En el interior de la galería Piazza, en pleno centro de Ciudad, se combina la música con el arte de precisión. En su joyería, Miguel Montana está sentado tras el mostrador. Pañuelo al cuello, atiende a los clientes pasan por su comercio. Anuncia que el próximo 9 de noviembre se presentará con su show de tangos en Vía Veneto –el café que está a la vuelta de la galería–. Rodeado de relojes que marcan sus palabras con su ruido interno, cuenta que nació en Buenos Aires, pero que desde hace 22 años vive en Mendoza.
"Miguel Montana es mi nombre artístico", asegura, y agrega que tiene "más de 50 años", y con su mirada firme indica que es todo lo que hace falta saber al respecto. "Canto en varios lugares", agrega el hombre.
Mientras sus clientes lo esperan, asegura que disfruta mucho de su hobby. "Cantar está en mi espíritu, es algo que hago desde que era pibe. Lo disfruto y espero seguir haciéndolo muchos años más", remarca, observado también por una de sus empleadas.
Calidad de vida
El tanguero cuenta que de Mendoza tiene cálidas sensaciones, que le ha dado trabajo con su joyería, y también gratos momentos. "A mí Mendoza me aporta de todo. Venir a vivir aquí me ha significado una mejor manera de vivir y una mejor calidad de vida", explica el cantante, dejando en claro por qué eligió este lugar y se asentó en él.
A continuación, dice que abrió Versailles –tal el nombre de su comercio– hace 21 años y que con ese objetivo llegó originalmente a la provincia. Además, informa que tiene dos hijas, Betina y Susana, esta última en España. "Y tengo tres nietas, todas nacidas también allá", apunta.
Respecto del canto, opina que es una manera de mantener el espíritu alerta frente a los avatares de la vida.
"Me gusta poder combinar ambas actividades, la de joyero o relojero y la de artista. El canto te mantiene el espíritu alerta, y la joyería es mi especialidad, mi trabajo", explica.
El tango
Las letras de tango, ese género musical surgido en los arrabales porteños, están cargadas de historias y mensajes que son, para Miguel, una forma de expresar su experiencia de vida.
"Todos los cantos, todos los tangos que interpreto los he vivido de una u otra manera", remarca. El hombre espera que, aunque pasen los años, el tango siga presente en las nuevas generaciones. "Espero que el tango no se muera. Es mi esperanza", añade.
Miguel, se despide algo apurado por atender al próximo cliente. Aunque antes del adiós aclara que canta sentado por la lumbalgia ("aunque ahora todos cantan sentados", dice) y que espera que vayan muchos a escucharlo.
