapa y madera que iban a dar a los vehículos.
“La vida era geométrica para mí y el contacto visual con ese mundo desde muy chica me formó en lo geométrico para el resto de mi vida”, dice desde la ciudad de Nueva York, donde reside desde hace varios años ya, y donde expone hasta el 25 de enero en la Galería de Arte del Consulado Argentino.
“Lo que llevo adentro lo plasmo en el lienzo como geometría y colores. Lo que recibe el espectador es la transformación a sus vivencias personales. Lo único que espero es que la alegría y la belleza que yo siento en esta paz organizada puedan tocar al público de una manera similar”, expresa la mujer que a los 19 años y con el título de Miss Mendoza dejó su lugar para instalarse en Buenos Aires y que luego de algunas experiencias como modelo publicitaria se inscribió en los talleres de pintura de la italiana Franca Delacqua y del argentino Atilio Laguzzi para aprender las técnicas del óleo y el acrílico.
“Mi alma estaba en los pinceles, en los lienzos. Con todos los recuerdos hermosos de Mendoza, sus colores, la gente, sus cielos, las montañas, mis creaciones estuvieron llenas de color y de vida”, comparte Miriam. En el ‘92 se mudó a Estados Unidos con su ahora ex pareja y sus tres hijas y fue ese cambio geográfico el que terminó por afianzar su vocación artística.
Ya instalada en Miami, conoció al maestro Pérez Celis, quien antes de regresar a Buenos Aires le cedió su estudio por completo “con todos los materiales de trabajo y una obligación no escrita, la de crear”.
Fue entonces cuando el arte en la vida de Miriam Costanza ocupó tiempo completo y aquel taller de 250 metros cuadrados y paredes altísimas, sumado al aura del gran plástico argentino, la inspiró para expandir sus dimensiones y así sus lienzos se convirtieron en grandes obras de más de cuatro metros de lado.
En 2009, sin premeditarlo demasiado ni suficiente presupuesto decidió trasladarse a Nueva York y en el centro de Manhattan armó su estudio. Desde entonces, Miriam trabaja incansablemente en la abstracción geométrica y explora los límites de las curvas y los planos convergentes, los colores intensos y las creaciones minimalistas.
Esta búsqueda queda reflejada en la exposición “Curvas rectas” que por estos días presenta en el Consulado Argentino en Nueva York, un despliegue de 15 obras que indagan en el espacio tridimensional de la mente y las posibilidades de la metamorfosis. En este proceso creativo, asegura, mucho ha tenido que ver el vínculo que la une a la artista cubana Carmen Herrera.
“De mis amigos, el artista y curador Tony Bechara me llevó a conocer a Carmen y ahí comenzó una gran amistad que me lleva a visitarla varias veces por semana. Es que verla a ella trabajar a sus 101 años sin quejarse es un placer, y su fuerza interior me ha ayudado a nunca bajar los brazos. Desde que la conocí hace casi 7 años siempre me repite 'ser artista es el camino del Vía Crucis, muy difícil, pero vos sos artista y no vas a poder abandonarlo, lo llevas en tu alma y tu espíritu'”.
En Nueva York, su vida como artista es un descubrimiento a diario de artistas, galerías y propuestas que la mantienen siempre activa en el hábito de consumir arte y de crear lo propio, que forma parte de colecciones públicas y privadas de Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, España, Italia o Suecia, además de haber sido parte de exposiciones en reconocidas galerías.
“Me encantaría exponer en Mendoza. Ojalá hubiese pasado hace muchos años. Siempre tengo el sueño de exhibir algún día en mi tierra y espero que sea muy pronto. Soy mendocina con gran orgullo y nada más lindo que volver a mi bella provincia con mi arte; espero que así les guste a mis coterráneos”, comparte desde su estudio la mujer inspirada en los universos geométricos.