Como su mamá había padecido la misma enfermedad genética, Mónica Bascuñán pudo descubrir tempranamente -hace 6 años- que padecía artritis reumatoidea. De todos modos, por su cuadro, quedó con cierto grado de discapacidad. Así, pasó a integrar el gran porcentaje de la sociedad que necesita de “pequeñas asistencias para tener iguales posibilidades”. También descubrió la lucha diaria que libran muchas de estas personas para hacer que el resto respete sus derechos.
Para dar visibilidad al tema, el año pasado encaró con fondos, ideas y tiempos propios, un programa radial semanal en una FM de Tupungato. “Quiero que me escuchen” se llamó la propuesta, que también salía por Internet, y con la cual buscó dar a conocer los derechos que tienen las personas con discapacidad y los caminos que deben recorrer para exigir lo que les pertenece.
Este trabajo de concientización fue reconocido días atrás en Buenos Aires por la Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas con Discapacidad (Conadis). La joven de Tunuyán se convirtió en la primera y única mendocina en ganar este reconocimiento nacional, al recibir un diploma de mano de María José Lubertino (directora del Observatorio Nacional de la Discapacidad).
“Debemos visibilizar la discapacidad. Mucha gente se deja avasallar o no exige lo que le corresponde por ignorancia. Todavía existen familias que esconden a sus discapacitados, que los mantienen lejos de toda posibilidad”, explica esta joven, que ha hecho del tema una militancia personal.
Mónica lleva adelante un microemprendimiento productivo en su hogar de Tunuyán pero invierte gran parte de su tiempo en aconsejar y resolver cuestiones relacionadas con esta problemática social. Es una de las impulsoras y actual miembro del Observatorio Provincial de Discapacidad, que se ocupa de vigilar que se cumplan estos derechos en Mendoza y envía informes y denuncias a la Conadis y hasta a la ONU y la Unesco, si el caso lo requiere.
Una militancia
Por situaciones difíciles y pérdidas familiares, Mónica decidió años atrás abandonar la comodidad de su domicilio en Ciudad y volver a Tunuyán, su pueblo natal. Fue allí cuando se chocó de frente con la crudeza de situaciones que viven día a día los discapacitados: la empresa de colectivos no quería dejarla viajar gratis (aun presentando su carnet) o no le permitía viajar en servicio expreso.
Esta irregularidad -que Mónica constató se repetía en otros casos- fue el detonante de una lucha que abrazó como bandera. Por ella debió enfrentarse a empresarios y choferes por igual, fue hostigada y llegó a llorar de rabia... pero también aprendió cómo usar el libro de quejas y cómo realizar las denuncias para que tuvieran validez.
Logró que se cumplieran ciertos beneficios de manera estable y hasta fue recibida por el ministro de Transporte para escuchar sus planteos y propuestas.
“Atención médica, pasajes gratuitos para el discapacitado y un acompañante, pases libres en eventos, prioridades, etc. Empecé a ver que muchas políticas de inclusión están aseguradas desde el Estado, pero no se cumplen porque la gente no las exige y porque a las empresas o instituciones les conviene que queden ocultas”, explicó.
Su programa sirvió justamente para eso: para abrir los ojos y acompañar a estas familias. “Cuando terminaba la emisión empezaban a sonar los teléfonos o me esperaba una fila de gente para hacerme preguntas o pedirme asesoramiento. Necesitan de mucha ayuda”, apuntó.
“Quiero que me escuchen” salió todos los sábados de 2014 en la FM Popular, una emisora privada de Tupungato. Al principio, Mónica contrató a un locutor para el programa; después comprobó que era difícil encontrar a alguien con su compromiso y siguió ella al aire. “Tuvimos mucho apoyo de empresas que quieren hacer las cosas bien”, dijo.
Por estos días, están peleando en el Senado nacional para que el tema de los observatorios esté en la agenda del próximo Presidente. “La discriminación, la desigualdad, se dan en todos los ámbitos”, asegura Mónica y dice que “donde más daño hacen es en el sistema de salud y en educación”.