"Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño". Martin Luther King, Jr
En estas últimas horas de 2014, ya a las puertas de un 2015 “electoral”, resuenan fuertemente en mi interior estas palabras de Martin Luther King Jr, que de alguna manera expresan mis expectativas para el futuro de nuestro país.
Tengo un sueño, que la política sea lo que el término significa: amor por la ciudad, trabajo por el bien común, superación de partidismos estériles y destructivos. Que recupere su dignidad en el ejercicio de su función propia: “Ser servicio social, caridad en acto: la primera forma de amor a la Patria”1.
“Tengo un sueño”, porque tengo una esperanza y creo en la gente de mi país: que encontraremos la fuerza de reaccionar a una división que nos carcome y destruye como pueblo, y sabremos buscar las coincidencias que edifiquen una Argentina mejor para un futuro grande.
Que seremos capaces de comprender que “la política está hecha para el hombre y no el hombre para la política; que es un medio, no un fin: primero el hombre, primero la moral, primero la colectividad, después los programas, después las teorías de gobierno”2. Que serán adecuadas y eficaces si tienen su raíz en el respeto de la dignidad de toda persona humana.
El deterioro de la concepción genuina de la política no es un fenómeno exclusivamente argentino. No creo que haya ningún país “ejemplar”. Pero nada nos impide a los argentinos reaccionar con decisión y valentía para volver a darle un sentido verdaderamente humano a la acción política: el desarrollo integral del hombre, y de todo hombre.
Nada nos impide, a cada uno de los argentinos, suscitar nuestras mejores fuerzas interiores para darle un alma moral a la política. Y hacerlo no descargando responsabilidades en “los otros” sino asumiendo las propias, cada día, en todo ámbito de la vida.
Porque “la política es una actividad moral que con frecuencia se transforma en una actividad inmoral. Y si ha degenerado, la culpa es del pueblo. En efecto, quien gobierna o se impone al pueblo o lo representa. En el primer caso, el pueblo es responsable por no sustraerse a su patrón; en el segundo, tiene la culpa de haberlo generado”3.
Nadie está excluido del deber moral de reconstruir la conciencia política, desde el lugar en que se encuentra: profesional, estudiante, ama de casa, comerciante, obrero, empleado estatal, legislador, gobernante, juez, investigador, científico, etc.
En esto no vale el “no te metás”, el “no te embarrés”, la indiferencia del “total, a mí no me toca”, la complicidad del “si los de arriban roban...”; el pesimismo, el desánimo, la desesperanza. Todos somos responsables, porque “a muchos les parece que la política es una actividad inferior y equívoca que debe dejarse a los embrollones. Y no comprenden que si de la política se alejan los honestos, su campo es invadido por los deshonestos: y la política arrastra toda nuestra vida, de la física a la moral”4.
No es tarea fácil, pero sí un desafío estimulante que no excluye a nadie, ni por demasiado joven ni por demasiado viejo. Todos somos responsables de todos. Todos somos responsables de poner las bases de una patria verdaderamente grande, dándole un alma moral a la política. Reconstruyendo la fraternidad lacerada por luchas estériles, partidismos extremos, rencores rancios, intereses miopes y egoístas, exclusiones injustas, indiferencia patológica.
Todos somos responsables de formar nuestra conciencia cívica, de recuperar el respeto por la ley, de cultivar la honestidad en los negocios, en las palabras, en los hechos cotidianos.
Y, sobre todo, todos somos responsables de “no dejarnos robar la esperanza”5.
Es verdad que nuestro carácter cívico está dañado por una amoralidad que se ha filtrado como reumatismo en nuestros huesos... Es verdad que el cometido de la reconstrucción de la conciencia política "es grande y grave por todos lados; y se necesitaría el empuje de un gobierno de gigantes. Bastará, mientras tanto, un gobierno de honestos y de expertos. Honestos y expertos: las dos cosas juntas"6.
Estoy convencida de que es posible lograrlo. Por eso, porque no me quiero dejar robar la esperanza... "yo tengo un sueño".
1, 2, 3, 4, 6 - Igino Giordani, La Rivolta morale, Roma 1945, p. 19. Delegado constituyente y diputado de la primera República Italiana, entre 1946-1952.
5 - Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 86.