La noche del 5 de junio pasado, en una mesa del casino Enjoy donde se jugaba a una versión de póquer Texas, una familia ya había arreglado alternarse para ir a apostar: madre, padre e hijo iba cada uno a su tiempo para participar de la partida.
Pero a las 23 ocurrió un percance: la máquina barajadora mecánica se rompió. En tanto, hubo que seguir con el juego -ya había unos siete apostadores- y para eso el casino se valió de un mazo de cartas nuevo e impecable que trajo uno de los empleados asignados a la mesa. Por la rotura de la máquina, todo se haría manualmente.
Lo primero que hizo el empleado fue abrir el mazo y mostrar las cartas; en ese movimiento de abanico que tanto excita a los ludópatas. Todo se veía normal, las 52 cartas, de frente y de dorso (en las que sale impreso el logo del casino) no presentaban nada extraño. Al menos en apariencia.
En la mesa varios jugadores probaban su suerte y ponían a trabajar sus conocimientos, porque para el póquer -dicen los especialistas- "con la mera fortuna no alcanza".
La familia compuesta por madre, padre e hijo -todos asiduos asistentes al Enjoy- se turnaban en la silla para jugar. Eso dependía de la suerte: cuando a uno le iba bien se quedaba; y si le iba mal aparecía el reemplazo.
Esa noche les fue pésimo a los tres. También a los otros apostadores de esa mesa.
A las tres y media de la madrugada del lunes 6 -llevaban toda la noche allí- el pozo acumulado ascendía a 417 mil pesos.
Hasta que pasó algo.
En un mecanismo de jugada denominado "flop", que consiste en mostrar las primeras tres cartas esparcidas en el paño, la croupier encargada dio vuelta los naipes; y dos de ellos eran iguales: dos ases de diamante que aparecieron uno al lado del otro.
Cara de póquer
La cara de póquer de los jugadores mutó en cara de traste. Luego la ira de la familia y de otros dos apostadores fue inmediata. "Nos están engañando desde hace horas", gritó uno de ellos mientras sacaba fotos de los dos naipes idénticos con su celular.
Al rato apareció gente de seguridad y todo pareció calmarse, pero algunos de los apostadores que se sentían estafados por la casa de juego amenazaron con enviar cartas documentos.
Dos días más tarde, el gerente del casino, Federico Lorca, tenía en sus manos las cartas: cinco clientes que se sentían engañados querían lo que el casino siempre tiene: dinero.
"La situación no es como ellos (por los clientes) lo plantean, acá solo se trató de un error humano no de un engaño. Y lo vamos a demostrar. Además, el casino hizo un ofrecimiento para resarcir este error. Nosotros tenemos todo filmado así que se puede probar fehacientemente que no hubo ningún engaño", dijo a este diario el joven gerente Lorca.
No hay arreglo
Desde la oficina del Enjoy ofrecieron un arreglo que no satisfizo a los clientes: "tres mil pesos más una noche de hotel a cada apostador involucrado", según dijo una fuente.
Los apostadores que aseguran ser habitués del Enjoy fueron por bastante más: "Queremos 500 mil pesos para cada uno; es decir, dos millones y medio en total. De lo contrario, vamos a la justicia", le comunicaron al casino a modo de contraoferta.
"Nosotros ya le explicamos -recalcó Lorca en persona a este diario- que lo que se hizo fue acorde con nuestro reglamento interno. Se invalidó toda esa jugada y que la idea nuestra era llegar a un acuerdo".
Sin embargo, Ricardo Fugazzotto, el abogado de los jugadores, asegura que Enjoy no se puede regir por su reglamento, "sino que existen protocolos del Instituto Provincial de Juegos y Casinos, que indican que ante ese tipo de situaciones, lo que hay que hacer es llamar una autoridad y seguir jugando con un fiscalizador. Y eso no pasó".
Para eso, el abogado apela a la resolución 731/95 de ley del Instituto de Juegos y Casinos que hace referencia a la necesidad de una autorización de ese ente provincial ante un problema como el que ocurrió esa madrugada.
Denuncia penal
Como no hubo respuesta que les agradara a los apostadores: por caso, la familia de padre, madre e hijo llevaba once mil pesos perdidos cuando aparecieron los ases de diamantes mellizos, todo ha ido a parar a la Justicia.
El viernes por la mañana, Fugazzotto fue a la Oficina Fiscal de Delitos Económicos y presentó una denuncia penal contra la casa de juegos que queda sobre calle Primitivo de la Reta.
El fiscal especial Santiago Garay será el encargado de darle o no curso a la presentación, "que aún no he comenzado a estudiar", según dijo el magistrado.
En caso de existir un delito penal, lo más probable es que se encuadre en una de las especies de defraudación.
Para Fugazzotto, el hecho de que el pozo acumulado a la hora de la aparición de las dos cartas gemelas fuera de 417 mil pesos, es lo que se tiene en cuenta para hacer el reclamo.
Además, los denunciantes aseguraron que no se quedarán en la acción penal, "sino que el lunes (mañana) iremos a Defensa al Consumidor para hacer una nueva denuncia".
Los apostadores quieren del casino lo que siempre van a buscar: dinero en efectivo.
Pero esta vez sin apostar.
El modo "Texas"
A diferencia del póquer tradicional, donde se dan cinco cartas y se puede cambiar las que uno considere, en el póquer Texas se dan dos cartas a cada jugador. Se pone una luz para ver el flop (o sea las tres primeras cartas). Si uno quiere apostar lo hace. Se ve quiénes entran y luego se da vuelta una cuarta carta.
Si uno mejora el juego se vuelve a apostar, o le apuestan a uno. Y ahí se da vuelta una quinta carta y se vuelve a apostar o no dependiendo de lo que mande la mesa o de un jugador
En total uno tiene siete cartas dos propias y cinco en la mesa. Hay que usar las mejores cinco que armen juego.
Con la apuesta es donde uno intimida o no al rival.