Un ministro que desconoce la historia

Al intentar explicar sus errores y su falta de capacidad para solucionar los problemas de la educación en la Argentina, el ministro nacional del área, Alberto Sileoni, no tuvo mejor idea que asegurar que la crisis en el sector viene de 1810. Desconoce, ev

Un ministro que desconoce la historia

En su afán por defender algunas situaciones complicadas que se han sucedido durante los últimos años en distintas áreas, el Gobierno nacional sostiene el lema de la "década ganada", a los efectos de comparar la situación actual con lo sucedido durante la crisis de 2001.

Asegura que es necesario observar "la película" y no quedarse con la última foto, y de esa manera intenta salir al paso de las preguntas que se hace la gran mayoría de los argentinos que manifiestan su disconformidad con la actual gestión y que lo ejemplificaron primero con las manifestaciones surgidas a través de las redes sociales y luego se implementaron en las elecciones primarias abiertas y simultáneas.

Pero lo sucedido con el ministro de Educación de la Nación causó sorpresa primero e indignación después al asegurar que la crisis de la educación en el país "viene desde 1810". Un diagnóstico más que preocupante, en razón de que se trata de la mayor autoridad en un área clave para el futuro de la República.

"Hay procesos, y si se dice que este es un sistema en crisis, dígalo desde 1810, porque si no pareciera que hay un pasado dorado que no ocurrió", dijo el ministro, quizás para justificar sus contradicciones, que se reflejan con lo sucedido en los últimos meses, por ejemplo, con la toma de colegios por parte de los alumnos.
 
Porque ante las primeras tomas Alberto Sileoni salió a defender la actitud de los alumnos al decir que "no estaban cometiendo ningún delito" y poco tiempo después, ante una misma situación pero con las elecciones muy cercanas, dijo que las tomas no eran la forma más correcta de protesta.

El ministro no puede ignorar que en la Argentina del siglo XIX y buena parte del XX la educación representó el más importante elemento de movilidad social y que la escuela primaria en la Argentina fue un modelo para América Latina, por la condición de igualdad que generaba entre los chicos de diferente situación socioeconómica, como aseguró el especialista en políticas públicas Gabriel Sánchez Zinny.
 
O que la tasa de analfabetismo pasó del 77 por ciento en 1869 a sólo un 4 por ciento en 1991, aunque a partir de allí y hasta el presente esas cifras hayan permanecido estancadas. Tampoco se puede desconocer que pese a que la tasa de escolarización en la escuela secundaria pasó del 32,8 por ciento al 71,5 por ciento entre 1970 y 2001 o del 87,1 por ciento al 90,9 por ciento en el mismo periodo para el sector primario, en la actualidad sólo la mitad de los que cursan el nivel medio lo termina en tiempo y forma.

En el ámbito universitario, las casas de altos estudios de la Argentina estuvieron a la vanguardia de la región, mientras en el presente han sido superadas por las brasileñas o las mexicanas

Otros números preocupantes son los que señalan que entre 1996 y 2002 la matrícula en la escuela primaria registró un crecimiento del 7 por ciento, equivalente a 243.575 alumnos, y que a partir de 2003 comenzó un ciclo muy distinto, caracterizado por un éxodo de la escuela primaria de gestión estatal hacia la escuela de gestión privada, o que los resultados de las pruebas PISA de 2009, que abarcan a 65 naciones y que evalúan a estudiantes de 15 años en comprensión de lectura, matemática y ciencias, mostraron un gran retroceso de la Argentina, cayendo 20 puntos y ubicándose ahora en el puesto 58.

Resulta molesto e indignante que un ministro de la Nación, en su afán por cubrir su ineptitud al frente de la cartera de Educación, ponga en dudas lo que hicieron hombres en la historia de los que los argentinos nos sentimos orgullosos, porque permitieron ubicarnos en un lugar de privilegio, a punto tal de ser tomados como ejemplo por muchos países.

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