En mayo de 1920 nació en Polonia mi padre, Mike Zareba, un mendocino por adopción que varias décadas atrás enseñó inglés en esa linda provincia y por sobre todo practicó mucha montaña.
Invitado por Los Andes a escribir sobre él, recuerdo algunos datos de su vida novelesca.
En 1939 cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Mike, con dos amigos escaparon de las tropas de Hitler hacia Hungría. Por intermedio de un cura consiguieron documentos para seguir a Yugoslavia y luego a Italia. Finalmente llegaron a Francia para unirse a las tropas polacas. Cuando Hitler subyugó a ese país fueron internados en un campo prisión.
Con otros, fue despachado a Escocia para unirse a las tropas polacas, cuyo objetivo era liberar a Polonia. Estaban bajo el comando del general Sosabowski. Mike pasó la mayor parte de los seis años de la contienda como instructor de paracaidismo, hasta que se unió a la Royal Air Force, recibiéndose como piloto de caza. También enseñaba inglés a las tropas polacas porque aprendió rápido el idioma.
En uno de los bailes para las tropas conoció a su futura esposa y al terminar la guerra, viendo que Polonia terminaría siendo parte del bloque comunista de la URSS y que el Reino Unido había quedado semi destruido, con mucha pobreza, él y su flamante esposa decidieron emigrar a la Argentina "donde había grandes montañas".
Llegaron a Mendoza con un bebé (quien escribe estas líneas), estableciéndose en Carrodilla, como como pintor de casas. Más adelante decidió enseñar inglés y por intermedio del Instituto Cultural Anglo-Argentino consiguió un diploma y luego otro de Amicana. Terminó siendo profesor del idioma anglosajón en dos colegios secundarios en Maipú: Padre Vázquez y Escuela Industrial Emilio Civit.
Luego de unos años, se compró una motito Cucciolo de 50cc y comenzó a hacer viajecitos a la precordillera. Primero a La Crucesita, escalando allí el Cerro de la Cruz. El cerro Camello fue otro de sus favoritos. Más adelante y ya con una moto Lambretta 125 se desplazaba a La Crucesita con su familia: cinco en una moto. Había allí una pileta de aguas heladas que se llenaba con corriente de vertientes. Siempre era el primero en tirarse en esa hermosa "agua perfumada y tan pura", pero fría. Lo repitió en Los Molles cuando se arrojó a la Laguna de la Niña Encantada en invierno, durante el Festival de la Nieve del Club Pehuenche.
Una ocasión estuvo en El Salto, llevado por amigos a pescar (finca Fourcade); él se fue a subir un cerro, pero cuando le gritaron desde bien abajo con una trucha colgando de la tanza, quiso probar. Allí "mordió el anzuelo" como decía. Desde entonces iba a pescar casi todos los fines de semana, incursionando en decenas de valles y conociendo a sus habitantes.
En 1956 formó parte de una excursión del Club Andinista Mendoza hacia la zona de Los Arenales, para lograr la primera ascensión a la Torre del Campanario. Esto fue muy importante y formativo para él haciendo amistades que duraron el resto de su vida. En esa excursión, mientras esperaba que Richard Gallop, Renzo Vidoni y Silvio Ciartano volvieran de la Torre, decidió subir, solo, un cerro que veía enfrente, llamándolo Krakus de 4.700 m. Su primer cerro virgen.
En 1966, para el milenio de catolicismo de Polonia, ascendió una montaña virgen en la zona de Manantiales de Tunuyán, que denominó "Polonia Milenaria". Esto lo hizo con otro polaco mendocino: el arquitecto Casimiro Zurawiecki y con un alumno del Instituto Padre Vázquez, que era fuerte y tenía un nombre "casi polaco": Roberto Zonca. Los tres lograron esta cumbre de 5.050 metros con éxito desde el portezuelo del Portillo Argentino.
En 1969 organizó una ascensión con scouts polacos para bautizar un cerro de Tupungato con el nombre de Monte Cassino, la batalla en la que perdieron la vida miles de polacos en Italia, 25 años atrás.
Unos días luego, dos muchachos del mismo grupo, Ryszard Czarniawski y Marek Gainski, decidieron escalar solos en la zona de Manantiales, pero allí Marek (Marcos) de 19 años, perdió su vida al ser golpeado por una piedra que cayó de la nada desde arriba, matándolo. Fue un momento muy triste y difícil para Mike y para toda la comunidad polaca de Buenos Aires y de Mendoza. Decidieron, en conmemoración del joven scoutista, hacer un refugio en El Manzano, cuyo terreno donó generosamente la familia Mosso.
Con los años volvió a Londres. Al enfermarse, rodeado de hijos y nietos, le decíamos que nos repitiera su nombre completo polaco, y nos decía: Mieczyslaw Stanislaw Kazimiersz "Lechuguita" Zareba, "lechuguita, porque no tengo fuerzas para nada". Murió en la capital inglesa en julio de 2012, a los 92 años.