Más de 52 millones de personas trabajan de empleados domésticos

Sólo en América Latina hay casi 20 millones. En 15 años aumentó 60% la cantidad de gente que sobrevive con el servicio personal.

Más de 52 millones de personas trabajan de empleados domésticos
Más de 52 millones de personas trabajan de empleados domésticos

El mundo tiene más 52 millones de empleados domésticos, casi 20 millones en América Latina y el Caribe, y en su gran mayoría (83%) son mujeres con protección social insuficiente, según el primer estudio sobre la materia publicado este miércoles por una agencia especializada de la ONU, la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En 15 años, entre 1995 y 2010, el número mundial de empleados domésticos aumentó en un 60%, con la llegada al mercado de trabajo, principalmente en América Latina y el Caribe, de otros nueve millones de personas, en su mayoría mujeres.

Estas cifras se basan en estadísticas oficiales de 117 países y territorios, pero excluyen a los 7,4 millones de niños que trabajan como empleados domésticos, según estimaciones de 2008.

A nivel mundial, la gran mayoría trabajan en la región Asia-Pacífico (21,4 millones de personas), 19,6 millones en América Latina (casi la mitad en Brasil), 5,2 en África, 3,2 millones en los países desarrollados y 2,1 en Oriente Medio.

Brasil, el que más tiene

Por países, Brasil es el que más trabajadores domésticos tiene, con 7,2 millones, seguido por India (4,2 millones), Indonesia (2,4) y Filipinas (1,9).

Según la OIT, se trata de "estimaciones prudentes, que probablemente subestiman la verdadera magnitud del trabajo doméstico".

Los especialistas consideran que el total de empleados podría superar con creces los 100 millones en todo el planeta, ya que se trata muy a menudo de trabajo disimulado y que no está registrado.

En Europa, España es el país con más trabajadores domésticos, donde representan el 4% del total del empleo, seguido por Portugal (3,4%), Francia (2,3%) e Italia (1,8%). Al contrario el trabajo doméstico casi no existe en los países nórdicos (0,1%) y en Europa del Este.

En su mayoría estos trabajadores domésticos son inmigrantes, que hablan mal la lengua del país en el que trabajan, lo que los hace todavía más vulnerables a la violencia física o sexual, indica la OIT.

Trabajo sin protección legal

Casi el 30% de esos trabajadores carecen de protección legal, y el 45% no tienen derecho a ningún día de descanso, ni semanal ni anual. Por otra parte, la tercera parte de las empleadas domésticas no tiene derecho a ninguna protección en caso de embarazo.

Según Sandra Polaski, subdirectora general de la OIT, "a los trabajadores domésticos con frecuencia se les exige que trabajen más horas que los otros trabajadores, y en muchos países no disfrutan del mismo derecho al descanso semanal que otros trabajadores".

"Junto a la falta de derechos, la dependencia extrema de un empleador y la naturaleza aislada y desprotegida del trabajo doméstico pueden hacerlos vulnerables a la explotación y el abuso", añade.

El estudio demuestra que los trabajadores domésticos de países como Malasia, Arabia Saudí o Catar trabajan una media de más de 60 horas semanales mientras que en Austria o Noruega apenas superan las 15.

En América Latina, en países como Bolivia o Ecuador, la media de horas semanales está entre 40 y 50, más que en Brasil (36,8), México (34,9) o Argentina (26,9).

De los trabajadores domésticos "se espera que estén disponibles a cualquier hora del día o de la noche y cobran un salario en el que no se especifican los horarios", indica el informe.

"Muchas veces no están diferenciadas las horas de trabajo y de reposo, la noción de horas extras no existe y el trabajo después de los horarios normales no está remunerado", explicó Amelita King-Dejardin, especialistas del trabajo doméstico en la OIT.

En 2011, la organización de la ONU adoptó una convención internacional sobre el trabajo doméstico. Pero la fecha sólo ha sido ratificada por tres estados, Uruguay, Filipinas y las Islas Mauricio.

La convención prevé una duración de trabajo razonable, un descanso semanal de al menos 24 horas consecutivas, limitar los pagos en efectivo, informar claramente sobre las condiciones de contratación y respetar los derechos fundamentales en el trabajo.

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