A esta altura, no pinta condescendencia. Y menos con el elitista circuito artístico porteño. Por eso Milo Lockett se atreve a decir de un trazo: “en Argentina no hay mercado de arte”. Y así lo argumenta: “Para que haya verdadero mercado de arte, deben darse ciertas condiciones: primero, una economía rica que permita que la gente consuma cultura; segundo, una sociedad que tenga una trayectoria cultural profunda y buenas políticas en ese terreno. Pero acá, por ejemplo, casi no hay coleccionistas que atesoren obra. Y de hecho, en los últimos 5 años, cerró el 50% de las galerías”.
Y sí, al ser uno de los pocos plásticos argentinos que vive exclusivamente de su arte, sabe de lo que habla: “yo cerré una fábrica textil y me largué a esto en 2001; me morí de hambre y después me convertí en el artista más vendido. Podría hacer la mía y ya. Pero lo que me interesa es acompañar cosas, agitar movimientos”.
Autodidacta, imparable, el creador chaqueño se siente más atraído por el trabajo social que por el mundillo del arte y, gracias a la pintura, desarrolla una serie de acciones participativas con diferentes comunidades. “Esto me inspira, cambiar situaciones”.
Y si bien en ese afán él juega como cara visible (la del artista del momento), cree que el problema de muchos proyectos culturales es, justamente, que tengan dueño.
“Si hay un proyecto que funciona en Jujuy, ¿por qué no se puede replicar libremente en Ushuaia”? Digo, los proyectos tienen que ser de libre uso. Y tienen que contagiarse, expandirse. Porque la búsqueda no está en la ‘súper obra’ sino en la construcción de la misma a lo largo de toda una vida y en el proceso de ir abriendo caminos”.
Milo tuvo la suerte de una infancia feliz. Y un buen maestro de dibujo, en la primaria, que le enseñó que los trazos que él hacía tenían un valor plástico.
“Además tengo alta la autoestima”, dice el hombre que supo que iba a crear un mundo desde niño, aunque no estudiara arte de manera académica.
“Trabajo mucho, pinto todos los días. Exploro en mis talleres el concepto de la falla, el aprovechamiento del error, con eso intento fomentar la autoestima de los talleristas”.
Milo llegó a Buenos Aires en el 2005. Venía de Chaco con rollos de pinturas, con escaso dinero y con la certeza de que ser de provincia implicaba toparse con muchos ‘no’.
En 2004 le otorgaron la Beca TRAMA en Posadas, Misiones, donde expuso en una Muestra Colectiva. Ese mismo año también recibió la Beca Antorchas en Resistencia, Chaco. También expuso en muestras individuales en Alemania y Suiza. Y recibió el Premio Regional OSDE 2005 con la obra "El Aguaraguazú quiere unos Mimos".
En 2006 colaboró con UNICEF en el proyecto "Un Minuto por mis Derechos" en el 7º Encuentro de Niños y Jóvenes escultores bajo el tema Los Monstruos de Berni y Juanito Laguna.
Durante ese año, expuso sin parar, ganó el premio revelación en ArteBa y quedó seleccionado para el Cow Parade Buenos Aires. Tras el estallido de su fama, su carrera no paró de crecer. Independiente por convicción, abrió su propia galería-taller.
“Argentina no tiene ninguna política cultural para expandir el arte en el extranjero. Un ejemplo: vos entrás a España y llegás al país de Dalí, de Picasso. Desde los ‘80, lograron convertirlos en mecas para los visitantes. Pero acá no. Vos vas a una feria de arte en Buenos Aires y son siempre las mismas galerías ocupando los mejores lugares. Yo miro una ciudad como Miami, en la que se realiza el Art Basel, una suma de 16 ferias en la misma semana. Ahí hay gente de todo el mundo y lo evidente es la solidaridad entre los galeristas, los curadores, los artistas. Es una soli daridad no sólo basada en la buena onda, sino en la capacidad de ver que si el arte crece, crece la economía”.
Desde los inicios de su carrera, Milo siempre estuvo comprometido con proyectos solidarios. Dio clases de pintura para niños sin recursos, colaboró con los murales del Hospital Garraham, participó de subastas a beneficio, colaboró con Unicef y hoy contribuye con una Fundación que promueve la reinserción escolar de niños en todo el país. Asimismo participa muy activamente con la Casa Garraham del Chaco, para recaudar fondos.
“No, no hago caridad. No doy lo que me sobra. Se trata de hacer cosas por el otro para que esto tenga un sentido. Si puedo cambiar al menos un poco la realidad de alguien desde mi lugar como artista me siento satisfecho”.
Con las manos pintadas
En estos días, Lockett viene a Mendoza para realizar dos murales colectivos.
Invitado por la Fundación YPF, Milo vendrá a visitar “lugares petroleros” -en este caso, Luján de Cuyo y Malargüe- para propiciar allí una actividad cultural. “Es una acción compensatoria, si pensamos que la industria del petróleo está siempre extrayendo. Bueno, esto se trata de devolver algo, ¿no?”
Milo empezará rompiendo el hielo: dibujará algo e invitará, charla mediante, a los presentes a pintar. Después dictará una clínica para los artistas del lugar. Y, finalmente, oficiará de puente para que, con ellos, se inaugure una muestra colectiva en Buenos Aires. “El desafío es construir un proyecto que pueda tener continuidad”, entusiasma.
Pero en sus planes, el hiperkinético Lockett tiene un objetivo aún más abarcador. En octubre, arrancará su gira “Estampando geografías”, con la que piensa recorrer todas las provincias argentinas en 36 meses: “del verde impenetrable al blanco de la Antártida”.
Arte participativo en Malargüe y Luján
Aquí, el programa de actividades para realizar junto a Milo Lockett en Malargüe y Luján de Cuyo.
Martes: Clínica de Arte para artistas locales. Se dictará en el "Campus Educativo Municipal" (Rosario Vera Peñaloza y Fray Luis Beltrán, Malargüe), de 18 a 20.
Miércoles: Realización del Mural. En Terminal de ómnibus (Roca y Esquivel Aldao, Malargüe), de 10 a 15.
Jueves: Realización del Mural. En Polideportivo de Luján de Cuyo (Vallcanera y Guevara), de 10 a 14. Clínica de arte con artistas locales, de 14 a 16.
Para participar no es necesario contar con conocimientos previos en arte y en pintura. Será un encuentro al aire libre, integrador y abierto a toda la comunidad, en el que los vecinos y los artistas locales brindarán sus ideas y aportes para crear un mural que los identifique.