Un mar que se retira hasta perderse de vista antes de regar muy deprisa y muy alta: la llamada "marea del siglo", un fenómeno espectacular ligado a la mecánica celeste, concentrará este sábado a miles de curiosos en las costas del oeste francés.
Esta marea, que se produce en realidad cada 18 años, reunió a unas 10.000 personas la noche del viernes en el Monte Saint-Michel, donde la amplitud de la marea (diferencia máxima entre la bajamar y la pleamar) empezó a rozar los 14 metros, más que un edificio de cuatro pisos.
"Tenemos actualmente un pequeño anticiclón, y eso hace que el nivel del mar será menos alto de lo previsto, del orden de unos centímetros", precisó Nicolas Pouvreau, especialista de mareas en el SHOM, el organismo nacional experto en hidro-oceanográfico.
La pleamar del viernes por la noche evitó un istmo de unos metros de anchura al pie del Monte Saint-Michel sin restar encanto al espectáculo de la noche cayendo en el Peñón rodeado de agua.
Patrimonio mundial de la Unesco, el Monte Saint-Michel volverá a ser una isla dos veces este sábado en el momento de las pleamares -a las 07H45 (06H45 GMT) y de nuevo a las 20H07 (19H07 GMT)-, con un coeficiente de marea de 119, el más alto jamás constatado, según el SHOM, basado en al ciudad atlántica de Brest.
Comprendido entre 20 y 120, este coeficiente da una indicación de la amplitud de la marea esperada y de la afluencia turística.
Dueño de varios hoteles y restaurante en el Monte, Patrick Gaulois aseguraba recientemente que no quedaba ninguna plaza disponible en el Peñón desde octubre.
Tiempo clemente
Las autoridades locales multiplicaron los últimos días los llamamientos a la prudencia destinados a los pescadores a pie que podrían verse atrapados por la marea, sobre todo en la bahía del Monte, donde dice la tradición que sube "a la velocidad de un caballo al galope".
"Este fenómeno natural es una oportunidad increíble para el turismo en Bretaña en este periodo del año", aseguraba hace poco Michael Dodds, director del Comité Regional de Turismo. Más de dos tercios de franceses querrían asistir al fenómeno, según un sondeo OpinionWay.
El tiempo se preveía más bien clemente, las inundaciones deberían ser pocas y de reducido alcance y los municipios litorales se limitaron a adoptar simples medidas de precaución, como en Anglet (País Vasco francés, suroeste) donde se cerraron los accesos a los diques pero no a los senderos costeros.
En Burdeos, se aconsejó a los automovilistas aparcados en la margen derecha del río Gnarona que vigilen la evolución del nivel de las aguas.
En el norte del país, "la rada de Boulogne está protegida por dos diques, así que no se registrarán grandes desperfectos", indicó la oficina de turismo de Boulogne-sur-mer para justificar la ausencia de dispositivos de seguridad. "No anuncian tormenta, será un poco menos impresionante de lo que podríamos esperar", vaticinó.
La amplitud de la marea máxima observada en el mundo se producirá en la bahía de Fundy, en Canadá, donde debería alcanzar hasta 16 metros.
El fenómeno también será muy visible en la costa oriental de Tierra de Fuego, en la costa norte de Australia y en el británico canal de Bristol (más de 14 m).
Estas fuertes mareas se producen cuando se conjugan perfectamente varios factores astronómicos: alineamiento de los astros, distancias orbitales más cortas... Las mareas son el resultado de la atracción ejercida por la Luna y el Sol sobre mares y océanos.
La última "marea del siglo" se produjo el 10 de marzo de 1997 y la próxima será el 3 de marzo de 2033. La de este sábado será por el momento la marea más fuerte del siglo XXI.