Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -
Se estuvo a un paso de una rodada más, en una pendiente de la que aún no se conoce su fin. Nada puede sorprender en esta etapa declinante de los seleccionados juveniles argentinos. Los resultados dentro de la cancha son la consecuencia de los yerros fuera del campo de juego. Este representante albiceleste pudo haber quedado en el olvido desde ahora y para siempre si Colombia no hubiese colaborado con su empate ante Brasil. #Argentina pudo competir en el Mundial de Corea 2017 de milagro pero su eventual ausencia no hubiera sido novedad conforme a los desaguisados que llevan casi una década en la AFA. El canibalismo interno en la propia entidad madre del fútbol argentino sólo puede equipararse a una tragedia de la mitología griega. Es una caída sin límite de la que ningún dirigente quiere hacerse cargo. El reparto de dinero y el futuro de Fútbol para Todos sigue marcando el paso de las apetencias de la dirigencia futbolística argentina. Todo lo demás está entregado a su suerte. Qué otra cosa podía esperarse de esta nueva aventura transcurrida a bordo de un barco que día tras día se asemeja más al Titanic. El Sub20 fue el padre futbolístico de estrellas de la talla de Lionel Messi, Juan Román Riquelme y Sergio Kun Agüero. Y hoy hay que resucitarlo y no se sabe cómo.
El blanco fácil de hoy día es Claudio Úbeda, como si fuera el depositario de todos males. Ya había sido irregular su designación: el entrenador no formaba parte de ninguno de los 44 proyectos presentados al Comité de Regularización afista. Es más, el Sifón quedó enredado en una situación de por sí compleja: el proyecto lo había presentado el experimentado Francisco Ferraro, quien se postulaba como director general y deseaba poner a Patricio Hernández a la cabeza de los juveniles. Llamativamente, ninguno de los dos quedó seleccionado y sí lo fue GerardoSalorio, quien formaba parte de la propuesta original. El preparador físico fue quien acercó a Úbeda pero como si éste fuera una pieza de recambio por si aún faltase un puesto para cubrir. En la propia vorágine de vacío dirigencial que se advierte en Viamonte 1366, el ex futbolista ganó posiciones sin mover un dedo y finalmente resultó quien condujo al grupo en el reciente Sudamericano Sub20 de Ecuador. Pero... ¿la culpa fue de él? Y si así fuera ¿sólo de él?
La Selección juvenil llegó a Quito con una preparación más cercana a la de un club de barrio que a la de una potencia ecuménica de la categoría. Apenas cinco partidos de preparación: dos contra su par de Japón y uno frente a Boca Juniors dentro del predio de Ezeiza, otro en Olavarría y el restante en Salta. Nada, si se la compara - por ejemplo - con Venezuela, que viene de un proceso iniciado en el Sub17 y que se continuó como sparring de la Vinotinto mayor. Y ésto por no citar al resto de los clasificados a la Copa del Mundo. Que un hexacampeón mundial haya quedado casi de casualidad dentro de los cuatro primeros de un hexagonal es un desatino, pero tampoco es el primer caso en los años recientes. Los antecedentes más cercanos remiten a la no clasificación al Mundial Egipto 2009, a los juegos olímpicos Londres2012, al papelón en el Sudamericano 2013, disputado en Mendoza y San Juan, a la eliminación en primera ronda del Mundial Nueva Zelanda 2015 y a las improvisaciones que dejaron a cargo del equipo olímpico a Julio Olarticoechea en Rio2016 - debido a la renuncia de Gerardo Martino - que fueron algunas de las causas emergentes que ayudan a explicar que hoy la organización y supervisación de las selecciones juveniles es tierra de nadie en el fútbol nacional.
De manera insospechada -quizá por casualidad- en las más de tres décadas de hegemonismo imperial, Julio Humberto Grondona tuvo un acierto clave: la designación por concurso de oposición y antecedentes de José Pekerman al frente de los seleccionados juveniles en vez de Carlos Timoteo Griguol, quien asomaba como un posible candidato. En silencio, propio de su perfil bajo, este experto en la materia asumió en diciembre de 1994 y tuvo enfrente a un peso pesado que debía derrotar: la pésima imagen que manchaba a la Argentina tras el escándalo del Mundial 1991 bajo la conducción de Mostaza Merlo, que le valió la pena de no participar dos después de la nueva cita planetaria, además de una fuerte sanción al delantero Juan Esnaider por sus actos de violencia en Portugal. Además, apenas meses antes, flotaba la herencia de la FIFA a Diego Maradona por el dóping en el Mundial de Estados Unidos. Y el nuevo cuerpo técnico eligió trabajar en vez de victimizarse. Además, impuso valores en el plantel designado para el Sudamericano Bolivia 1995 y motivó a los jóvenes a quedarse con el premio Fair Play, finalmente concedido.
Tras ese segundo puesto en la contienda continental, ese mismo grupo ganó el Mundial de Qatar 1995 y luego continuo su serie triunfal en Malasia 1997, Argentina 2001, Holanda 2005 y Canadá 2007. De los grandes futbolistas que comandaron estos ciclos vale destacar a Juan Pablo Sorín ('95), Riquelme ('97), Messi ('05) y Kun Agüero ('07). ¿Qué falló para que la AFA le soltara la mano a esta era excepcional, la mejor de todos los tiempos. Sólo un Mundial se había ganado antes y había sido el de Tokio 1979 bajo la dirección técnica de César Menotti y con astros emergentes - además de Maradona - tales como Ramón Díaz, Juan Barbas y Gabriel Calderón.
En el medio de los procesos pekermanianos, su impronta provocó influencia dentro de los sectores más sanos que quedaban en la dirigencia de AFA y así Argentina tuvo dos representaciones de nivel premium para los juegos olímpicos Atenas 2004 y Pekín 2008, en los cuales se conquistaron sendas medallas doradas bajo las conducciones de Marcelo Bielsa y SergioBatista, respectivamente.
Ya sin el grupo Pekerman en acción, el apoyo dirigencial se restó y la supremacía en juveniles se fue diluyendo. Hoy día, inclusive, está en lugares más bajos que otras selecciones que están en ascenso gracias al trabajo continuado y no circunstancial. Como colofón la designación de quien supo tomar el timón de la categoría quizá más por portación de apellido que méritos: Humbertito Grondona. La frase: "Se terminó el tiempo del glamour y ahora es el de pico y pala" fue un emblema de su etapa.
La anarquía en AFA trajo - de rebote - un destrato para las selecciones juveniles, que se quedaron alrededor de diez meses sin cuerpo técnico ni proyecto. Hoy día, los dirigentes pugnan para que los futbolistas de sus clubes sean utilizados por el seleccionado nacional como vidriera para una futura transferencia al exterior. Hasta el ambiente que rodea al fútbol toma a esta situación como secundaria. Úbeda apenas tiene una pequeña porción de responsabilidad. Es la cara visible. La punta del iceberg. Sólo se puede ver una luz en el camino: la refundación completa, al menos antes de la cita coreana. Empezar de cero. Y creer en crear. Y creer en crecer.