Histórico. La Unión Deportiva San José escribió de nuevo su nombre en tinta de oro. Tras perder dos finales consecutivas (Clausura 2015 y Apertura 2016), el elenco Santo volvió a cortar las redes.
Pero, en este certamen tiene un sabor especial. San José, el campeón del básquetbol mendocino sin club. Sin cancha. El que entrenó en Cultural. En el Poliguay. En una plaza. El que jugó de visitante toda la primera fase de visitante porque el 7 de junio le clausuraron su estadio.
Lamentablemente, un día antes, se derrumbó un galpón vecino y dañó parte de sus vestuarios. No sólo eso. El saldo fue de terror. Dos víctimas fatales.
Por esta razón, jugadores, dirigentes, cuerpo técnico y simpatizantes, se prometieron tocar el cielo con las manos. O, mejor dicho, dejar el alma en cada partido, para mirar al cielo y robarle a ese “niño” que se fue con la ilusión de jugar en la primera de su club, el cual ya era su casa.
Cada pique en el parquet del “Pelado Herrera” retumbaba en su corazón. Y esto es San José. Barrio. Humildad. Sacrificio. Tesoro. Amistad. Solidaridad. Es el fiel reflejo del tipo que se levanta a la madrugada y sale a hacer una changa para llevar el pan y el agua a su casa.
Nombres de jerarquía sobran, como los hermanos Rubia. Sin embargo, el valor de la humildad y el esfuerzo tiene su premio. Fue triunfo sobre Anzorena por 77 a 69.
¡Salud Campeón!