Mario (Mike Amigorena) tuvo todo para triunfar en la música, pero su destino fue el fracaso. Nunca pudo completar sus sueños y hoy se gana la vida cantando canciones, en especial de Sandro, en despedidas de solteras, casamientos y cumpleaños. Tampoco está atravesando su mejor momento: su madre enferma, a la que estuvo cuidando, acaba de morir.
Y, como pasó todo el tiempo con ella, descuidó la relación con Lucas (Román Almaraz), su hijo adolescente. Tratando de reconciliar su relación, Mario emprende un último tour con él y con su amigo y manager ‘Oso’ (Iair Said). En esta última gira, ¿encontrará el éxito que siempre soñó?
Esta es la trama de la nueva película que trajo a Amigorena a las pantallas de las multisalas locales pero, además, la próxima semana estará en la provincia visitándonos en persona, a través de una gira teatral.
En esta charla con el actor, nos abocamos a su película "Mario on tour": un interesante paseo de la mano de un personaje entrañable.
- ¿Cómo te llegó este proyecto?
- Me llamó Pablo Stigliani, el director. Me comentó lo que quería hacer y fue sólo congeniar las fechas y salir para adelante. Con el personaje nos quisimos desde el primer momento. Porque es un cantante que lucha por sus sueños, por su vocación.
Un poco lo que me pasó a mí hace mucho tiempo, ¿no? También era atractivo volver a trabajar con Román Almaraz (estuvieron juntos en “Los Vecinos en Guerra”) y con Iair Said, que es un amigo.
- Este es tu primer protagónico en cine. ¿Fue difícil llegar a él o fue difícil que vos eligieras uno?
- Eso, en realidad, te llega. Un protagónico uno no lo busca. Protagonizar es una consecuencia, no una elección. Así que, que me llegue un momento justo muy particular de mi vida donde estoy sacando mi disco solista llamado “Amántico”, tiene mucho que ver.
- ¿Sentiste alguna presión por llevar adelante este largometraje?
- No. Mientras más responsabilidad tenga, más me desentiendo del resultado final. Soy responsable, pero me saco ese peso extra de encima. Yo voy a hacer lo mejor posible y voy a dar lo mejor de mí. Eso, seguro.
- Mario, tu personaje, es un tipo introvertido, callado. Pero arriba del escenario se convierte en otra persona...
- Sí, es cierto. Y es un poco lo que le pasa a la gente con la música. Esa conexión que tiene la música que enciende. Lo único que querés es estar arriba del escenario para el show, para sentir que la gente canta tus canciones. Es como una especie de droga.
La droga cuando está en su máximo esplendor, y después cuando se va yendo el efecto llega la abstinencia, el bajón, el malhumor... Más o menos, a Mario le pasa eso. Si bien él quiere interpretar sus canciones, cuando canta se enciende. Y vuelve a la realidad cuando termina ese show de 20 minutos o media hora.
- La película está muy bien narrada y tiene detalles preciosos, casi imperceptibles algunos, que hacen de esta road movie un largometraje maravilloso...
- Todas esas cosas son decisiones de Pablo, en cómo se manejaban los personajes, lo que dicen o dejan de decir. Todo muy sutil. Pablo siempre tuvo muy claro lo que quería y fue muy fácil llevarlo a cabo.
- Además, te transformó en otra persona. Mario es un tipo común y corriente, muy distinto a lo que proyecta Mike Amigorena. ¿Fue difícil interpretar a alguien así?
- Es un gran desafío, ¿sabés? Me probaba la ropa de mi personaje y pensaba que todo me quedaba mal. Pablo me iba guiando y explicándome que no me tenía que gustar a mí. No tuve ni un minuto de sofisticación.
A mí me gusta el “detalle”, el arreglo, el buen gusto, pero por sobre todo me encanta que un director tenga en claro lo que quiere. Uno se entrega a lo que le dice y confía plenamente en sus consejos.
- Te salió muy bien el rol de padre, ¿de dónde tomaste la inspiración para hacerlo?
- Bueno, es cierto, no soy padre. Pero tengo 45 años, seis sobrinos, mi ex pareja tiene un hijo (NdR. Se refiere a Mónica Antonópulos), mi ahijada tiene una hija también, así que tengo una sobrina-nieta. Entonces de alguna manera comienzo a vincularme con la paternidad.
Ayudó también que nos conocíamos con Román y hay confianza con él, ensayamos mucho junto con Stigliani el vínculo que tienen.
Además, volqué todo lo que he recolectado a lo largo de mi vida y por suerte llegó a buen puerto. Fue todo muy orgánico. Si lo quisiera repetir, o imitar, no sale. Son esos proyectos que hacés que terminan saliendo redondos. Durante el proceso era inconsciente del resultado, de la consecuencia.
- ¿Cuál era la sensación mientras la filmaban? ¿Sentían que estaban realizando una gran película?
- No, para nada. A veces nos mirábamos entre nosotros como preguntándonos: “¿Qué saldrá?”. Juro que no éramos conscientes. Eso es tocar el cielo con las manos, porque cuando proyectás y no camina es una desilusión muy fuerte. Se juntó un grupo hermoso, la pasamos bárbaro y salió muy armónico todo.
- Sé que no te gusta ver lo que hacés pero, ¿qué sentiste cuando la viste pero primera vez?
- Es que al principio parece una cosa que no es. Primero el título: “Mario on Tour”, que es raro y que nunca nos terminaba de cerrar. Pero no había otro posible. Probamos, cambiamos y por alguna razón no podíamos llegar a otro, así que decidimos quedarnos con ese. La película misma nos decía “no me toquen”.
Cuando la vi por primera vez me mató. Me tranquilicé un poco también porque tenía esos nervios característicos de cómo había estado en determinada escena, cómo había quedado todo. Vi la película y nos quisimos automáticamente.
- ¿Te abrió otras puertas para el cine este protagónico?
- Calculo que sí, pero no lo tengo muy en claro. Lo que sí sé es que ya tengo arreglado para filmar una película en setiembre y otra en noviembre. “Mario on Tour” no se había estrenado cuando me las ofrecieron, así que no puedo atribuírselo a ella. Hay algo que me pasó con el cine. No nos mirábamos bien, y de repente comenzó a caminar. Estamos los dos preparados.
La primera es una comedia que se va a filmar en Brasil, y la otra es una de época dirigida por Néstor Montalbano. Se va a llamar “Rivales” y también es una comedia.
- Un género que te gusta mucho, ¿no?
- La verdad que sí. Me gusta mucho hacer reír. La idea es poder hacer que la gente llore, pero también poder sacarle una sonrisa. El drama, bien hecho, me gusta mucho también. No lo busco de todas maneras. Yo quiero pasarla bien y que la gente también lo haga.
- ¿Cómo hace un productor para atraer a un proyecto?
- Ofreciéndomelo. No tengo una línea en general. Me gusta la comedia, pero también hacer una película histórica en donde puedo personificar a alguien que existió. Soy así en todo, igual que en mi vida.
Tengo muy en claro lo que no quiero: vivir trabajando, estar con ególatras, hablar cuando no tengo ganas... El mismo proyecto me dice si hacerlo o no. Hay algo, que no sé cómo explicar, que me ayuda a aceptar las propuestas o rechazarlas.
- ¿Te pasó de estar en algún proyecto y darte cuenta de que te equivocaste y no querer estar más?
- Sí, y en algunos lo que decidí fue irme, pero siempre con respeto. O sea, me he ido porque me he podido ir. Si no puedo, no lo hago. No soy una persona que te deja colgado. De todas maneras, me ha pasado muy pocas veces.
- Sos oriundo de Maipú, y no podemos terminar esta nota sin que le envíes un mensaje a tus compatriotas mendocinos...
- Mendoza es mi oasis. Allá está toda mi familia y yo la siento como mi casa. Voy todo el tiempo para visitar a mi madre, mis hermanas, mis sobrinos, mis amigos. Eso para mí es fundamental porque me cargo de una energía única que no me la da ninguna parte de este mundo. Me emociona mucho hablar de mi provincia porque es todo para mí.
El regreso del más amado
El romance entre su provincia natal y Mike Amigorena siempre lo trae a los escenarios. Sucedió con aquella estupenda puesta que fue “La noche antes de los bosques”, de uno de los dramaturgos franceses ‘malditos’: Bernard Marie-Koltés. Aquello fue en 2010.
Ahora, siete años después, Mike vuelve a las salas teatrales mendocinas para presentar “El amor sos vos”.
En esta nueva puesta, escrita, interpretada y dirigida por él, el multifacético artista reúne sus dos pasiones: la música y la actuación.
La puesta, que está de gira por el país (tiene funciones en Rosario y varias ciudades de Buenos Aires) llegará a Mendoza el 1 de setiembre, a las 21.30, para presentarse en el teatro Encio Bianchi de Rivadavia.
Las entradas tienen precio único ($350) y pueden adquirirse en la boletería del teatro o por Plateanet.