Miguel García Urbani: historias de un meditabundo

Todo nace en Corralitos, de su tendencia natural a contar historias. Es que desde pequeño Miguel García Urbani quedó fascinado por el radioteatro y por los cuentos rurales que circundaban la finca donde creció. Allí vive todavía, a 20 kilómetros de la ciudad, en ese mismo callejón de tierra que no se sabe por qué lleva el curioso nombre del editor Guillermo Kraft. 

En ese rincón del mundo, él y otros dos amigos crearon una radio clandestina (Fuga 95) donde García Urbani comenzó su aventura nocturna: poner buena música. 

“Cuando se me ocurrió estudiar periodismo, en el pre me hicieron leer un texto. Lo leí tan mal que el profesor dijo: ‘Está claro que Ud. no se va a dedicar a la radio’”. Quizá inconscientemente, desde entonces toda su carrera ha sido una revancha de aquel momento.

No sólo no ha parado de hacer radio desde hace 25 años, sino que ha escrito cientos y cientos de textos pensados para la voz y que vienen siendo el alma del programa “Un reo meditabundo”.

“Ese nombre salió del tango ‘Silbando’ -explica Miguel mientras tararea la estrofa-. Me pareció interesante contar historias desde la voz de este personaje, que imaginaba suburbano y dark.

A lo largo de ese cuarto de siglo al aire, junto a Oscar Reina, García Urbani guionó tantas historias que no podrían caber en un volumen. Lo que hizo en este libro, pues, fue darle un formato más literario y seleccionar aquellas que contienen “la ternura de las falsas promesas”.

“A los 21 años, cuando todos querían hacer su programa de rock nacional, yo elegí el tango. Era algo que venía de la estratósfera, no estaba en mi origen ni en mi contexto, tampoco  estaba de moda, pero me fascinaba su estética y ese modo, entre tierno y descarado, para plantear escenas”.

Con ese tono surgió este libro que incluye, entre muchas otras, la sintomatología de un entanguecido. Hay, además, un monólo de costurera, un relato de fútbol, un cuento infantil y una partícula de fantástico rural. Pero lo más original del volumen puede ser la selección de lo que Miguel llama “horror local”. Un compilado de thriller autóctono.

Allí, encontraron las presencias amenazantes del lobizón, del compadre que pierde los estribos, de un desierto en el que no amanece y del “bicho”, una leyenda que lo asustaba de niño.