Los callejones, las sedes mutuales y sindicales y las familias que viven en casas, en su mayoría de dos pisos, marcan el ritmo de una zona caracterizada como residencial, con el aliciente de estar ubicada a muy pocas cuadras del Kilómetro Cero de la ciudad de Mendoza.
El radio que delimitan las calles San Juan, Alem, Vicente Zapata y Costanera tiene un pasado repleto de niños jugando en las calles y un presente invadido por la llegada de oficinas y comercios. Sin embargo, todavía se respira ambiente de barrio, con vecinos solidarios y comprometidos por conservar la paz que los separa del microcentro.
Con el pasar de los años, la zona que pertenece a la Tercera Sección de Capital fue cambiando "en su cáscara, aunque no en la pulpa".
Es que en las calles San Juan, Alem, Vicente Zapata y la lateral de la Costanera fueron proliferando comercios de todo tipo, justamente por las características que hoy destacan los vecinos: la cercanía con el microcentro.
Pero más allá de la instalación de una gran cantidad de sedes mutuales y sindicales, en el entramado de calles y callejones internos todavía hay muchas casas de no más de dos pisos en las que se conserva la vida barrial.
Si uno piensa en cuestiones de ubicación, la zona es la parte del ingreso a la ciudad por el este, sin embargo quitando el movimiento que generan las calles San Juan y Salta, en el resto del conglomerado de casas reina la paz y la tranquilidad.
"Es ideal para vivir porque estamos a pasos del Centro y a su vez es muy tranquila. Lo bueno es que no hay que usar tanto el auto, porque además de poder ir caminando al Centro, tenemos muchas líneas de transporte público que pasan por las calles aledañas", aseguró Romina Martínez, una estudiante de Comunicación Social que vive junto a su familia en la calle Vicente López.
El callejón Pardo, los pasajes Babilonia y Lemos y la angosta calle Zuloaga hacen aún más pintoresco el barrio y evitan que los conductores elijan pasar por allí, un aliciente más que suma tranquilidad al lugar. Además otra de las características es la llegada de sedes gremiales y mutuales, desde el año 2000 en adelante.
La OSEP y toda su estructura en la calle Salta, el Registro Nacional de Trabajadores y Empleados Agrarios y los consultorios de Ospelsym sobre Don Bosco, la Asociación Mendocina de Profesionales de la Salud en Zuloaga y la Mutual de Seguros del Transporte Público en la calle Rioja son algunos de los ejemplos de que el lugar fue encontrado propicio por estas entidades para permanecer en la periferia del Centro.
En el pasado la historia era diferente, las casas eran bajas y el vínculo entre los vecinos era mucho más frecuente, siempre gracias a la cantidad de niños que había por cada hogar. Así lo afirma María Rosa Del Pópolo, quien nació en la calle Zuloaga en 1944 y a pesar de que se fue cuando contrajo matrimonio, regresó a su casa paterna, con su marido y cinco hijos.
"Los niños éramos la alegría del lugar, había entre tres y cuatro por casa; jugábamos en la calle y los baldíos. Recuerdo que festejábamos San Pedro y San Pablo. Eran casi dos meses de trabajo fabricando muñecos rellenos de sal gruesa que después se quemaban. El Carnaval era otra de las reuniones obligadas con los vecinos, con quienes nos íbamos haciendo amigos inseparables. Ahí empezaban los primeros amores, que eran más platónicos que otra cosa, porque nuestros padres nos cuidaban a cada momento", recuerda entre risas María Rosa (68).
Los domingos, la misa de 11 en Jesuitas era una cita religiosa a la que asistían todos, pero además una salida social en la que los vecinos compartían el regreso a casa con amenas charlas. "Hasta se hablaba de los problemas y necesidades del barrio", recuerdan los memoriosos.
El deporte era otro atractivo de la zona gracias al Estadio Babilonia. Allí se llevaban a cabo presentaciones de box a las que toda la vecindad acudía. "Recuerdo que aquí pelearon grandes boxeadores como Antonio Pángaro y Valeriano Mesa. Se inauguró en el año '44 y cada pelea era un suceso para los vecinos", recordó Victorio, otro de los vecinos.
En ese lugar funciona hoy el conocido hotel Babilonia, sobre el pasaje que lleva el mismo nombre. Por estos días la tranquilidad sigue vigente, pero los chicos ya no juegan en las calles. La inseguridad reinante, ligada a la cercanía con la Terminal de Ómnibus, es uno de los flagelos.
"Tenemos que vivir encerrados, aunque ésta es una características de toda la provincia y el país", dijo Leticia Nieto, mientras salía de la verdulería de Don Humberto, uno de los personajes más queridos de la zona. Pero las quejas no terminan allí.
La escasez de agua en las acequias y la falta de limpieza en los "sifones" de las calles es reclamo común entre los vecinos contra el gobierno municipal. Roberto Lobos, quien tiene que moverse en silla de ruedas luego de sufrir un accidente, vive hace un año en un edificio que se construyó en el año '70 en la esquina de Vicente López y Federico Moreno.
"Desde entonces pedimos que colocaran una rampa, pero no tuvimos respuesta en el municipio, hay en todos lados, menos acá", se quejó Lobos.
Microcentro: vecinos que viven en pasajes y callejones, aislados del ruido
Varias casas de familia sobreviven en callejones como el Pardo o el pasaje Babilonia en la Tercera Sección.
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