Un sueño se sigue y se persigue hasta convertirlo en realidad.
En eso anda este Godoy Cruz de Lucas Bernardi. Un equipo sin figuras pero con un amor propio a prueba de balas para perseguir cada uno de sus objetivos. Y en este 2017 anda empecinado en hacer historia en la Copa Libertadores, algo que no pudo conseguir en sus dos anteriores participaciones (2011 y 2012).
Después de la sorpresiva victoria de Libertad ante Mineiro, Godoy Cruz sabía que este era 'el' partido, la gran oportunidad de subirse a la cima del grupo 6 de la Copa en soledad. Porque en la búsqueda de ese objetivo que se llama clasificación, el Tomba sigue dependiendo de sí mismo.
Bernardi sorprendió en la previa con dos cambios que no estaban en los planes de nadie: adentro Olivarez y Galeano, afuera Viera y Ortiz.
Y en ese marco, el regreso de González era una noticia más que positiva.
El planteo visitante (5-2-3-1) era todo lo contrario a lo que había deseado Bernardi ("ojalá sea un partido abierto", había dicho en la previa), pero resultó la confirmación de lo que imaginó en la previa. Ante un adversario que no lo presionó en la salida y que lo esperó replegado en su campo, Godoy Cruz dispuso de pelota y terreno, aunque no generó demasiado.
De hecho, si Rey no se hubiese exigido para rechazar al córner el zapatazo de Zampiery, el 'cerrojo' de los del Vasco Azkargorta hubiese sido más deliberado aún. El Tomba fue paciente, pero careció de juego asociado claro y terminó siendo previsible.
Faltó sorpresa, movilidad de sus intérpretes. Se ilusionó con alguna que otra pelota parada y con esas corridas supersónicas de Angelito González que levantaron a la platea. Como en esa que le sirvió el gol a Correa, pero el cordobés definió mal (al cuerpo de Arias) y Coimbra salvó en la línea cuando él mismo se había llevado por delante el balón.
El equipo del altiplano fue ordenado para defender y criterioso para pasar al ataque y complicó con otros dos remates de afuera de Córdoba y Ferreira.
Sabiendo que tenía 45 minutos para ganar el partido, el Tomba salió con otra intensidad en el complemento. Ante un rival totalmente replegado, salió a presionar más alto al Toro de Warnes.
Y si bien el Expreso no estaba en su mejor noche, ante un rival demasiado pasivo, el gol llegó casi por decantación: Abecasis metió uno de sus estiletazos al área, Pol cabeceó y recogió el rebote para romper la resistencia boliviana y desatar la alegría tombina. El Tomba era puntero del grupo y sólo era cuestión de mantener el resultado y tratar de ampliarlo.
Bastó que Angelito, el mejor del Tomba, acelerara, centro atrás y Correa no perdonó. Pudieron ser más, pero hubo impericia en el último pase y Arias le tapó el tercero a Giménez.
Sin ser brillante ni mucho menos, el Tomba hace un culto de la practicidad, es efectivo, confiable, rendidor y seguro. Con esa fórmula, completó 9 días de ensueño: 3 victorias al hilo (2 en Libertadores) y cerró la primera rueda en la punta del grupo 6 de la Libertadores en el bolsillo. El jueves que viene irá a Santa Cruz con esa condición y sabiendo que depende de sí mismo. Detrás de un sueño de Libertadores.